Restaurante El Poblet en Valencia
Restaurante El Poblet
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
50,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Domingo y lunes noche
Nota de cata PRECIO MEDIO:
79 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.0
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.7
Comida COMIDA
8.1
Precio medio entorno ENTORNO
7.9
RCP CALIDAD-PRECIO
7.1
Arroz a banda con velo de azafrán
Hoja de tabaco y toro
Cebollita encurtida con emulsión de anguila ahumada y perlas de wasabi
Piedras de parmesano
El bosque animado
La gallina de los huevos de oro
Cremoso de chocolate blanco, mango y fruta de la pasión
El fondo del mar
Pan de maíz ahumado
el crepe de ralladuras, mmmmm
El postre de chocolate, bonito
El Poblet de Valencia
La Bruma
Tomate
Chutney de mango
Petit fours
Gamba roja de Denia
Chips marinos
Papel & buey & guarnición
Arroz de cenizas
Gambas de Denia
El "bosque animado"
Opiniones de El Poblet
OPINIONES
19

Celebración con motivo del ascenso de una amiga, éramos 5 para comer y estuvimos en el reservado de subiendo a la izquierda. Un gran entorno sin que se resienta para nada el servicio, a pesar de estar aislados del resto del comedor. Una zona muy señorial.
Fuimos a menú de clásicos para todos con una parcial excepción por el tema del gluten bien solucionada.

De entrada dos cocas light, una par de cervezas y una manzanilla pasada pastrana, mientras disfrutabas de la carta de vinos, que más que una carta es una baraja entera. Precios en copas elevados. Unos aperitivos de cortesía con frutos secos en mesuras, destacando el de wasabi.
En vinos queríamos probar cosas menos habituales y nos fuimos a iniciar con An (ánima negra) 2009 y su especial sabor de uva balear que empezó algo astringente pero que rápidamente se domó, y como tuvimos suerte y no había otra botella (ya se advirtió muy correctamente) rematamos con un buen malbec argentino Altos de las Hormigas 2006, más poderoso y muy en su momento. Un servicio impecable.

Ya en el menú de clásicos, esta vez llevaba: crema de boletus edulis servida en mini recipiente con gran sabor que parecía un fondo como de paté de aceituna negra pero que nos informaron de que solo era boletus; muy sabroso pero como eran más de las 15.30 nos sabía a poca cantidad.
Segunda entrada: Rompepiedra con caballa. Servida sobre una piedra, una hoja verde de buen tamaño llamada así y cuyo sabor picante (si la pruebas aparte) se neutraliza con la caballa; hay que tomarla como si fuera una pequeña ración de pizza apretando para dentro los bordes de la hoja que envuelvan la caballa. Plato curioso y que a pesar de ser menú de clásicos, desconocía totalmente.

Siguiente: bloody marie. Servido sobre una base de hielo picado y en una esoecia de galleta (por la forma, no por la estructura) de tomate y comido, en un solo bocado, el relleno de tomate te explota dentro de la boca como un bombon de licor. Hubo a quien la acidez del tomate le pareció excesiva. A mi me encantó.
Otro entrante: falsos callos. Servido con oarafernalia de carbónico humeante estos callos solo en la forma, son de una gran creatividad y bien conseguido. Ya se han comentado muchas veces.
Ostra Gugenhein. No la conocía y me sorprendió la creatividad. Una ostra tapada por láminas hechas del propio jugo de la ostra solidificado. Como siempre la ostra levanta pasiones y contrariados. Si te gustan las ostras este plato te encantará.

Plato de pescado: suquet de pescados de roca. Aquí pasamos de la cocina creativa a la cocina de fundamento. Un caldo de fondo que podias tomar mojando pan (por cierto correcto sin más) y una buena calidad de pescado de roca, incluyendo salmonete.
Plato de carne: carret de cordero. lo mismo que el pescado. Cocina de calidad, gran materia prima, punto de la carne perfecto y a disfrutar con un cuchillo de carne que era una navaja y necesaria para filetear bien esa deliciosa carne.
Postre: Chandi de mango y mermelada especiada. Presentación en forma de flores y con buen sabor de mango sin saturar.
Cafés consiguientes y no hubo opciones ni de licor dulce ni destilados para acompañar a los petits fours de la casa porque ya eran casi las 6 de la tarde y había que preparara las cenas. Desconozco el precio pues no era yo organizador.

