Restaurante Mesón El Riscal en Carbonero el Mayor
Restaurante Mesón El Riscal
País:
España
Provincia:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
42,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Creo que la primera quincena de julio.
Nota de cata PRECIO MEDIO:
58 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.0
Comida COMIDA
7.8
Precio medio entorno ENTORNO
6.9
RCP CALIDAD-PRECIO
7.4
steack de buey con huevo frito
En la finca de los bueyes del riscal
reportaje del riscal
Clientes y amigos
Opiniones de Mesón El Riscal
OPINIONES
18

Poco más que añadir a comentarios anteriores. Jueves a mediodía y el local a reventar, circunstancia que no acusó el servicio.

Excelente carpaccio de buey con vetas de foie y jamón ibérico, acompañado del mejor pan que tomamos durante las vacaciones y un generoso chorro de aceite de oliva.

Mención aparte merece el tuétano a la brasa, sublime. Pieza de más de un palmo cortada longitudinalmente y marcada a la brasa...de llorar.

A diferencia de la anterior ocasión en que visité el restaurante en la que tomamos el buey a la piedra, -corte de cadera y lomo-, en esta ocasión optamos por el solomillo a la brasa, con un punto de cocción perfecto y un sabor extraordinario.

Carta de vino muy extensa y con algún que otro chollo. Vega Sicilia a 95 €...no les quedaba. Dalmau a 40 €....tampoco.

Finalmente tomamos un Hacienda Monasterio a 38 € la botella, y que estaba muy rico.

En este sentido, debería mantenerse la carta de vinos actualizada ya que puede dar la impresión de que determinadas referencias solo se incluyen como recuerdo o en el peor de los casos, y siendo mal pensados, prefieren guardarlas para mejores ocasiones.

Con el vino, sobre 65 € por persona, lo que evidencia una muy buena RCP.

Quienes nos autocalificamos como amantes de esto de la gastronomía disfrutamos sobremanera cuando encontramos algo singular, novedoso o poco común. En ocasiones, ésta nuestra pasión nos lleva a realizar viajes y peregrinaciones a lugares alejados de nuestros hogares con el único objetivo de poder probar esto otro o aquello de más allá. Y, cuando lo encontramos, esa agradable sensación que provoca el poder decir “ha merecido la pena” invade nuestro cuerpo y nos llena de satisfacción.

Llegamos al Riscal con esas expectativas, con la ilusión que despierta el haber oído y leído tanto y tan bueno de esta casa, con el afán de probar sus excelentes carnes y, a la luz de todo ello, estar en condiciones de emitir el propio juicio. El menú que nos espera por delante tiene una pinta excepcional y, fruto de ello, tomamos mesa rápidamente y nos preparamos para disfrutar.

Un mesón de los de siempre. Esa es la imagen que transmite el restaurante desde el exterior. Nada da a entender que se trata de un destino de peregrinación gastronómica, de uno de los grandes templos carnívoros de este país. Como tantos y tantos otros sitios esparcidos a lo largo y ancho de la geografía española, el local se sitúa junto al margen de la antigua carretera nacional, otra de esas vías que vivieron días mejores y que ahora disfrutan de la paz y tranquilidad que las autovías les han dado.

La arquitectura y la decoración son de un marcado estilo rústico-tradicional. En esa misma línea se mueven aspectos como el atuendo del personal y el trato que nos dispensa el servicio. Clasicismo a rabiar con todo el encanto que éste tiene cuando se muestra en su más alto grado: esos camareros vestidos como siempre, sin prendas estrafalarias ni mandiles, esas paredes repletas de cuadros y otros objetos, ese trato cortés, educado que, cuando la mesa se relaja y lo permite, se vuelve pícaro y socarrón…

