Vertical de San Román

Lo prometido es deuda. Al final nos juntamos 10. El menú:
1 Aperitivo (Aperitivo de la casa: deconstrucción del potaje de bacalao en chupito)
2 Entrante frío (Coca de mollitas de foie y manzana granny Smith, crema de cebolla y frutos rojos y algodón de feria)
3 Entrante Caliente (Habitas frescas salteadas con calamar de bahía, bombón de morcilla y huevo de corral)
4 Pescado (Mar y montaña de Carabinero, Atún, Langostino y pollo de corral)
5 Carne (Cochinillo de Salamanca con piel crujiente, reducción de higo, chutney de fruta y polenta)
6 Quesos (Surtido de quesos y sus guarniciones)
7 Postre (A elegir, Brownie de chocolate y menta y helado de after eight o Deconstrucción de tarta de queso o Postre de boniato o Postre de leche en tres texturas)
Empezamos con un champagne rosé de Bérat-Schenk (pequeño productor padre de un colega del trabajo). Delicioso color rosa-naranja piel de cebolla. Burbuja pequeña y continua. Nariz fresca. Estupenda acidez que limpiaba el paladar. Suave, agradable, cremoso y con carácter. Un éxito. Genial como abre bocas, aunque aguantaría una comida completa.
Seguimos con el San Román 2005. Delicioso. Rojo cereza de capa muy alta. Limpio. Frutas rojas, excelentes taninos. Goloso y aterciopelado. Encantó.
Luego abrimos San Román 2004. Rico. Rojo cereza, capa alta. En nariz también fruta roja. En boca claramente taninos más agrestes, sin domar (todavía?) que los de 2005. Pero gustó. Como entrábamos en el cochinillo, sólo quedaba después el queso y aún teníamos por beber un Palo Cortado VSOR, atacamos el magnum de San Román 1998 que se aireaba desde el principio de la cena, sin abrir ni el 2003 ni el 2002. Tengo que confesar que la jefa de sala me comentó que al abrir el 1998 vio que algo de vino había rezumado por el corcho, pero el vino no estaba "malo". Además, a la "decantadora" se le fue la mano y cayeron muchos posos. En cualquier caso, decepción. Color rojo guinda con ribetes teja. Limpio, aunque con muchos posos. Muy corto en nariz y en boca. Evolucionó un poco y al final de la cena salieron algunas frutas. En boca, ligerito pero sin elegancia. ¡Qué pena! El Palo Cortado, VSOR, una joya, aunque no acertamos con el maridaje. Yo creo que era más un vino de reflexión que de comida.
Conclusión? El mejor San Román, el de 2005. El de 1998, por lo que fuera, no resultó.