Un gran sitio con una cocina lo suficientemente creativa y bien desarrollada, sin que haya momentos que te sobrepase, muy buena materia prima en un elegante y profesional local.

Habíamos tenido la fortuna de comer/cenar en aventuras menores de Quique Dacosta en Valencia, pero no en ésta, la apuesta grande de El Poblet.

Como tampoco hemos estado en la casa madre de Denia entramos directitos, con las orejeras puestas, a probar sus creaciones de siempre, ésas que le han dado fama y gloria.

Así que tras un Aperitivo japonés y un Cremoso de parmesano con migas de tomate y rosquilleta de sobrasada, nos sirvieron el menú a por el que, como decíamos, veníamos, el

Menú degustación de históricos

Papel & Presa Ibérica.
Raïm de pastor, Pan de humo.
La Bruma.
Cubalibre de Foie.
Gamba de roja de Denia.
Pez limón asado con tirabeques, fideos de calabacín y germinados de soja.
Arroz Cenizas.
Chutney de mango.

Se trata de una cocina mediterránea de autor de gran altura, en la que impera la liviandad, la frescura, la esbeltez y, por supuesto, la imaginación.

Producto mediterráneo de primerísima calidad, con unas presentaciones rompedoras y plenas de buen gusto. Si algo tengo que destacar de esta cena es eso, la clase y la magia de las puestas en escena. Quique Dacosta te noquea con la presentación del plato, quedas medio aturdido ante ese derroche de fantasía y luego pasas a llevártelo a la boca donde la magia… aún alcanzando un nivel casi de sobresaliente, ya no es tan sublime.

Si en la noche de autos podemos decir que en las presentaciones alcanzaron un 10 rotundo, en lo puramente gastronómico, en lo material, en lo organoléptico, no llegaron a la genialidad, se quedaron a mitad de camino, que es mucho camino, tanto mirando para adelante como mirando para atrás. Insisto en que no quiero desmerecerlo, pues a mi juicio obtienen un notable alto. Pero es que un notable alto comparado con un 10...

Ya se sabe, las altas expectativas son el peor enemigo para las sorpresas culinarias.

El tema vinos merece capítulo aparte. Tienen una carta extraordinaria y una dirección inmejorable, la galardonada Manuela Romeralo, quien si bien nos recibió, sin embargo no apareció en toda la velada. Parece ser que se queda abajo, en Vuelve Carolina ¿¿??

Tomamos una copita de Golden Kaan Chenin Blanc como aperitivo y una botella de champagne acompañando casi toda la cena, Paul Bara Millesimé Grand Cru. Interrumpimos el deleite de ese pedazo de champagne para maridar la gamba roja con un La Bota de Palo Cortado nº 21, y cuando se nos acabó, tomamos una copa de Numanthia. Con los postres enfrentamos a dos grandes dulces, Oremus Aszú 6 Puttonyos versus Anselmann Riesling Eiswein, resultando claramente vencedor el tokaj.

El servicio, magnífico, como no podría ser de otro modo.

En cuanto al local, se accede por una puerta situada junto a la entrada de Vuelve Carolina en cuya recepción se comunican ambos ambientes para después subir por unas escaleras con detalles decorativos que ya sugieren multitud de experiencias sensoriales: estudiada iluminación, claras maderas nórdicas, asientos situados estratégicamente en el camino. Y como colofón te recibe arriba una proyección muda de clásicos del cine en blanco y negro… magnífico detalle.

Ya en la sala encuentro bien estudiados los espacios, si bien respecto a la decoración… suelos negros, lámparas de vinilo rosa a modo de campanillas invertidas, un empapelado que imita capitoné en un rosa asalmonado (y que resulta ser el fondo escogido para la carta del menú) y columnas forradas en estampado con fondo negro y motivos florales multicolores conforman un conjunto acogedor aunque un tanto audaz para mi gusto.