El Riscal atrae al forastero por su especialidad en carne de buey. Los bueyes, cabestros o mansos, son toros de lidia que fueron castrados antes de cumplir su primer año de vida con el objetivo de desposeerles de su bravura y que hacerlos servir como ayuda en las tareas de pastoreo de las manadas de reses bravas. La gente del Riscal se dedica a buscar estos bueyes en  ganaderías de lidia que quieren deshacerse de ellos, comprarlos y llevarlos hasta su propia granja para engordarles y darles la mejor vida posible. Hay que tener en cuenta que se trata de animales que han estado sometidos a una vida bajo el stress constante que acarrean las tareas propias de cabestro o manso en los festejos taurinos callejeros de este país: los encierros, la suelta de vaquillas…

Una vez en la granja, situada en las cercanías de Carbonero el Mayor, los animales se alimentan a base de los pastos del campo y pasan sus días en medio de un ambiente tranquilo y sosegado. Se sacrifican para su aprovechamiento en el restaurante a partir del cuarto año de vida y la cadencia mensual para poder abastecerse es de entre siete y nueve animales al mes.

Con este largo y costoso proceso se obtiene una carne de gran calidad, totalmente diferente a la que se saca de las otras reses que abastecen los grandes mercados y que, en muchas ocasiones, se comercializa bajo la catalogación de “carne de buey” sin serlo. Este trabajo les ha permitido a los del Riscal obtener una calificación propia y exclusiva para su producto que se registró con el nombre de Cabu (Carne de buey) y que es la única del planeta junto a la del famoso Kobe japonés.

Nuestra visita al Riscal vino de la mano de la peña Los Restauranteros y, especialmente, por obra y gracia de Ramón Cobeña, miembro de la misma y que fue quien ofició como anfitrión en éste nuestro noveno encuentro por tierras de Castilla. Llegamos a comer un sábado a mediodía, cercanas ya las cuatro de la tarde, y fuimos acomodados en un bonito comedor privado que hay en el sótano del lugar, justo al lado de la bodega.

Este fue el menú que nos habían preparado:

Alcachofas al horno con virutas de ibérico: En primer lugar, sorprende la presentación del vegetal. La alcachofa ha sido planchada de modo que queda totalmente plana cosa que facilita su cocción. Después, al degustarla, el efecto sorpresa continúa, ahora por su textura. La parte exterior ha quedado crujiente mientras que el corazón está muy tierno. El sabor es elegante y fino y se agradece el uso mesurado del jamón que complementa pero no prevalece sobre el de la alcachofa. Un buen comienzo.

- Carpacho de buey: Nos sirven una ración para cada uno y, cual si fuésemos perros de Pavlov, comenzamos a salivar de inmediato. La carne tiene una apariencia espectacular. Se usan los solomillos y, antes de congelarlos para poder conseguir ese corte finísimo tan característico, intuyo que se le infiltran láminas de foie. Nuevamente es admirable el sentido de la proporción de uno y otro elemento. Complementa, pero para nada enmascara el sabor de una carne de tan alta calidad.

- Tuétano al horno: Me enseñaron a comer las cañadas desde mi infancia y siempre han sido muy apreciadas en nuestras comidas familiares. Tener ante ti medio tuétano de tamaño considerable es una auténtica gozada. Hacemos servir la cucharilla para no dejar ni rastro de tan apreciado manjar. Acertado el aliño presencial a base de miel de caña.

Judías con chorizo de Cantimpalos: Mi problema con algunas legumbres me impide disfrutarlas como estoy seguro que se merecen. Un problema personal con la textura terrosa de las judías. Tomé unas pocas, los tropezones de carne y el caldito que estaba exquisito.

- Carne de CABU a la piedra: Llegan a la mesa grandes platos con la carne por cocinar. De no ser por estar ya al corriente del corte que se usa en esta casa, me hubiese sorprendido sobremanera la finura de las tajadas, en clara oposición a las gruesas chuletas que se sirven en otros mesones. Se usa la parte del lomo alto. Carne madurada cuarenta días, si no recuerdo mal. Una curación no excesiva para disfrutar de la carne en su esplendor y sin los matices propios de una crianza en cámara con mayor duración. Se sirven a la vez varias piedras a alta temperatura. El comensal se encarga de cocinar la carne con la gran ventaja que cada uno elige el punto ideal. Las piedras se cambian constantemente, así como las fuentes de carne que se sustituyen rápidamente nada más quedan vacías. Personalmente, creo que no he disfrutado tanto como en el Riscal al poder tomar la carne de forma tan cómoda, a la temperatura ideal y al punto que a mí me gusta (realmente muy poco hecha). Un festín carnívoro.

