Restaurante El Campero en Barbate
Restaurante El Campero
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
30,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
53 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.6
Comida COMIDA
8.4
Precio medio entorno ENTORNO
6.6
RCP CALIDAD-PRECIO
7.2
Piruleta de hueva blanca (semen de atun)
Parrillada de atún rojo de almadraba
salmonete de 225 gr
morrillo a la plancha
sashimi de ventresca
Sashimi de ventresca
Morrillo de atún rojo de alamadraba
Tataki de lomo de atún
Opiniones de El Campero
OPINIONES
45

De vacaciones por Cadiz y adictos al atún de almadraba visitar El Campero era imprescindible. Reserva con suficiente antelación para estar en el comedor principal, muy bien puesto, mesas anchas y separadas, equipo de sala amplio. Otros comedores con barra o mesas altas. Quedé impresionado de la capacidad del restaurante.
Y que se come? Atún, atún y atún. Un sashimi de ventresca extraordinario, un atún con tomate notable, un excelente plato de parpatana asada con curry y coco. Postres originales subidos de precio. El vino de la tierra nos gustó mucho un Las Mercedes de Callejuela elaborado con uva de la variedad Palomino Fino.
Recordando la carta las opciones de comer atún hacen de El Campero un restaurante único.

Tercera visita al restaurante El Campero, el cambio en la reforma y la decoración desde la última vez es espectacular, la localización del restaurantes no es la mejor está en una barriada y las vistas no son las mejores.

 

Mi sorpresa fue que en el comedor los comensales no bebía nadie vino ( agua y cerveza )  al  comprobar la carta de vinos me di cuenta de los precios abusivos de la subida desde la última visita, vinos triplicados de precio un abuso total. Las primeras páginas dedicadas a vinos de Jerez por copas y botellas, a mí me invitaron a una manzanilla Gabriela en otros sitios cobra 2€ y aquí 4€ y luego me la cobraron, se lo comunique al pagar y me la anularon de la nota, mal detalle.

 

Vamos a la comida, otras veces pedía siempre el menú de atún, esta vez unas tapas y 2 segundos.

 

Tapa de Atún y trufa una Delicia.

 

Tapa de Langostino muy Bueno.

 

Lenguado al vino fino Buenísimo.

 

Contramormo de Atún al horno Sublime plato estrella del Campero. ( La ración muy bien )

 

Cerveza y Agua.

 

Postres no pedimos, pero los precios altos de 9€ a 14€

 

Total 2 personas 84,05€

 

 

 El vino prohibitivo me quede con las ganas de pedir un vino blanco.

 

Las fotos hablan por sí solas

 

 

 

¡Al atún! ¡Al atún!

(Bien. Pero)

De cabeza al menú degustación de atún. Iba a eso. No tenía mucho que pensar. Desde ya puedo decir que me gustaron mucho más los platos calientes que los fríos.

Premisa: Tienen un producto excelente, de modo que la cosa va de no liarse mucho y ponerle sentido al asunto.

En la parte fría, lo dicho, un muy buen producto. "Pero", pues sin duda son cosas mías que a otros pueden no parecerles lo mismo. Los elementos de sazón eran demasiado notables y, desde mi punto de vista, no es necesario. Alto punto de sazón, idem el wasabi (que para mi era innecesario teniendo ese producto).
Muy bien la parte caliente. Impecables los puntos de cocción en la parrillada y solomillo (¡no seais melindríticos y comed corazón leche que tampoco es pa'tanto!). Riquísimo el galete guisado.

"Pero" general para todos los platos. Buff... a ver cómo lo digo. Tienen tan claro que tienen buen producto que los demás elementos no acompañan. Las guarniciones, las salsas, los aderezos... es como si estuvieran ahí por estar. Y es una pena, la verdad, porque un esfuerzo en ese punto mejoraría en mucho el asunto. No sé la razón, pero sí que debieran darle una pensada profunda a esto.

El asunto vínico. Tienen vinos, sí, pero el habitual (en Cádiz): Venden genial la comida y no el vino. Hay que sacar la información con sacacorchos. Por otro lado hay alguna persona del servicio que le pone un mínimo de intención y otros que no. En fin, de un modo u otro algo se bienbebió. Palo Cortado Cruz Vieja a 5,5 EUR (nota mental: Buscar esta bodega que me enseñó por primera vez Territorio Era QEPD), Cuco Oloroso a 4,5 EUR y Manzanilla Pasada Pastrana a 3,5 EUR.