Volveremos, pero a probar sus nuevas creaciones, a ver si la magia esta vez traspasa las presentaciones y llega a la boca…

Después de conocer el menú y dado que no son muchos los cambios, optamos por el menú aunque sin resistir enseñar algún clásico a quien no lo conocía. Comedor prácticamente lleno y ojalá no sea solo por las fallas.
Comida para 4, tras la mascletá con unas cervezas de inicio y tres botellas de una buena agua Numen. Un aperitivo de cortesía de cremoso de parmesano con virutas de jamon, tan escueto como sabroso con unas rosquilletas de pipas que eran mejor opción que el pan de centeno que se había quedado muy duro al salir del horno; por contra el pan blanco estaba perfecto aunque atrae menos.

Al centro para compartir unos chips marinos (estrella de mar, erizos, tallarines: un auténtico espectáculo visual, bien de sabor. Steack Tártara muy bien condimentado, sabroso, no muy especiado (no se pregunto como gustaba) con la carne cortada a cuchillo quedando un poco más gruesa de lo habitual pero que no empeoraba nada más allá de quien es poco carnívoro le parezca taco de carne cruda. Sushimi de mero: sorprendente y muy bueno. Imposible ante alguien nuevo dejar de pedir el cubalibre de foie que sigue siendo un extraordinario plato. Un poco de jamon, extraordinario, servido apoyado sobre papel y en lonchas largas con un poco de tomate y pan cortado muy fino.
Platos principales: 2 de arroz de cenizas muy bueno en coccion del arroz, sabor, presentación.. y con apoyo para repetir. Otro arroz, esta vez de bacalao muy sabroso, levemente salado (para gustos colores) y en buena ración. La otra opción fué un tartaki de agnus extraordinario y no nos resistimoa a compartir un poco los platos entre todos.
Los postres empezaron también siendo individuales pero con estas presentaciones se hace irresistibles no probarlos todos si hay confianza para ello. Tomamos 2 de tarta de manzana buena, pero para mí, lo más flojo. Campo de cítricos muy creativo y visual, más justo de sabor. Chocolate mascarpone, quizás lo mejor y no sólo por el chocolate.
Para beber nos quedamos mareados por las múltiples opciones que hay para elegir, aterrizamos en el Priorato. Suponiamos que serían dos botellas para los cuatro, asi que empezamos por Saggesse 2007 en una bodega (Les Coussins) con vinos interesantes, que estaba aún por domar la madera y que precisaría abrirla con más tiempo, además de jarrearla como hicieron. Para los segundos, y aún a riesgo de estar verde, fuimos a por Ferrer Bobet Viñas Viejas 2010 y estaba mejor de lo previsto (y catado en Salon Peñin de noviembre) tal y como nos habian anunciado al pedirlo. Un éxito.
Buenos cafés finales con buenos petits fours de cortesía.

Un sitio que sigue creciendo, y cada vez se sitúa a medio camino entre Vuelve Carolina y Quique Dacosta, ya que cuando empezó estaba más cerca del piso de abajo que de Denia. Desconozco el precio final, pues esta vez no me tocaba a mí.