Postres variados: Un bizcocho de ponche segoviano, una mousse de queso y unas bolas de helado de fresa y chocolate. Pasan desapercibidos después de tamaño festín.

Como en la cena del día anterior en el restaurante Villena de Segovia, acompañamos la comida nuevamente con los vinos que elabora la bodega Valle del Botijas, propiedad de nuestros anfitriones en el encuentro, Ramón y Juan Manuel, y de la que también forman parte Jesús García, alma mater del restaurante El Riscal, y su hermano Javier, quien se encarga de la selección de las reses y de la dirección del granja.

Acabo esta narración volviendo justamente al principio. Es muy agradable descubrir nuevas sensaciones, otros productos y técnicas que consigan sorprenderte y que te reconforten tanto cuando eres un apasionado de la buena mesa. Y, sin duda alguna, la carne del Riscal, su calidad, su maduración, su peculiar corte y la forma en la que se propone al comensal que se cocine consiguieron hacerlo. Por todo ello, es de justicia mostrar todo el reconocimiento y admiración a los hermanos García, Jesús y Javier, y a todo el equipo del restaurante. Bravo.

Post ilustrado en: http://www.vinowine.es/restaurantes/el-riscal-donde-si-puedes-degustar-carne-de-buey.html

Reunión de restauranteros del sábado, en esta ocasión el organizador del encuentro es Ramico, socio de la bodega Valle de Botijas, junto con los dueños del restaurante Riscal y Juan Manuel, amigo y también fundador de la bodega, comentó esto para que entendáis el día tan bueno , gastronómicamente , que nos hicieron pasar entre todos ellos.

Empezamos con una interesante visita a una quesería artesana muy cercana a la bodega, Camino de la Ermita, donde Javier nos contó el proceso que lleva a cabo para la elaboración de sus quesos de oveja, artesanales y de leche cruda, mira que me gusta el queso y que lo he visto hacer por la tele, pero nunca había visitado una quesería , allí catamos un par de quesos y una crema, para ir abriendo el apetito.

A continuación visitamos la bodega de Valle de Botijas, nos sentimos como en casa, nos explicaron sus proyectos e ilusiones, nos enseñaron como hacen el vino, el mimo que tienen a la hora de elegir los viñedos, como estudian lo mas conveniente para la elaboración de vinos lo mas naturales posibles, sin añadidos de levaduras, y siempre rezando para que arranquen las fermentaciones de manera natural, sin ayudas exteriores y añadiendo el mínimo sulfito necesario, probamos de los depósitos , verdejo , tempranillo , merlot y syrah , de estas tres ultimas hacen un coupage para los tintos , que agradecemos que retrasasen , para poder probarlas por separado .

Actualmente tienen embotellado , un rico verdejo , nada que ver con los atiborrados a levaduras , siempre me ha gustado mucho , un rosado de sangrado , sin prensado , ciertamente rico , un roble y un estupendo crianza , con la madera justa , os comento esto porque son los vinos con los que maridamos el menú .

Después nos acercamos hasta Carbonero el Mayor, a casi media hora de Segovia, allí nos seguimos sintiendo en casa, ya que Jesús y su hermano, propietarios del local, son también socios de la bodega y amigos de Ramon y Juanma, de otra manera no se entendería que llegásemos tarde , a las cuatro y no hubiese ni una mala cara , al final se retraso todo un poco , estas cosas se saben cuando empiezan , pero ….

Teníamos una mesa montada en un reservado al lado de la bodega, espaciosa, bien vestida y con numeroso menaje.

Empezamos con una alcachofa confitada y frita, mantequilla por dentro, crujiente por fuera, acompañada de virutas de ibérico.

