Vamos con otro de los vinos hechos en Ecuador. Se trata de un vino de guarda con añejamiento parcial en barricas de roble. El nombre hace alusión a la incógnita sobre cómo iba a resultar la uva sembrada para este vino blanco. Pero el resultado con su primera añada 2008 fue espectacular y premiado en diversos concursos, todo un éxito. Segundo de los vinos que acompañaron un estupendo arroz caldoso de langosta. Lo abrimos media hora antes de la cata y servimos a 10°C. El tapón algo corto y con un corcho de calidad media.

VISUAL: De color amarillo pajizo con reflejos dorados, brillante y con pequeñas burbujitas en su base (88).

OLFATIVA: A copa parada es impactante, de intensidad alta, mostrando aromas dulzones a plátano y crema inglesa. Al agitar presenta una exquisita complejidad; hay fruta blanca, pera, manzana y también un toque tropical a coco y tamarindo. Al final atisbos de frutos secos (nueces). Potente y de bouquet muy elegante (92).

GUSTATIVA: En boca es delicioso, cremoso y suave, con un paso por boca elegantísimo. De acidez media es poseedor de una estructura aterciopelada y amigable. Su retronasal muy frutal con recuerdos a plátano y piña. De persistencia larga, algo más de tres minutos. Un vino sorprendente con 12 meses de barrica (el 20% del vino) la cual le ha aportado una untuosidad digna de mención. Gran vino, no es extraño que salga premiado en diversos certámenes. Increíble pero cierto, en Ecuador se elabora un chardonnay espectacular (94).

La RCP la considero muy buena pues por 16 dólares nos encontramos con un blanco sobresaliente.

Como comenté lo maridamos con un caldoso de langosta y calamar. Una combinación sublime, cremosidad por doquier en donde las sinergias entre los toques frutales del vino y los aromas del marisco resultaron toda una experiencia sensorial. Por unanimidad, el mejor de los tres vinos de la velada. Qué delicia amigos!!