Con motivo de la cata de la Peña La Verema, fuimos a cenar al famoso restaurante avalado por triestrellado Quique Dacosta. He de reconocer que me enfrentaba a este restaurante con algo de nerviosismo. En El Poblet se sirven platos de otras temporadas del Quique Dacosta de Denia, y habiendo visitado el restaurante hace algunos años, me daba algo de miedo que las inevitables comparaciones, pudieran defraudarme.
Con esta mezcla de ansia por probarlo y escepticismo defensivo, me dispuse a disfrutar del restaurante situado sobre el Vuelve Carolina.
Tener a Manoli Romeralo en sala es toda una garantía de éxito, así que cuando llegas al precioso local, la saludas y entras en la sala que han preparado para la cata y posterior cena, te relajas y te dejas hacer.
El organizador de la cata, ya había seleccionado el menú Históricos de Quique Dacosta, que se inició con una pequeña degustación de su famoso cubalibre de foie, de nuevo un plato que bien merece la fama que le precede.
Continuamos con unos chips marinos, un plato más visual que sabroso, aunque algunas de las formas marinas estaban bastante buenas. Me pareció una idea divertida para empezar la cena.
Papel & buey & guarnición. Aquí la presentación es original, pues se presenta un carpaccio de buey envuelto en un papel de kraft y unas largas pinzas de laboratorio. El buey lleva una salsa muy rica y lo acompañan unos piñones y crujientes. No solo me parece original la presentación, sino que también el plato es singular en boca.
Tomate, probablemente, el plato más técnico de la noche y uno de los que más gustaron. Por el juego de texturas, por la curiosa presentación, que te hace enarcar las cejas y pensar, ¿tomate?, y porque cuando lo llevas a boca sonríes y piensas... ¡tomate!. Curioso cómo se consigue esa acidez y ese sabor de este fruto.
La Bruma, otro de lo grandes platos del cocinero Quique Dacosta. Esta es la segunda vez que lo pruebo y la sensación se repite. El plato es visualmente una maravilla, incluso el aroma recuerda a un paseo por un brumoso bosque umbrío, pero en la boca el plato se resiente un poco. La calidad de los guisantes, de los brotes de las setas, es buena, pero le falta algo de chipas para que todo quede más armónico y esté a la altura de la elegancia visual.
Gamba roja de Denia. El respeto de Quique Dacosta por el producto de calidad es máximo. Manipular en exceso cualquier materia prima que ya de por sí es excelsa, solo puede llevar rebajar la calidad de ésta. La gamba roja de Denia es uno de esos casos en los que la mínima intervención te asegura la máxima calidad, y así lo entienden en El Poblet, eso sí, dándole a la presentación uno de los más elegantes servicios que he visto nunca. El camarero pasa con una bandeja roja a repartir los regalos, el tan manido final de celebraciones como bodas, bautizos y comuniones. Recoges el regalo envuelto en celofán rojo con un lazo dorado y, en lugar de la horterada de turno, te encuentras con un par de esas decápodos que están sublimes. ¿Quién dijo que no se puede mejorar una gamba roja de Denia?
Continuamos con una corvina asada con tirabeques y fideo de calabacín. De nuevo respeto por el producto, la tan de moda corvina, bien cocinada y con una interesante guarnición.
Arroz de cenizas, un buen juego de técnica y producto, con el arroz entero, para mi gusto perfecto, aunque seguro que a más de uno le puede parecer poco hecho, pues el centro se mantiene sin prácticamente cocerse. El juego de las cenizas me gustó, pues le da textura y matiza sabores. El punto trufado lo remata y lo hace un plato emblemático, para mí, debería estar entre esos grandes platos de Quique Dacosta.
Para los que no somos muy de dulce, ni excesivamente chocolateros, un postre como el chutney de mango es un verdadero regalo, pues es ligero, te deja el sabor dulce al final de la cena y además tiene una preciosa presentación, un ramillete de flores para finalizar la cena.
Los vinos corrieron por cuenta del organizador de la cata, aunque no desdeñamos algunas de las botellas que nos ofreció Manoli, con unos ricos alsacianos y alemanes que bien merecieron la pena.
El servicio es eficiente y muy profesional, de las mejores salas que he visto últimamente en Valencia. Habrá que volver para probar más platos, ahora a un paso de casa y a un precio más asequible.
El precio es el del menú porque la mayoría de vinos los llevamos nosotros.