Carpaccio de buey y foie, exquisito, una ración para cada uno, bien hermosa, nada de al medio para compartir, se notaba que jugábamos en casa, estupendo.

Tuétano al horno, sublime, asado con miel y acompañado de cebolleta dulce, todo un detalle, ya que hay muy poco.

Luego unas ricas judías blancas con chorizo y oreja.

Y para acabar la famosa carne de buey a la piedra, CABU, carne de buey certificada, junto a la de Kobe en Japón, las dos únicas con dicho certificado.

Ya sabéis que soy de carne madurada, vaca o cuando tengo ocasión Buey, esta tiene solo 45 días de cámara, se presenta en cortes finos y con una piedra caliente, que van cambiando cada poco, todo tiene su aquel y durante la posterior visita a la granja donde están los bueyes, Jesús nos fue aclarando cosas.

No tiene ese sabor tan fuerte que a mi me gusta, sin embargo tiene un sabor muy elegante y sutil, que hace que a medida que vas comiendo te apetezca mas, no es tan pesada como la de vaca, y entiendo, como así comento Jesús que no necesita el añadido de sabor de la brasa, muy común en la mayoría de elaboraciones, cuando de carne roja se trata, este paso, muy leve, para gustos, por la piedra, no enmascara el autentico sabor de esta carne , reconozco que en esta ocasión , el lomo alto me gustó mucho mas que en mi primera vez , quizás he ganado experiencia todos estos años , comiendo carne de todo tipo y , creo que gracias a Jesús y a sus relatos he aprendido a apreciarla mas y a darla mas valor , por supuesto no renuncio a la mayor maduración , pero si que reconozco que se pierde sutileza y elegancia , a favor de la potencia sápida .

Bueno nos sacaron por lo menos un buey, eso fue un no parar, y con sus ricas patatas fritas, después unos postres variados, mousse de queso, de chocolate, ponche segoviano y helado de fresa, cafés y gin, 70€.

Después nos llevo Jesús hasta la granja, menudo espacio mas chulo, grandes extensiones, verdes prados, lagos para que beba el ganado, muchas esculturas que hace el hermano, separados los bueyes entre los que llegan y los que van haciéndose enormes tras la alimentación.

El buey es el toro castrado durante el primer año , el cabestro es un buey , que se dedica a la ganadería brava y luego estarían los bueyes de trabajo , de estos quedan mas bien pocos , ya que con la tecnología nadie utiliza estos animales para el trabajo del campo , quedan algunas parejas de tiro de piedra y poco mas , digamos que este estilo de buey es casi como un unicornio , y desde luego si un día se acaba con la lidia , imagino que la desaparición del cabestro o manso , ira de la mano , así que aprovechemos mientras podamos , eso si , siempre nos quedaran las vacas , digo yo .

Se nutren básicamente de cabestros de la ganadería brava, que recogen y alimentan durante tres años, hasta ponerlos hermosos, todo este proceso tiene unos altos costes de alimentación y mantenimiento, lo bueno es que al ser todos los animales para consumo del restaurante, ya que no venden a nadie, aprovechan todo del buey, por lo que comer buey en Riscal es tan asequible, hacen hasta pizzas, en otros locales, al solo utilizar los lomos para chuletones y no aprovecharlo todo, encarece poder comer buey .

Una velada muy especial, agradecer a Ramon, Juanma y Jesús, su paciencia y su despliegue de medios, nos trataron de puta madre y considero el precio un regalo para lo comido y lo bebido, y como esto no se puede puntuar, ya que cuando te da un amigo de comer queda feo que lo puntúes y mas cuando te agasajan, será, creo, mi primer restaurante sin puntuación oficial , aunque entre nosotros de diez todo .

Muchas ganas tenia de ir a este templo de la carne de buey (CABU) y sobre todo despues de la decepcion de la ultima visita a El Capricho.
Reservé semanas atrás y el local al llegar ya nos indicaron que estaba llenisimo y eso que es enorme.
Los dueños, dos hermanos, estan detrás del recibimiento y atentos a todo como luego explicare.

