El color no nos hacía presagiar nada bueno y sin embargo la botella ha salido cojonuda.

Toques herbáceos, frutos secos, panadería, caramelo, sal, yodo, tiza, balsámicos, mar..

En boca todavía no encontramos una súper concentración. Es un fino viejo que todavía no nos recuerda demasiado a un amontillado. Es de trago largo y posee un maravilloso equilibrio.

Final largo.

Son muy buenos estos La Ina viejos. En el caso del de ayer, se trata de uno de los ochenta que ha salido fabuloso.

Mi botella es de 0.75l y también es de los años setenta. Por lo demás, suscribo todo lo comentado por Enrique.
Este Fino "La Ina" es un portento de fuerza, es un tsunami que lo arrolla todo. Aunque los ha mitigado, no ha perdido los toques punzantes y ha desarrollado una increíble complejidad. Cada vez que bebemos estos vinos tan geniales, nos planteamos ciertos interrogantes; ¿qué era lo que les hacía tan especiales si siempre nos han contado que el trabajo de viña era mediocre?, ¿qué longevidad pueden llegar a alcanzar?, ¿acabarán mostrando los actuales el mismo nivel de grandeza que estas antiguas joyas?. Thanks, Henry.

Media botella de principios de los 70's.

Precioso color amarillo dorado con notables irisaciones anaranjadas, espectacular, muy vivo y brillante.

Nariz muy potente y limpia, "amontillado" de inicio, pero abriendo a infusión de hierbas, toques aceitunados, camomila, con un fondo marino (salazones) que le aporta mucha profundidad.

Boca muy punzante y nerviosa, con mucha fuerza en el ataque, pero la conjunción de acidez y salinidad forma un conjunto sobresaliente, tremendamente sápido, envolvente y con un final espléndido y ligeramente amargoso que te hace desear otro trago.

Ni que decir tiene que, en compañía de un atún rojo en tataki, la botella voló. Una gran muestra de que un vino complejo y de gran intensidad se puede beber con auténtico deleite.