Ahora el servicio. Sigh. Pues qué tristeza. No me malinterpreteis. No hubo ningún problema. En absoluto. Pero me pareció notablemente irregular. Bien es cierto que hay que poner el asunto en contexto. Ese día había en el restaurante un desembarco de huestes anglosoviéticas con unos modos tales que yo habría ejercido un justificado "Reservado el derecho de admisión". Modo más de chiringuito de sangría, mojito y perrito caliente que de personas que consideran el comer y el beber como una de las más nobles formas de civilización.

Al llegar me preguntaron por el asunto de beber, aperitivo y demás. Como siempre, agua fría y también vino. Todo el servicio iba transcurriendo normal (normal pero en ese contexto de guerra anglosoviética) y el agua sin llegar. Todo llegaba, pero no el agua. Llegó el primer plato y no hice ademán de comenzar. Me crucé de brazos hasta que alguien vino a ver qué ocurría. Hube de pedir agua hasta cinco veces antes de que llegase.
Cada uno es cada uno, pero para mi en la comanda va la comida, el vino y el agua y nada se debiera perder por el camino (o no perderse cinco veces al menos).

Por otro lado hay camareros que, aunque con demasiada premura, te cuentan el nombre del plato y algo más. No mucho más, pero algo más. Otros, por contra, llegan te ponen el plato, te dicen su nombre corriendo y desaparecen antes de que puedas decir: Disculpe, ¿me lo puede repetir?
No sé, de verdad, me sabe mal por el contexto que había, pero creo que precisamente son ellos quienes deben controlar el ritmo y lo que ocurre y no caer en esa batalla. Para bien o para mal va en la soldada hostelera.

En fin, luces y sombras. Y no os voy a mentir, en este momento lo tengo más en la sombra que en la luz. Lamentablemente es así. Necesitan revisar y mejorar. Debieran hacerlo.

El menú fueron 85 EUR, el bebercio ya lo habéis leido antes y un razonable cafelín para irnos a 100 EUR

Alguna vez hay que honrar a los dioses del mar, y éste templo formaría parte de los lugares a peregrinar. Aquí el aún es el centro del mundo y puedes probar sus diferentes partes, ¡y muy diferentes de texturas y sabores!, sus diferentes pasos por cocina y aunque no hay psotre de atún comentamosla posibilidad de hacer bien un trampantojo o en carpaccio y adobarlo con cítricos (naranja, lima, fresas..). Rizar el rizo.

El local propio de un comedor de club naútico, con decoración marinera (no puede ser de otra forma), transmitiendo elegancia y profesionalidad. Las luces del techo semejan estrellas en el cielo. Buena separación de mesas, buen menaje y linaje.
Llegamos pronto y acabó casi llenándose, pero no se notaba la presencia de la gente.

La carta de comidas con ensaladas, sopas frías, arroces. ¿El resto? diferentes platos de atún, hasta 18 diferentes. Un texto de El susurro de los atunes que merece la pena leerlo como oración en el templo.
También unos dibujos con los nombres de las partes del atún son información destacable.
También hay otros pescados y carnes, pero sería sacrilegio.
Elegimos el menú de atún (75€) y nos quedamos con ganas de alguna sugerencias del día tal como callos de atún, chuletón de atún, contra-mormo y alguna más, pero no nos atrevimos y nos salvamos porque aun así, sin extras, no todos acabamos el menú.
Muy de agradecer dejar el menú en la mesa para seguir la cadencia de platos y mesurar la bebida.

Para beber, una buena carta de vinos nos deja con muchas posibildades de elección. Coincidimos que el Dios merece un homenaje a la zona y nos quedamos en un blanco de palomino fino y tierraalbariza Bocaire.
El inicio del servicio fue algo tardío y el vino algo falto de temperatura al inicio, cosas del verano ya presente y de estar en Andalucía, pero hay que bajar el termostato de la nevera de vinos para tenerlo ya en temperatura de servicio.
El agua con gas Fontaura y Solan de Cabres para los de sin gas
Sobre la mesa panes variados y picos y envasado de regañá de Don Pelayo muy frecuente en la provincia y tan desconocida fuera.
Arrancamos con una manzanilla pasada Pastrana y por cortesía de la casa unos nigiris de atún (crudo).