Como no eran apenas las 14:00 el local estaba bastante vacio y nos tomaron nota con bastante rapidez. DE agradecer que tengan medias raciones ( que son enormes) porque asi probamos un par de primeros.
Compartimos:
- Mollejas con pimientos y cebolla. Muy ricas
- Pulpo frito con helado de mostaza. Bien pero ya cansa el abuso de este plato
El camarero nos explico que nos recomendaba Cabu a la piedra para hacerlo a nuestro gusto y que en especial lo mejor es la cadera. Asentimos y cual fue nuestra cara cuando viene un plato con unas finisimas lonchas de carne con aspecto de filete por asi decirlo y que cuando ponemos en la piedra caliente echan aguilla y se convierten en unos filetitos de los que comen los niños.

Yo creo que nos vieron las caras porque el dueño se acercé en el primer bocado a interesarse y le dijimos la verdad ( ya no miento ni piadosamente).
Nos explico que esa parte de la cadera se recomienda a quien no esta muy habituado a la carne de buey, a niños, etc.
Le explicamos que nosotros somos carnivoros, de buen chuleton casi crudo y de carnes muy maduradas.
Despues de esto se llevó la fuente y trajo por fin lo que habiamos venido a comer … unos esplendidos trozos de lomo de buey que vuelta y vuelta estaban de cine.

Para beber tomamos un Vizcarra Senda del Oro que esta muy bien y a 14 € y finalizamos con cafes.

Al salir charla con el otro hermano que nos explico que compran bueyes y cabestros y que llegaban 5 en breve ( lo constatamos porque al salir justamente llegaba el camion). Mi opinion es que al tener el animal entero tienen que dar salida a todo. El precio de la carne a la piedra es unico (25 € por comensal) y si se coloca cadera … pues mejor que si se pone lomo…

Ya sabiendo esto, estaremos encantados de repetir y ya nos insitieron que digamos que parte queremos y ademas que nos traigan la sal aparte ¡¡¡¡

En resumen, gracias a comentar lo que nos parecia la carne y no mentir, resulto una experiencia de sobresaliente altamente recomendable.
Salimos por 90 € . Por ese precio no come una persona el buey premium en El Capricho
Gracias por ese nivel de atencion con el cliente. Se agradece ¡¡¡

Local sobradamente descrito, y al que yo creo que todos vamos a lo mismo a comer buey, aunque tiene mas cosa y ricas la estrella es el único buey, junto con el de la ciudad de Kobe, que tiene la certificación como tal.

Coincidimos en el menú con el disfrutado por jose y es que claro uno se queda con ciertas referencias.

Empezamos por Carpaccio de buey CaBu con foie de oca y aceite de jamón ibérico, no le viene mal la combinación a esta carne, que de sabor, para los que estamos acostumbrados a la vaca vieja, se nos hace suave.

Tentáculo de pulpo frito con helado de mostaza a la antigua y aceite colorado, buen punto y textura del pulpo y acertado contraste del helado de mostaza.

Y antes de la carne unas Croquetas caseras Riscal, ricas y como dice jose nada aceitosas, al final omitimos el mangalica, y yo después de ver esos cerdos lanudos y las condiciones de las granjas, creo que lo omita for ever, pues no tenemos unos bonitos cerdos.

Nos pedimos el Buey CaBu a la teja, para cuatro, aunque Uxue no come tanto, pero ya que estábamos, mejor que sosobre que sofalte, avisado de las distintas partes del buey optamos por el lomo alto, al comentar que éramos de vaca vieja, ya nos hicieron saber el suave sabor de esta carne y también nos dijeron que a medida que fuésemos comiendo le íbamos sacar mas sabor y así fue , perfecta textura y perfecto servicio de los recipientes incandescentes , vamos las tejas , nada mas que notaban que no hacia ruido , nos la cambiaban y así varias veces , profesionalidad y buen hacer.

Grasa blanca, con la que impregnábamos la teja antes de poner la suculenta carne, nos obsequiaron con un poco de cadera para que comparásemos, se agradece, pero me quedo con el lomo alto.