Como en la jerga taurina repiten..."días de gran expectación,días de gran decepción".
Servicio frío,sin alma,autómata...con ganas de agradar,y poco mas.
Con unas cervezas,nos sirven dos mini-cucuruchos con snacks japoneses(wasabi y?)como aperitivos.Vaya comienzo!Y me quejaba en un comentario anterior de unos cacaos!jajaj!
Optamos por el menú de "históricos",puesto que estábamos deseosos de probar tan afamados platos.Sin embargo,ni el cubalibre de foie,ni la bruma,ni el bosque animado,ni la ostra,componían dicho menú.De hecho,en dos ocasiones lo comenté con el servicio,pero me contestaron que iban renovando la carta.!Si fuimos a por los "históricos"...no entender!
Los entrantes mas bien podían haber servido de aperitivos.Éramos cuatro comensales(había otra mesa con tres en toda la sala),y no solemos tener la misma opinión;sin embargo,coincidimos todos en que,con excepción de la mini-gamba-realmente sabrosa,muy rica-el nivel esperado no se correspondía con lo comido.
-El queso y rúcula,con rosquilleta de sobrasada.
-Un crujiente de fresa...no recuerdo mas!
-Foie con flores...No nos entusiasmó.Era como una mouse,correcta.
-Las dos gambas reseñadas.Muy buenas.
-Corvina con tirabeques...Muy rica,y algo escasa.
-Arroz de cenizas.No satisfizo a todos por igual.A mí,me encantó.
De postre chutney de mango.Rico y referescante.
Pan de dos clases,centeno y aceite.Mal.No se corresponde al lugar.
De bebercia,cervezas,palo cortado,riesling,un blanco de Priorato-creo-,Numanthia,y un magnífico malagueño.(no recuerdo el nombre de ninguno).Correcto.
A ninguno de los comensales nos produjo la visita, motivo para repetir en otra ocasión...lo dicho:
"DÍAS DE GRAN EXPECTACIÓN,DÍAS DE GRAN DECPCIÓN"

Poco que comentar del restaurante y los platos ya que Isaac Agüero ha descrito como un libro abierto todo lo que es el local y los platos. Felicidades por la capacidad descriptiva.

Menú clásico de 42 €, para tres comensales que a día de hoy está compuesto por el entrante de la sopa de foie y brotes de rúcula. Papel de presa ibérica acompañado de la cebollita encurtida sorprendentemente poco vinagre en la cebollita y calidad de la presa. Callos de tomate que creo que es una de las composiciones más llamativas del menú: extraordinario plato con una aparatosidad de presentación acorde a la idea. Ensalada sobre coca de filo con verduras asadas, bonito con hierbas aromáticas correcto. Envase de regalo (incluida lazada y papel de regalo rojo) con 2 gambas de Denia hervidas en agua de mar muy en su punto y aunque el tamaño no es lo que eran, más que bien de tamaño y de extraordinaria calidad y punto de cocción. Corvina asada con fideos de calabaza y germinados de soja muy correcta. Famoso arroz cenizas de muy buena calidad con sus trompetas de la muerte y trufa con un fondo de carne y de higadillo de ave: un gran invento. Reforzamos con un cubalibre de foie de inigualable recuerdo y que sorprendió por no estar en el menú, pero no hay que perderselo. Postre Chutney de mango: el mango en todas las texturas: muy interesante.

Para beber aparte una cerveza y agua con gas más los panes y cafés, empezamos con un muy en su punto Tomás Postigo crianza 2009 y como los platos alargan la comida, terminamos con Avan Terruño de Valdehernando 2010 que empezó un poco bravo pero que atemperó genio conforme recibía más oxigeno.
La carta de vinos hay que empezar a mirarla con tiempo porque es muy muy completa y precios habituales de sobrecarga a día de hoy.

Hablamos con Carolina (una de las dos responsables de cocina -como se puede ser tan joven y tan profesional!-) y con la siempre perfecta sommelier (exLa Sucursal que ahora no recuerdo su nombre aunque sí su curriculum como nariz de plata y campeona de puros habanos en la propia Habana) en el consejo de vinos y pendiente de la sala.

Sensaciones gran nivel profesional, muchas ganas de agradar y hacerlo bien. Cocina de nivel creativo. Muy buen producto y resultado final. Piensa que te va a costar 40 y acaba costando 80 pero ves que el conjunto lo vale.

