Los que complican lo sencillo

27 respuestas
    #1
    Juanjosantos

    Los que complican lo sencillo

    Interesante para la reflexión el artículo de hoy lunes 25 de Julio en ElMundoVino:

    Dice un refrán español que "quien bien te quiere te hará llorar", afirmación que puede interpretarse como que muchas veces el exceso de entusiasmo, de fervor, por una cosa puede acabar causando un serio perjuicio; y mucho me temo que algo de esto ocurre en el caso del vino. Es conocido el lento, pero imparable, descenso del consumo de vino en España, uno de los principales productores: en unos 30 años hemos bajado de 50 litros por persona y año a menos de 20. Espectacular. Normal que se busquen las razones. Y no menos normal que se encuentren unas cuantas.

    El problema está, sobre todo, en que ese descenso de consumo afecta sólo al vino. El español aumenta cada año la cantidad de cerveza que ingiere, ya anda por los 90 litros por persona. Y no parece que disminuya significativamente el consumo de destilados como el whisky y, sobre todo, la ginebra, en un país que ha enloquecido con el gin & tonic.

    O sea, que sí, que el hecho de que consumir alcohol fuera de casa pueda tener consecuencias nada agradables si le hacen a uno soplar en el alcoholímetro puede ser uno de los que expliquen ese descenso en el consumo de vino, pero ¿esas consecuencias no son las mismas si lo bebido es cerveza o gin & tonic? Sí, claro que sí. Así que los controles influyen, pero no son decisivos: la prohibición se refiere a todos los alcoholes, no sólo al vino. ¿Entonces?

    Entonces, quien bien te quiere... Los que defendemos y defendimos a capa y espada el consumo de vino, los que creemos y proclamamos que el vino es la más noble de las bebidas, hemos complicado las cosas hasta el extremo de dar, al no iniciado, la imagen de que para disfrutar de un vino hay que adquirir una serie de conocimientos casi esotéricos, custodiados por un grupito de sabios.

    Hemos pecado, y pecamos, tanto los periodistas como los sumilleres, los enólogos y los bodegueros. Hemos creado un léxico casi incomprensible para el neófito, que se pregunta aterrado cuál será la diferencia entre un rojo picota y un rojo cereza, o qué será eso de las notas florales en la vía retronasal, o de qué va el que le habla de polifenoles, o de esqueletos tánicos... Conocimientos exigibles a un enólogo, y que, es cierto, no le vienen mal a un aficionado -cuanto más se sabe de algo, más gusta-, pero que no son imprescindibles para tomarse un vino.

    Supongamos que a usted le apetece una cerveza. Va al bar, pide una caña, y santas Pascuas. Se la tiran bien, está fresquita, con su espuma justa, se la bebe usted y la disfruta... sin entrar en averiguaciones sobre la procedencia de la malta o la proporción de lúpulo. Está buena, y ya está.

    Va usted a un restaurante con sumiller; hoy hay superávit de sumilleres, deseosos de demostrar sus múltiples conocimientos, con los que abruman al cliente bienintencionado e incauto. Desplegarán ante usted una lista de vinos, zonas y uvas de las que usted nunca había tenido noticia... ni, en general, falta que le hacía. Porque a base de recomendar vinos que no conoce nadie, y tal vez aprovechándose de la superioridad que le da a él estar de pie y mirarle a usted desde un plano superior, acaba metiéndole un muerto que usted, por si acaso, no se atreve a criticar.

    A mí acaba de pasarme en un gran restaurante, bien es verdad que en ausencia de su sumiller titular: me puse en manos del segundo y... qué desastre de vinos. Y me los recomendó como si fueran sendas joyas. Para él puede que lo fueran: a mí no me dieron la menor satisfacción. Lo malo es que llueve sobre mojado, porque a base de recomendar vinos raros estamos olvidando los grandes vinos.

    Va uno a las publicaciones especializadas y el desconcierto aumenta: escriben para iniciados, cuando no para auténticos doctores. El lector busca vinos que le suenen, pero no los encuentra; en cambio, se entera de que hay una variedad anterior a la llegada de los cistercienses en Villavieja del Conde, con la que un enólogo visionario elabora mil botellas de un vino único... Pues que le aprovechen, hombre, que le aprovechen.

    Es mucho más fácil que todo eso, pero nadie quiere reconocerlo. Hemos envuelto al vino en un aura de misterio, de iniciación casi mística; hemos formado templarios del vino. Saber de vino, o aparentar que se sabe, queda bien. Abundan los libros, mejor o peor escritos, sobre el tema; incluso los manuales, que a mí me recuerdan aquellos libritos de hace años que prometían al comprador que hablaría alemán en diez días. Entender de vino para hablar de él con conocimiento de causa lleva, sí, su tiempo; adquirir los conocimientos convenientes para disfrutarlo, no tanto.