Nos tomamos dos postres, ya no me acuerdo de que, pero si recuerdo que tenían muy buen nivel de ejecución y caseros a 5,20€.

Para beber también seguí los paso de Jose, un valle del botijas 2011, de lo poco que les quedaba pues ya están con el 2012, ya me conocéis, no sepo de vinos, pero diría que es un vino hecho para comer con este buey, nos encanto, suave, delicado y en magnifica conjunción con la carne y a un precio, para nuestro entender muy bueno, 22€.

Servicio de pan a 2€ y unos gin-tonic de blue ribbon a los que nos convidaron, en otra ocasión me dijeron que les dijese para ver la granja de animales.

Un placer probar autentico buey, el único certificado como tal en Europa y un precio mas que razonable .

El Riscal cuenta con más de 50 años de historia y es la segunda generación la que está al frente de la gestión. Cuenta con varios comedores, uno rústico castellano, propio de los mesones, otro con una decoración más moderna y el privado situado en la bodega.

La carta es amplia y variada, con una cocina de estilo tradicional con el plato fuerte del buey. Jesús García está al frente del servicio, numeroso y muy profesional. Este simpático segoviano, dotado especialmente para el trato personal, nos atendió con maestría y un estilo propio, muy jocoso pero esmerado.

Puedes acompañar las viandas de El Riscal con hasta 160 vinos distintos, con claro y lógico predominio de los tintos y entre estos los de Ribera del Duero, Toro, Rioja y los Vinos de la tierra de Castilla y León. El servicio del vino cumple con la liturgia en los primeros pasos de presentación y prueba y primer relleno, luego queda accesible para que te puedas servir tu mismo. La cristalería de calidad y el recargo en los vinos muy aceptable.

Compartimos como entrantes:

Carpaccio de buey CaBu con foie de oca y aceite de jamón ibérico. De color intenso y muy sabroso. Tal vez sea la mejor manera de apreciar el sabor particular de la auténtica carne de buey.

Tentáculo de pulpo frito con helado de mostaza a la antigüa y aceite colorado. Un pulpo muy tierno. Curioso y acertado el contraste con el helado de mostaza.

Jamón Mangalica, estando bueno, me quedo con nuestro ibérico.

Croquetas caseras Riscal, muy buena cobertura, crujiente y nada aceitosa.

La mayoría nos decantamos por el Buey CaBu a la teja, que nos presentaron de dos cortes distintos: el lomo y la cadera. Una carne roja, magra y muy tierna.

La cadera sin grasa de un granate oscuro. La del lomo más roja, con algo de grasa infiltrada y también rodeando la pieza.

Lo único que no me convenció fue que la sal ya venía por encima de la carne, yo la serviría aparte para aderezar la carne, a gusto del comensal, una vez cocinada. Mira el color blanquecino de la grasa de la carne de buey, según Jesús Garcia, uno de los distintivos de esta carne.

La carne vino acompañada de unas buenas patatas fritas caseras y unos sabrosísimos tomates de Pinarnegrillo.

Los postres son variados, caseros, bien presentados y de un precio muy razonable, entorno a los cinco euros cada uno. Yo tomé un mousse de chocolate negro de tanzania con sorbete de pera y Ana un curioso mezclote que recordaba la merienda de la infancia: plátano, yogur y galleta.

Para beber tras las cervezas iniciales de rigor, dos botellas de un potente y sabroso vino Valle del Botijas 2011 que armonizó a la perfección la carne de buey CaBu.

En la sobremesa Jesús nos quiso invitar a un Gin Tónic pero declinamos agradecidos, porque teníamos que seguir nuestra ruta de Castillos Segovianos.

Recomendable restaurante donde poder disfrutar verdadera carne de buey.