Aprovechando parte del espacio de Vuelve Carolina, y compartiendo recursos, Quique Dacosta ha abierto hace apenas un mes, El Poblet en Valencia. La que fuera su primera marca, la casa en la Quique comenzó como pinche y de la que llegó a ser propietario, permanecía guarecida, escondida esperando una oportunidad que surge ahora en la capital del Turia.

Al no haber disfrutado anteriormente de la propuesta gastronómica del cacereño, nos decidimos por el menú de clásicos/históricos. Este comienza con un aperitivo clásico, que surge en el año 2001, y sobre el que ya se ha escrito mucho; el cubalibre de foie compuesto por un gel del combinado y una crema de foie junto con unos brotes de rucula. Dos texturas y sabores que encajan debido a que la crema de foie tiene un acabado suave, ligero.

El primer entrante son dos en uno, llegan a la mesa a la par, y se ingieren con unas pinzas. Por una parte, las cebollas encurtidas con anacardos, caviar de wasabi y anguila ahumada; y por otra el papel de presa ibérica. Las primeras con un punto crujiente, me resultan comedidas en sabor, elegantes, aunque se trate de un encurtido. El papel de presa consiste en 4/5 láminas de presa tremendamente finas tanto en boca como en su mínima anchura. Han transformado al cerdo ibérico, y ahora éste viste de smoking, es delgado, y se mueve como Sean Connery en la saga Bond. Nunca un puerco fue tan refinado y estiloso. Comenzar un menú con un plato de cerdo sería muy duro, si no fuera por esta metamorfosis. Para este plato, un Chardonnay francés, en concreto un Billaud-Simon.

También se basa en el cambio, en que parezca lo que no es, el siguiente plato “Callos de tomate” (2009). Contundencia controlada, amagada, conato de bofetada sápida, de densidad elevada que te crees te va a pegar los labios. En lugar de eso, nos encontramos con un agua de tomate que se gelifica con caldo de pescado y se transforma en una nube de textura esponjosa sobre un caldo de fina densidad de callos que está frío para controlar su potencia. Además unos falsos garbanzos en el exterior con la legumbre en forma líquida en el interior, pan crujiente y jamón ibérico. La caricia en lugar del sopapo, la delicadeza en sustitución de la firmeza; como si te perdonarán la vida. Se presenta en cazuela, y hielo seco que simula humo para el juego del estético de la simulación del guiso. Las técnicas a disposición del juego.

Seguimos con “el bosque animado”. Plato camaleónico, que en esta estación otoñal plasma diferentes tonalidades marrones representadas por la tierra de setas, bajo ella un praliné de piñones y un caldo gelatinizado de carne con un toque de regaliz. En la tierra hay más hongos desperdigados: boletus, trompetas de la muerte, rebozuelos. Puro otoño, claro paisaje. la letra al cubo lo identifica: texturas, tonos y traslado, el que te provoca hacer hacia entornos más rurales. Estamos ante un plato del 2007, una declaración de intenciones en toda regla en aquellos días. Propuesta cambiante según la estación; convirtiéndose en un reto continuo, en base al producto del que se dispone, y a los tonos de las arboledas. Como la película de José Luis Cuerda se trata un plato coral, de multitud de ingredientes.

Y llega la reina traída desde Denia, la gamba roja, envuelta en un celofán del mismo color, ya lo dijo Sting: “Roxanne, you don´t have to put on the red light”. A este crustáceo no le hace falta que le envuelvan en rojo, ya es roja. Manuela Romeralo, gerente y sumiller nos propone algo muy especial. Dos maridajes para un solo producto, champagne Deutz Classic para el cuerpo y una pequeña copa de Oloroso Gutiérrez para la cabeza, recomendando naturalmente comer primero los cuerpos para luego pasar a las testas. Dos bocados tan distintos provocados por la que domina en el Mediterráneo. Nos deslizamos en segundos desde la música más clásica al puro rock más cañero; desde el auditorio a los campos festivaleros, desde las butacas a las muchedumbres. De verdad amigos, chupar la cabeza de una gamba y beber un trajo de oloroso, es mancharse las manos, es apenarse si un gota de ese jugo no es aprovechado, es meterte un chute de yodo y sal, de realidad. De repente, te das cuenta que estás succionando con ansia. Las gambas rojas llevan los huevos en la cabeza, a diferencia de las blancas que lo hacen entre el cuerpo y las patas, y esto se nota. Volviendo al entorno metafórico, pura guitarra eléctrica, pura descarga de energía, como si que de repente Pearl Jam toca “Alive” y vuelvo a estar allí para verlo.

