Un blanco muy serio

Un vino blanco manchego, de airén plantada en pie franco en 1950, que me parece muy serio. Es en estos momentos, además, cuando lo he notado en un momento perfecto de consumo. La nariz se ha vuelto cada vez más compleja (cítricos y herbáceos, pero también empiezan a asomar por ahí ciertas frutas algo más maduras y carnosas, como la pera y el melocotón) y la boca mantiene un equilibrio perfecto entre acidez y redondez. De igual forma, como no tiene madera y el alcohol marca sólo 12º, pese a su paso aterciopelado y a mostrar cierto peso, se bebe estupendamente. El final deja recuerdos primarios, especiados y minerales y es bastante largo. Limpio, fresco y delineado. Muy rico.

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