El menú:
. tosta de atún y trufa: con una gotitas de alioli
. carpaccio de Paladar: con helado de albahaca y lima y esferifcaciones de soja. La carne del atún rojo parecía embochado.
. tartar de cola blanca: con espárrago de mar y esferificaciones de salsa yuzu, salsa de anchoa y cebollino. Servido sobre una hoja verde que contrasta bien con el atún y aporta frescor y ligereza.
. parrillada (corazón, morrillo y ventresca): con salsita de zanahoria; quizás el palto más educativo con tres partes muy diferenciadas del atún en taxtura, sabor, infiltración grasa con un nexo común: sólo apoyados en la plancha.
. galete: un bocado exquisito que demuestra el sabor del mar, muy bien la salsa sin hacerle perder protagonismo al actor principal.

En este punto se acaba el vino y optamos por un rosado ecológico, orgánico de cosecha propia familiar 2016 Eschatz sin DO que no gustó a todos, pero se acabó.
. facera (carrillada): salsa con patata, picante (quizás un punto de más)y piñones. El punto de picante echó atrás a alguno.
. parpatana asada: con salsa de ají amarillo y tortita de maiz
. postre: frutas asadas pero optamos por algo más ligero: Sorbete de coco, piña y menta.
Un postre necesita siempre compañía de uva, nos quedamos en esta tierra con un pale cream Mons Urium de crianza bajo velo de flor. Nuy recomendable.

No hubo petits fours con el café, pero si nos llegan a decir que eran con sabor de atún, nos lo creemos.
Algunos han tardado más de una semana en volver a comer atún.

Las explicaciones de los platos, las partes de atún y por qué hacerlo en cocina de esa forma, podían mejorarse y no limitarse a una mera cantinela de ingredientes. El sitio y el Dios, lo merecen.

Sitio imprescindible de conocer. Aquí o en su taberna en Zahara de los atunes. El especialista siempre merece la pena y aquí hay una gran especialidad.

El Campero, cuenta con una carta amplia, variada y aunque centrada en los productos del mar, tiene un par de opciones de carne para quienes no puedan pasar sin ella. Cuento de la carta hasta 29 elaboraciones distintas de atún y es que aquí se viene fundamentalmente a comer atún. Cuando uno recorre 725 km para llegar a Barbate, como fue mi caso, lo que debería comer en El Campero es atún.

Muy ilustrativo resulta el croquis de la carta indicativo de las distintas partes del atún. 24 distintas, que sirve de ayuda al comensal en la elección de los distintos platos.

Las propuestas vinícolas alcanzaran fácilmente la cantidad de 500 referencias, variadas escogidas con criterio y nada convencionales. Unas 100 corresponden a los generosos andaluces, en este restaurante les otorgan el protagonismo que merecen. Además disponen de una carta diferenciada para los vinos naturales… en definitiva un oasis para el buen aficionado.
Al cargo de los vinos, desde hace unos meses, está el sumiller asturiano Raúl. Profesional, discreto y atento.

La pasada Semana Santa tan temprana nos impidió poder degustar el menú de atún de almadraba que sólo sirven en temporada y que hubiese sido nuestra opción inicial. Así es que nos decidimos por compartir tres platos al centro y posteriormente cada uno eligió un principal.

Compartimos:

Revuelto de ortigas y gambas: original revuelto, al menos para nosotros. El huevo atenúa el sabor yodado de los dos componentes marinos y disfraza un tanto la textura de las ortiguillas que tanta animadversión genera en algunos comensales. Buena cocción e integración de todos los ingredientes de este sabroso plato.

Brochetas de atún rojo en tempura, buena materia prima y excelente ejecución de la tempura, poco más se puede pedir.

Callos de atún con morcilla de su corazón y pulpo. El entrante que más me gustó, si vuelvo me pediré un plato para mí solo. Me pierden los platos de cuchara, especialmente los que llevan garbanzos. Un potaje marinero intensamente sápido y bien elaborado. Deliciosa casquería marina.

Ana y yo decidimos compartir también nuestros principales, así es que pedimos:

Solomillo de atún con salsa de amontillado y yozu. Materia prima excelente, poco hecho, tan sólo vuelta y vuelta literal. Las salsas aportan un punto cítrico y de frutos secos, sin enmascarar el producto que es el verdadero protagonista.

Tartar de ventresca “toro” con hueva de tobikko negro. Lo terminaron de preparar en la sala. Perfecta la infiltración de grasa y muy buen corte para mi gusto, es decir tirando a grande. Las huevas del pez volador negro le dan el toque salado y crujiente a esta preparación deliciosamente melosa.

Mi postre: brownie de chocolate y helado, tan sólo correcto.