Después de tocar el cielo, se sufre un cierto frenazo en la velocidad con la corvina a la plancha con tirabeques, fideos de calabacín y germinados de soja. Innegable su punto y frescura. Pero el traslado es muy radical de la potencia del crustáceo a un pescado a la plancha, que parece que sabe menos de lo que debería. Del puro rock a la radiofórmula. Pueda que resultara más adecuado, una propuesta con más sabor, más potencia, no tan liviana.

Y cerramos con un arroz de cenizas, otro homenaje al paisaje, al ecosistema, en este caso a uno indudablemente levantino. Aproximadamente en Octubre, después de la siega, se separa el grano, quedando las pajas en el arrozal que se queman y forman líneas negras en los arrozales. Dacosta lo representa con un arroz meloso de pato que descansa bajo un manto de cenizas, y líneas negras simbolizadas por trompetas de la muerte y hebras de jugo de trufa. Otro enfoque estacional, otoñal, paisajístico que no pierde por ello un ápice de sabor. Estando en la Comunidad Valenciana, una gran forma de dar fin a la parte salda de esta comida.

En la parte dulce pudimos degustar un chutney de mango de gran delicadeza, muy ligero, y para algún compañero más goloso una combinación de mousse de chocolate (toques amargos) con un bizcocho. Destacaron más los petit fours compuestos por un macaron de manzana verde, bombón y piruleta de chocolate y caramelo de violeta.

En resumen, técnicas, juego, historias en los callos y el bosque animado, producto en la presa, y la gamba con un doble maridaje para viajar; y condiciones de guisandero en ese arroz de cenizas que bajo el disfraz guarda una gran propuesta melosa de cocina de mano y fuego. Alta cocina a precio razonable. Pura satisfacción.

Como siempre, fotos de los platos en http://www.complicidadgastronomica.es/2012/10/el-renacimiento-de-el-poblet-en-valencia-pura-satisfaccion-por-quique-dacosta/