Post completo ilustrado con fotografías en: http://www.vinowine.es/restaurantes/autentica-carne-de-buey.html

Coincido en muchos de los comentarios, tanto buenos como no tanto. Comimos un pudin de calabacín y puerro con demasiado huevo y poco sabor a las verduras. Después una ensalada con esturión y pera con helado del mismo, una fórmula que funciona en el sabor pero que no me convence en cuanto a las texturas y temperaturas. A continuación el buey a la teja. Para mi gusto demasiada sal para los filetes que son muy finos. La carne bien pero depende del corte que te toque. A nosotros nos tocó filetitos de contra o de culata de contra, eso sí muy limpios y de aspecto envidiable. Después de comernos el plato que traen (yo calculé que podría haber unos 600 g de carne), nos ofrecieron si queríamos un poco más (como 300 g más) de otro corte más fino, al que nos "invitaron". El postre fue chocolate de tanzania con frutos rojos liofilizados, el chocolate muy bien pero la liofilización de los frutos rojos no es ningún acierto. La carta de vinos está bastante bien y los precios son muy ajustados. El servicio y la atención muy bien, y con cierta rapidez a pesar de tener la sala llena. Las "tejas" calientes las van cambiando sin tener que pedirlas, están bastante atentos. Otro asunto son los humos, que ya ha sido comentado ...
A mí personalmente me gusta más la "vaca", o la carne con un poquito de grasa. Pero esto ya no entra en la valoración del local.

Nueva visita a este buen restaurante.

Acudimos sin reserva previa, sobre las 15.30 del viernes 4 de Mayo.

Local comentado numerosamente.

A pesar de la buena distribución de mesas puede ser en exceso ruidoso cuando la concurrencia es numerosa.

Cuando nos acomodaron, pedimos una botella de agua ( posiblente nos daría sed ver la abundante lluvia caida durante el viaje).

Para dos personas comento lo servido:

Pulpo a la brasa con helado de mostaza:Es un fijo cada vez que venimos a este lugar.Dos tentáculos de pulpo perfectamente horneados y en su punto de sal,cortados en tacos gruesos con aromas a pimentón.El helado de mostaza a la antigua le da una cremosidad y un contrapunto dulce-ácido a medida que se va deshaciendo que junto al pulpo hace que se convierta en un plato delicioso.

Media ración de carpaccio de buey veteado con foie,muy bien aliñado con pimenta y un toque ácido que permitía realzar el sabor de la carne.

Continuamos con la famosas tiras de CABU acompañadas de una estupendas patatas fritas y una fresca ensalada de tomate y lechuga.Sin volver a entrar en polémicas sobre como se ha de servir este tipo de carne resaltar que tiene un sabor y textura fantásticos (a buey de verdad) sin por ello desdeñar la manera que en otros lugares sirven la carne de vaca vieja a lo que en la mayoría de ocasiones llaman buey.

Tomamos un par de copas de un verdejo sencillo para atacar los primeros mientras se iba aireando nuestra elección de vino para tomar con la carne: Un Carmelo Rodero crianza del 2008 a un precio de 26€.

Hacer mención a la notable carta de vinos y señalar sus interesantes precios aunque si que hemos notado alguno más subido que en anteriores visitas.

Mencionar que en esta ocasión hemos notado una mejora en la cristalería respecto a las visitas anteriores.

Servicio muy profesional,agradable y atento.Todo ello bajo la supervisión de Jesús García, pendiente de todo y de todos desde que entras hasta que sales.Como detalle,comentar su ofrecimiento de pasar a un salón contiguo para tomar el café o la infusión y en este caso un orujo blanco y copa de Baileys (consumiciones a las que fuimos invitados)con opciones de fumar a quien lo desee.

Se me olvidaba que como postre compartimos un chocolate de Tanzania con frutos rojos liofilizados; soberbia porción de un chocolate denso,graso y amargo levemente compensado por las sensaciones ácidas y crujientes de los frutillos rojos.

En resumen para mí sigue siendo unos de los sitios de referencia en la provincia de Segovia(junto al Di Vino en la capital y al parecer Villena -a este último no he tenido la oportunidad de visitar-) que caminan al margen de la fórmula judión,cochinillo,lechazo,ponche segoviano tan manida y que además aporta una especial atención al mundo del vino.