Para beber conjugamos vinos para todos los gustos:

Manzanilla Callejuela Madura. Una manzanilla de madurez media, es decir a medio camino entre una fina y una pasada. Creo recordar con una vejez media de seis o siete años. Muy buena y definida. Tiene de todo lo que deben tener este tipo de vinos, es: seco, salino, mineral, amplio y largo.

Blanco de Guímaro 2015. Prácticamente un monovarietal de la variedad godello, al que tan sólo le añaden un 5% de Treixadura y Doña Blanca. Un blanco sencillo pero muy completo, con aromas a frutas blancas maduras y recuerdos herbáceos. En boca es fresco gracias a su buena acidez y sus notas amargosas finales.

Taberner, un tinto de Cádiz pero elaborado por un valenciano para los que no perdonan nunca el vino tinto. Coupage de Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon. Tinto de marcado carácter frutal al que le acompañan notas de cacao y recuerdos de monte bajo. En boca tiene una entrada con cierta potencia, taninos amables y presenta cierta acidez que le otorga frescura. Muy bebible.

Restaurante dedicado casi monográficamente al atún, con un entorno cómodo y muy bonito, además con la posibilidad de disfrutarlo en tres ambientes distintos. La materia prima extraordinaria, su culinario excelente, unido a una carta de vinos con mucha oferta y buena selección, hacen de este restaurante aquello que algunos llaman un “imperdible”

Post completo ilustrado con fotos en: http://www.vinowine.es/restaurantes/restaurante-el-campero-en-barbate-un-imperdible.html

Para los amantes y/o adictos al atún, El Campero está reconocido como uno de esos lugares míticos que hay que visitar, es como una especie de paraíso donde degustar ese exquisito bicho.

Tenia yo recelo en visitarlo - si, ya sé que es una tontería -, pero tenia aun fresca en la memoria, pasados intentos, hace ya muchos años, en los que fui incapaz de encontrar un sitio donde poder aparcar, y ello creó un sentimiento negativo hacia una nueva visita.

Pero uno con los años, se hace mas blando, y cada vez es mas difícil resistir las presiones y las recomendaciones de los entendidos, así que, vamos para allá y que sea lo que tenga que ser.

Pues mira tu por donde, casi en la misma puerta y a la primera de cambio, encuentro un hermoso hueco donde dejar el coche, ni que me estuvieran esperando. Claro todo tiene su truco, he llegado con dos horas de antelación y a esa hora hay múltiples posibilidades en la misma calle, luego, a la salida, ni en la calle ni en las calles próximas, cabe un coche mas.

Tres espacios, terraza, zona informal y comedor. Todos, poco a poco, se van llenando hasta alcanzar el lleno completo. ¡Que será esto en Agosto!

Salón muy elegante con predominio de colores blancos y negros, por momentos parece que no estás en Barbate sino en la capital. Tremendo contraste entre el aspecto exterior del local y el de su interior.

Gente de sala, uniformada, bien conocedoras de su oficio, saben estar, saben aconsejarte, utilizan el gracejo de la tierra pero de una forma comedida, alegre pero cercana. Muy bien.

Carta de comercio consagrada al atún y sus inmensas posibilidades, aunque también hay oferta de otros pescados, mariscos e incluso carnes. No es el caso, aquí hemos venido a por el atún.

De la carta de bebercio no puedo opinar, es noche y luego hay que conducir bastantes kilometros, asi que cervezas y a lo sumo una copa de vino, por cierto, Forlong, un blanco de la tierra, vino natural, elaborado con uva palomino, ya conocido y catado, muy agradable para maridar con este bicho.

Pues sin mas preámbulo, comenzamos con el disfrute, y para ello y como aperitivo, unas suculentas, sí, suculentas Albóndigas de atún con tomate picante. Bien empezamos, me saben a poco, y quiero mas pan para mojar.

- Tataki de atún blanco. Guiño a la cocina japo, pero con un producto de altura. Esto es otra cosa. Vaya calidad de producto, apenas tocado, que sabor, que textura.

- Ajoblanco con tacos de atún rojo. No podía faltar en nuestra comanda el guiño a las sopas frías. Ortodoxa, se saborea la almendra, el detalle del atún en tacos no desentona.

- Morrillo de atún a la plancha. Insistente recomendación por parte de la sala. Hasta ahora el mejor morrillo degustado. Apenas plancheado y acompañado de un toque de pisto de verduras y un toque de puré de calabaza. Espectacular.

- Contramormo de atún al horno con patatas panaderas y mahonesa de yuzu. Era una de las propuestas que llevaba in mente. Las otras quedarán pata futuras visitas. Generosa ración, grasa por consiguiente muy jugoso. Agradable.

