Un vino blanco manchego, de airén plantada en pie franco en 1950, que me parece muy serio. Es en estos momentos, además, cuando lo he notado en un momento perfecto de consumo. La nariz se ha vuelto cada vez más compleja (cítricos y herbáceos, pero también empiezan a asomar por ahí ciertas frutas algo más maduras y carnosas, como la pera y el melocotón) y la boca mantiene un equilibrio perfecto entre acidez y redondez. De igual forma, como no tiene madera y el alcohol marca sólo 12º, pese a su paso aterciopelado y a mostrar cierto peso, se bebe estupendamente. El final deja recuerdos primarios, especiados y minerales y es bastante largo. Limpio, fresco y delineado. Muy rico.
Amarillo pajizo intenso, ribetes algo verdosos.
Intensidad media , fruta blanca fresca de pepita, manzana verde, cítrico, piña, plátano, ahumado leve, notas cremosas. Leve manzana asada.
Boca seca de acidez media alta, limpio, fresco, dinámico, untuoso, equilibrado, goloso, muy rico.
amarillo pajizo de ribete limón.
Intensidad media, fruta fresca, toques de miga de pan y leve crema, leve cítrico, manzana y pera,
Boca suave, con acidez, equilibrado, volumen y buen paso con estructura, muy rico. Final medio
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.