En total la cuenta ascendió a 120€ dos personas,todo lo comentado aquí.Desde luego no es barato aunque cuando te marchas,tampoco te queda la sensación de haber pagado de más aunque si me gustaría ver que en ocasiones futuras no percibo ese "indicativo alcista" que hoy he percibido.

Otra vez más nos acercamos a El Riscal a comer autentica carne de buey. Los que somos carnívoros tenemos una cita ineludible en este magnífico restaurante segoviano.

Ya hemos comentado en anteriores valoraciones los salones, se mantiene la luminosidad y la buena disposición de las mesas.

El servicio de sala sigue siendo atento y profesional, incluso diría que ha mejorado si cabe en los últimos tiempos.

La carta de vinos sigue siendo variada, bastante completa y dirigida fundamentalmente a satisfacer las posibles combinaciones con la carne roja.

Entrantes para compartir, jamos ibérico muy bueno, esta vez no optamos por el mangalica que a mi particularmente me gusta mucho, el ya tradicional carpaccio sabrosísimo, seguimos con un steak de buey y huevo frito, francamente bueno. Y algo fresco, una buena ensalada de lechuga y tomate.

Y como no, el plato estrella, buey, autentico buey. Magnifico en textura y sabor, se deshace en la boca, prácticamente dejarlo asomarse al plato caliente y fuera, una delicia.

Para postre compartimos un plato variado, ya llegábamos bastante saciados. Helado, ponche segoviano y un café.

Rematamos con un par de GT de 209 con fever a los que nos invitaron.

Precio sin vino.

  • steack de buey con huevo frito

    steack de buey con huevo frito

Con ilusión encaminamos nuestros coches hacia Carbonero el Mayor. El rte se encuentra ubicado al pié de la antigua carret. Segovia-Valladolid. Es un establecimiento, grande, muy grande y preparado para dar muchas comidas y banquetes. El servicio está preparado para ello.
Tiene 3 amplios y luminosos comedores. Las mesas están bién vestidas, deben repasar la cubertería pues los dos cuchillos de uno de los comensales tenían las puntas deterioradas, cristaleria de buén nivel.
Observamos que tienen una serie de platos, que son los que te recomiendan, preparados. Y si no les aceptas, causas cierta sorpresa.
Eramos cuatro personas y decidimos compartir entrantes y segundos platos, que por supuesto iba a ser carne de buey.
De primero: Jamón de Mangalica (15,50),esperaba más, poca infiltración de la grasa en la masa muscular. Continuamos con un Carpaccio de carne de buey con foie y virutas de jamón(16,60), bien, carne muy blanda, untuosa y aterciopelada. Y finalizamos los entrantes con un Queso de Cabra flambedo y reduccín de P.X.(10,70), estuvo bién pero se quedó frio al comerlo en último lugar, debido a la potencia del queso de cabra.
Y llegó la hora de la verdad, la tan esperada Carne de Buey con patatas fritas bién hechas (24,00), servida en platos-fuentes refractarios, una fuente para dos personas. La carne cortada muy fina, se observaban dos tipos de carne, tenían diferente color, textura y corte. Una de ellas tenía el sabor más potente y era más untuosa y aterciopelada, pero la otra, que decepción. La acompañamos con una ensalada de lechuga y tomate(4,80).
Los postres caseros(5,20), no me dijeron nada.
Para beber Cumal (27,00), fueron dos botellas. La primera salió con TCA, el servicio no dijo nada y nos la cambiaron. El vino acompañó muy bién la comidad.
Agua mineral(2,10). Pan (2,00). Café e infusiones(1,90).
La carta de vinos es extensa, dedicada en su mayor parte a los vinos de la Comunidad de Castilla-León, Ruedas, Riberas del Duero, Toros, Cigales, Castilla-León, Riojas clásicos, Cvas y algún Champagne. Sus precios sin ser caros, tampoco son baratos. Para la zona donde están, a algunos les parecerán baratos ¡Ay Madrid!.
En resumen, que no me muevo de Cantabria para comer carne de vaca o buey.

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