Bueno, pues ya está abierto el nuevo restaurante de Quique Dacosta en Valencia “El Poblet” .El secretismo con que se llevo el nombre y su ubicación, es producto del marketing, pero con sentido pues el recuperar el nombre con el que ofició en Denia hasta el 2.009 y compartir instalaciones y personal con Vuelve Carolina lo requería. Esto hace que el precio sea asequible teniendo en cuanta de la cocina que se trata. El nombre “El Poblet” lo dice todo y en la carta (se puede ver en www.elpobletrestaurante.com), están los platos históricos, incluso alguno de sus primeros años. Hay dos menús: Grace Kelly a 30€ y Menú Degustación de Históricos –en el que quiere rememorar su cocina- a 42€ .Y se puede escoger de la carta en la que el plato más caro son 19€. Estos platos en el de Denia costarían mucho más.
La decoración es clásica un tanto retro y con pinceladas romanticonas y un aire afrancesado recuperando los manteles de lino. La vajilla la encuentro discordante con la decoración, pues resulta muy moderna, parece ser que todavía no tienen la pensada para este nuevo local.
En estos momentos de gran crisis la apuesta, no por el gastrobar -que el inicio en Valencia-, sino por un restaurante gastronómico es de agradecer, pues no estamos muy sobrados de ellos.
Me dejo de rollo. Mi mujer y yo cenamos el día de la apertura y pedimos a la carta. Empezamos con Chips Marinos: tallarín de algas, tortita de camarón, estrella de mar, erizo. Los pedimos pues los habíamos probado en Quique Dacosta Restaurante este verano y nos encantaron. Buenos y sabrosos, sobre todo la tortita de camarón.
Ostra Gillardeau: buen tamaño, carnosa y sabrosa.
Steak Tartar de ternera aliñado en mesa. Muy buena, quizá un poco especiada de más según me dijo mi mujer. Yo no lo tome
Cubalibre de foie. Un plato exquisito.
La Gallina de los huevos de oro: En su punto y rico.
Bacalao con patata hueca y calabacín hueco .Jugoso y en su punto de cocción.
Corvina asada sobre puré cítricos, tirabeques y germinados de soja. Correcto, pero el plato más flojo, no me dijo nada.
De postre Gianduja de campo de cítricos. Muy rico y refrescante.
De beber fue una Manzanilla Sacristía AB Selección Antonio Barbadillo, de aperitivo mientras ojeábamos la carta de vinos, resultando muy rica, fresca y al mismo tiempo con profundidad.
De Montille Pouligny-Montrachet “Le Cairellet 2.006 Premier Cru. Excelente vino, mineral, elegante y redondo.
Agua Numen
La carta de vinos, estando Manoli Romeralo es una garantia,es muy buena, amplia y representativa de las mejores zonas, tanto nacionales como internaciones. Está estructurada por zonas y dentro de cada zona por subzonas y dentro de ellas por Crus. A unos precios muy comedidos (40-50% sobre tienda) El servicio del vino a cargo de Manoli perfecto, copas Riedel, temperatura adecuada, reposicón.Así mismo el servicio de sala excelente, profesional y amable y con un ritmo adecuado entre platos.
Resumiendo, una cocina de calidad a un precio comedido y démosle pues la bienvenida y que tengan suerte ya que el equipo de EL Poblet, comandado por Manuela Romeralo, lo merece.

Hace pocos años los aficionados valencianos a la gastronomía veíamos con envidia cómo una pequeña localidad como Denia podía disfrutar de la cocina de Quique Dacosta, mientras que en la "capital", no. Ahora, tras la apertura de El Poblet, tenemos hasta 3 opciones.

El restaurante está ubicado encima de Vuelve Carolina, con lo que puede amortizar gran parte de su estructura y crear muchas sinergias, algo vital en cualquier empresa actualmente. Digo empresa, porque es evidente que Quique, aparte de un grandísimo cocinero, es un empresario pujante y con ideas. Es de agradecer en esta época.

Pedimos el Menú degustación de platos "históricos". No tengo en mente todos los platos que incluía, pero, entre otros, recuerdo una pequeña intro con el cubalibre de foie, el "bosque animado", los callos de tomate, unas gambas de Denia, un pescado (creo recordar que era corvina) con tirabeques y, sobre todo, me gustó el arroz de cenizas, presentado de forma diferente a como lo hace en Denia, pero espectacular también. El postre fue una gianduja de cítricos. Todo exquisito y en cantidades correctas.

Con los aperitivos tomamos una copa de fino La Panesa; con la cena, un vino tinto del Douro, cuyo nombre no recuerdo, y con la gianduja, un Auslese exquisito, que maridaba perfectamente. Los consejos de la sumiller y jefa de sala, Manuela Romeralo, siempre acertados y el servicio durante toda la cena, agradable y profesional.

Un último comentario, por si hay dudas: comer en El Poblet no es como hacerlo en Quique Dacosta Restaurante, experiencia de las más elevadas dentro de la gastronomía en España actualmente. Es un concepto diferente y menos sofisticado. Yo diría que la experiencia está más cercana a la de Vuelve Carolina, pero en un entorno más selecto (buena distancia entre mesas, reservados, puesta en escena, mantelería) y, sí, con la posibilidad de probar platos que se han hecho famosos allá.

Disculpad mis vaguedades con algunos platos y, sobre todo, con el vino, pero la cena fue hace ya una semana y no tengo delante la nota.

(El precio es con vino e IVA)

  • Arroz de cenizas

    Arroz de cenizas

  • Gambas de Denia

    Gambas de Denia

  • El "bosque animado"

    El "bosque animado"

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