- Tarta Tatin de manzana, crema agria de yogurt y helado de vainilla. Tarta individual, ejecutada muy correctamente, servida con la temperatura adecuada. Buen cierre de cena.

Cafés con hielo para no variar, ponen punto y final a esta muy buena experiencia, y ahora a la carretera que el camino nos espera.

Atún. Así, sin anestesia. Fin de la cita.

Amplísimo local. Blanco. Zona de restaurante y barra de bar separada, aunque comunicada.

Mi idea era comer atún en cortes que no es posible encontrar en la capital del imperio. Qué frío con el servicio. Me costó un poco bastante establecer la comunicación con ellos. Poco comunicativos. No es que alguien enfermizamente tímido necesite interactuar con el resto de la humanidad, pero para estos bretes se necesita un poco de ayuda para saber qué comer y, sobre todo, qué beber. Ya sabéis, ¿qué tenéis? Tenemos de tó. ¿Manzanilla? ¿Fino? Sí. Ay & sigh. Pero oooooye, un par de quiebros y súbitamente se abre la defensa y se vuelven habladores, recomiendan, sonríen y todo cambia. Muuuucho mejor así, ¡dónde va a parar!

Decía yo que venía a comer atún. Por ejemplo unos callos de atún con morcilla de su corazón muy ricos y en los que me habría gustado encontrar una pizquitina de picante.

Corazón de atún. Presentación como que no sé. Plato cuadrado, corazón fileteado, en una esquina un octavo de limón (sic) y en la otra unas zanahorias laminadas que me parecieron levemente encurtidas. Muy bueno el corazón. Para los que duden: Sabor intenso y profundo. Similar al hígado, pero sin llegar a esas notas ferruginosas del mismo.

Facera de atún en salsa de piñones, toque de crema de patata ligeramente picante y salicornia. Muy buen plato.

Piruleta de letón. Mmm... ¿Por qué le llaman piruleta a lo que siempre ha sido un pincho? Muy rico.

¿Para beber? Costó un poco conseguir saber qué beber, dado el hermetismo inicial. Con los dos primeros una manzanilla en rama Aurora y con los dos siguientes Tío Pepe en Rama.

¿Postres? Pues no parece que en la zona de barra haya, sin embargo me ofrecieron hacerme una macedonía de fruta con zumo de naranja, que te cortan y sirven en ese momento. En líneas generales habría dicho que neke, pero mirad, yo ya llevaba tanta agua en el cuerpo que necesitaba tomarme algo "hogareño". ¡Venga esa macedonia de fruta! Esta decisión de tomar la macedonia me llevó a algo inesperado. La persona que me atendía me preguntó si me podía sugerir un vino para este postre y lo que me ofreció no lo conocía de nada. ¡A por ello! Un vino llamado Pandorga, de uvas asoleadas. Con el dulzor del PX y la frescura del moscatel. Riquíííííííííísimo. Si os lo cruzáis, no lo dudéis.

En suma, el lugar me gustó. Directamente cocina de producto, no obstante me pareció que tenía cierta tendencia al "platocuadradismo" que les deja a media salida.

Cinco personas a la mesa en un día de calor con fundamento. El restaurante es cómodo, bien montado, de buen nivel tanto en vajilla como en cristalería. Servicio de escuela y sumiller que sabe recomendar.

Aperitivo

Makis de atún y verduras con salsa de soja. Muy buenos.

A compartir

Una de ortiguillas fritas (12). Bien. No soy amigo de sabores tan yodados, pero no me disgustaron.

Salmonete frito -325 grs.- (14,63). Correcto. Prefiero el sabor de los salmonetes del Norte. Decepciona la presentación, simples trozos de salmonetes con espinas, fritos sin más, aunque con buen punto.

Langostinos plancha -1/2 Kg.- (45). Espectaculares. Doce piezas esplendidas apenas tocadas por la plancha y con el punto justo de sal gruesa. Para comerse un ciento.

Individuales

Arroz marinero -2- (42). Lo compartieron dos comensales y la niña. Muy bueno de sabor, de punto y de ingredientes. Mariscos y pescados pelados. Coronado por un par de excelentes carabineros con el cuerpo pelado y la cabeza para eso, para devorarla.

Atún al horno (25,50). Contamormo asado con un fondo de patata panadera. Sublime. El mejor plato de la semana. Sedoso, graso... riquísimo. Y las patatas para ponerlas un piso.