    Y que se vayan preparando los amantes del gin & tonic, porque llevan el mismo camino. Señor, qué afán de complicarlo todo.

    http://elmundovino.elmundo.es/elmundovino/noticia.html?vi_seccion=2&vs_fecha=201107&vs_noticia=1311590445

    Saco en claro la siguiente conclusión: hay que beber más veces vino (pero con moderación en cada una de esas veces) y dejarse de tantas zarandajas retóricas (sobre todo cuando se está con gente profana, ajena, no muy metida o no demasiado interesada en el mundo del vino).

    La anécdota que cuenta sobre esos "vinos raros" que no le han gustado mucho en detrimento de probar clásicos pero reconocidos como grandes vinos de toda la vida también me ha sucedido a mí, pero es el precio que a veces hay que pagar para poder probar, catar algo distinto y, en muchas ocasiones, "volver" a lo clásico o, digamos, reconocer el valor de un gran vino de toda la vida.

    En fin,que cada uno opine como le parezca ;)

    Un saludo

    En la victoria mereces beber champagne; ¡en la derrota lo necesitas! (Napoleón Bonaparte. 1769-1821)

    #3
    oscar4435
    en respuesta a Juanjosantos

    Re: Los que complican lo sencillo

    Ver mensaje de Juanjosantos

    Yo no entiendo de vinos,vaya por delante,me gusta el que me gusta y para mi vale,me gustan los vinos que se llaman modernos,con menos madera,los clásicos me parecen mas suaves y fáciles,al nivel de precios que uso,a nivel de altos precios no se como sera la cosa,lo que si te digo,y en esto estoy seguro,que después de descubrir las ginebras que estoy descubriendo,no me vuelvo al gordons y al larios ,ni a tiros,un saludo.

    saludos a todos los que nos gusta el buen comer y mejor beber

    #4
    coro

    Re: Los que complican lo sencillo

    me he sentido bastante identificado con el comentario,reconozco que soy consumidor de revistas de vinos ,gastronomia y verema,por lo tanto aunque sea en plan teorico pocas veces cuando voy a un restaurante de cierto nivel,y me recomiendan algun vino novedoso no le puedo debatir el tema,cuando no me aconsejan siempre suelo pedir alguna denominacion poca conocida y el vino menos conocido ,porque me parece que doy la sensacion que entiendo mas ,despues me digo a mi mismo vaya gilipolles. en mi casa me pasa lo mismo,saco vinos buenos tipo aalto san roman etc y hasta que no he abierto un viña ardanza o un pesquera no veo a los invitados felices .enfin cada loco con su tema

    #5
    Juanjosantos
    en respuesta a oscar4435

    Re: Los que complican lo sencillo

    Ver mensaje de oscar4435

    Yo hablaba de clásicos de cierto nivel. Para mí un Ardanza o un Pesquera Reserva es mucho más que en gins una Gordons o Larios.

    A mí me gustan todos los vinos pero sí observo que los vinos con muy poca madera o sin apenas crianza (o sin ella), con grados alcohólicos elevados (de 14 en adelante), es bastante probable que me provoquen cierto dolor de cabeza y algo de castañazo (incluso bebiendo 2 copas sólo). Los vinos con larga crianza en madera, incluso con 14% de alcohol, qué casualidad, no me producen este efecto y me sientan mucho mejor.

    Me gustan todos pero no me sientan todos igual y a veces los muy frutales me han pegado un golpetazo bastante guapo incluso, como digo, con un consumo moderado.

    En la victoria mereces beber champagne; ¡en la derrota lo necesitas! (Napoleón Bonaparte. 1769-1821)

    #6
    Cesariuf
    en respuesta a coro

    Re: Los que complican lo sencillo

    Ver mensaje de coro

    Que razon tienes a mi me pasa lo mismo, cene de noche vieja con familia de mi chica vuelvo a cometer el mismo error del año pasado, preparo un vinito de 25-30 euritos con unos añitos guardado y mimandolo otra vez lo mismo, me quedo solito con la copa preguntandome!! joeee esta tremendo y nadie me acompaña,ahora si he aprendido les pongo un vinito sencillo,con poca barrica sin grandes pretensiones y eureka, que rico esta este vinito!! creo que el problema somos los aprendizes de esto que con unos pocos conocimientos(que por supuesto a base de probar vinos se adquieren y mas si te enganchas como lo estoy yo)pues se nos olvida que no todo el mundo disfruta,ni se apasiona como lo hacemos nosotros.

    #7
    Kintiman
    en respuesta a Juanjosantos

    Re: Los que complican lo sencillo

    Ver mensaje de Juanjosantos

    Pues en parte el articulo tiene razon, por una parte estamos los locos del vino que nos gusta probar cosas nuevas y raras, sin renunciar a los grandes clasicos y por otra el publico en general, que, o bien toma el tipico vino de la casa, o compra las ofertas del supermercado etc...
    En el tema de grandes restaurantes con sumiller, es el propio sumiller el que debe actuar como tal e informarse un poco de los gustos del comensal y así poder ofrecer un vino adecuado a sus necesidades y no intentar vender los vinos que a él personalmente le gustan.

    Las cosas son como son y no como se presentan.(Contraetiqueta de El Pecado) jeje.

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