Poder comparar con un intervalo de pocos meses el 96 y este 2002 de Les Luchets es algo muy enriquecedor. Este 'jovencito' aparece en una fase de quietud, casi mutismo, con una nariz extremadamente delicada dominada por una bella reducción y una sutil mineralidad. En boca, compensa el mutismo olfativo con un paso firme, amargoso, equilibrado, muy buena acidez, buen recorrido y un final elegante.
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