Morrillo a la plancha (28). Mi plato. Muy bueno, aunque por debajo del contramormo. Acompañado de un puré de calabaza insustancial y una extraordinaria fritada de tomate.

Postres

Bizcocho de chocolate -2- (14). Hacía mucho que no disfrutaba tanto de un postre (no soy goloso). Excelente bizcocho caliente, delicioso helado de chocolate.

Sorbete de limón (4,20). Eso, sorbete, pero de los de verdad. Rico.

Maceta de café (8). Original (y muy rica, según dicen) decostrucción de un tiramisu presentada en un pequeño tiesto simulando la tierra con galleta triturada.

Bodega

Tierra Blanca -2- (24). Queríamos un blanco fácil de beber, fresco, y este cumplió sin problemas.

Agua, cafés y una copa de PX cerraron una comida exclente.

La elección de los platos de atún corrió a cargo del maitre, al que no perdonaré que me diese a mi el morrillo y al otro comensal el contramormo.

Los precios incluyen el Iva y hay que añadir el clásico "pan y aperitivo" que fueron 9,75.

En mi semana anual de estancia en El Puerto de Santa María, aunque no nos gusta en nada el movernos del lugar, esta vez nos animamos en coger el coche y visitar en Barbate este restaurante.

Con reserva previa el día anterior, nos acomodan en el comedor interior a cuatro adultos y dos niños, en una mesa amplia, bien vestida con caminos de mesa de hilo y servilletas de buena calidad y tamaño. Buena temperatura ambiente.

Del resto del entorno no comento detalles, pues están descritos previamente en los anteriores comentarios.

Tras unos aperitivos de la casa.

Para las niñas se pidió: una de caña de lomo y combinado de salazones, ahumados y conservas de atún rojo.

Los adultos hemos compartido:

Gambas blancas cocidas
Tartar de toro.

De platos los adultos:

Contramormo de atún rojo al horno con patata panadera.
Carpaccio de lomo blanco con agridulce de aceitunas y sorbete de wasabi.
Dos personas ventresca a la plancha de atún rojo con patata panadera.

Todo lo comentado nos gustó, tanto a las pequeñas como a los adultos, a destacar en plan positivo el carpaccio, tartar (acabado de elaborar a pie de mesa) y el contramormo. En mi criterio algo falta de presentación, que no de sabor y textura, la ventresca. El servicio del tartar se acompaño de dos especies de obleas, que por una parte eran industriales y por otra, el numero de dos nos pareció poco adecuado, puesto que ya se había apuntado que el tartar era para compartir entre cuatro.

Dado que habíamos previamente en otro local, “picado cosillas”, no pudimos llegar a los postres y se cerró la comida con unos cafés.

Otro detalle, en mi criterio poco afortunado, es que el café, que por cierto estaba bien bueno, se sirviese en tazas con publicidad (en concreto Catanambú.

En cuanto a la carta de vinos, ya ha sido comentada, me encontré en el capítulo de blancos especiales, Pirita 2012 de mi amiga Charlotte Allen y dado que es un vino que me encanta y en su honor, nos tomamos dos botellas. El precio del mismo considerado, pues estaba a 17 euros. Buena temperatura del vino y con unas buenas copas. En el lado negativo del vino, apuntar que en la segunda botella solicitada, no solo no se ofreció a probar ni se cambiaron las copas, es que el camarero sirvió de la segunda botella sobre restos de vinos de la primera.

La comida se completo con agua y tres finos, ascendiendo la cuenta al final a 221 euros.

Comentario:

Claramente la materia prima del local merece un desvío.
El servicio diligente, pero sin intentar empatizar lo mas mínimo con el cliente.
El entorno adecuado a este tipo de cocina y restaurante.
El capítulo de los vinos, esta algo por detrás de la cocina, con detalles a mejorar.
El precio adecuado, pues a casi 37 euros, aunque dos eran niños, pero que comen bien y no hubo postres, me parece bien justificado.

Estamos probablemente ante uno de los mejores restuarantes de pescado en España. Las piezas y tratamiento del atún son insuperables (el morro y los tartares son de otro planeta), pero la calidad y elaboración de otros pescados no desmerecen.
Van mejorando también otros aspectos. La carta de vinos es bastante aceptable. El servicio es amable y profesional y el espacio es agradable.
Lo negativo? Quizás los postres (no siendo malos) no están a la altura del resto de platos. La localización tampoco es propia de este restaurante, pero eso creo que tiene difícil arreglo.

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