No sé si sufristeis ayer el bochornoso espectáculo que protagonizaron los

No sé si sufristeis ayer el bochornoso espectáculo que protagonizaron los jueces del Master Chef, pero además de haber pasado de lo esperpéntico a lo abiertamente grosero y canalla (romperle un plato en las narices a un concursante es tan agresivo que podría valorarse como delito). Lo que quizá no hayan tenido en cuenta es que han abierto la caja de Pandora de la crítica. 

Como sabéis he sido crítico gastronómico durante muchos y siempre he antepuesto la idea de que detrás del nombre de un restaurante hay muchas familias que viven de él, porque mis críticas siempre han sido constructivas o incluso las he dejado en el tintero, salvo cuando he sido víctima de algún caradura, maleducado o estafador. Aún así he tenido que soportar insultos y amenazas de no pocos hosteleros que solo admiten loas, pero bueno, hay quién opina que va en el sueldo. Pero ayer estos dos payasos dinamitaron todas las barreras del respeto y la cortesía profesional, mofándose, insultando, despreciando y hasta estrellándole un plato a un pobre concursante que no sé qué recibirá a cambio de tantas vejaciones, pero yo le hubiera tirado su delantal a la cara y me hubiera ido a la comisaría más cercana para ponerle una denuncia. 

Con el numerito de ayer han abierto una puerta muy peligrosa: si un restaurador puede humillar a un concursante, acaba de autorizar a que los críticos usemos el sarcasmo, el hachazo, y la crítica cruel. 

No pienso hacerlo, ayer pero sentí ganas de visitar el ABaC y hacerle una de esas críticas que siempre he evitado publicar. Que el perro coma de perro.