Olorosos, tesoros del sur

Hoy me apetece compartir con vosotros un viaje (organoléptico) que hice el viernes sin salir de Madrid.

Probamos 8 olorosos, haciendo un viaje en el tiempo, con la Palomino como protagonista.

Tengo que decir que cuando se escucha la palabra "Oloroso" la gran mayoría piensa (me incluyo) en determinados vinos un poco "gordos", alcohólicos y poco elegantes.

Me siento en la obligación de intentar describir la cata del pasado viernes (30/11/2023) para romper una lanza a favor de estas joyas.

Empezamos con Santa Petronila Oloroso en Rama. Fijaros con que joya empezamos, catando un vino de la que presume ser ¡la bodega más pequeña del marco de Jeréz! (olé). Este vino tiene una crianza de 10 años, como sabéis en el sistema de criaderas y soleras (no lo volveré a repetir para que no se haga pesado en los 8 vinos). Daré solo pinceladas de cada vino: En la nariz destaca el fruto seco, parte de cacao amargo y datil, en boca tiene un punto salino y como todos los olorosos, tiene intensidad.

Seguimos con Maestro Sierra Oloroso 15 años. Aquí ya nos indica en el nombre el tiempo que tiene, en nariz tiene una parte de cáscara de naranja, notas de pan de higo. En boca tiene una parte de mantecado.

Continuamos con Lustau Oloroso Abocado 2003. Este es el único vino de la cata con añada, es decir, con una crianza estática (sin criaderas y soleras) y aparte nos señala que es abocado, tiene algo de azucar. En este caso tiene 19 años de crianza y una producción de 3636 botellas. En la fase olfativa encontramos orejones y unas ligeras notas de barniz, en boca es meloso, con un punto dulce. Este vino lo recomendaría para aquellas personas a las que les cuesta Jerez, es muy atractivo.

El siguiente es Hidalgo Oloroso Villapanes. Aquí la crianza está entre 15 y 20 años. En nariz se aprecian frutos secos (nueces) y unas notas de vainilla, en boca tienen una amplitud tremenda y mucho equilibrio.

El quinto fue Sanchez Romate Oloroso Old & Plus. La botella llama mucho la atención, vemos que estamos ante un vino "especial" ya desde su continente. La crianza en este caso es de más de 30 años y la cata se empieza a complicar para describir ciertas sensaciones. Tenemos notas de roble, de nueces, nos empiezan a faltar las palabras para describir determinados vinos y esto es la magia del vino. Tiene una intensidad tremenda a la vez que se muestra elegante.

El sexto que catamos fue Gutierrez Colosia Oloroso Solera Familiar. Aquí nos vamos a una crianza de más de 50 años, cuando un vino supera la edad del que lo cata solo se puede aplaudir y disfrutar. En nariz tenemos notas de caramelo, de mazapán, en boca es delicado y envolvente. 

Hay que hacer aquí un paréntesis para los dos últimos vinos. Dos bestias descomunales que fueron el colofón a una cata memorable!

El penúltimo vino fue Maestro Sierra 1/7 Anticuario. Aquí nos encontramos ante una crianza de ¡80 años!. La aventura de catar este vino es apasionante. Es tremendo en todas sus fases, en nariz hay una intensidad y una complejidad difíciles de encontrar en otro vino, es indescriptible, enorme en todos los sentidos. Comentamos durante la cata que lo único que puede acompañar a este vino es un buen libro y una chimenea.

El último que disfrutamos fue Osborne Medium Solera BC. Es un vino con historia, las solera original llamada ABC fue allá por 1864, constaba de 3 soleras y 200 botas. De estas, la solera A fue enviada a la corte imperial de San Petersburgo en 1888, únicos clientes de este vino. Ahora tienen 40 botas y 5 criaderas en las que mezclan PX y Palomino. La elegancia y complejidad de este vino es increíble, la persistencia es eterna. 

Como dijo Luis Fernando Olaverri "El vino es la única obra de arte que se puede beber" y doy fe que lo que tuvimos el pasado viernes fue una obra de arte efímero que no volveré a repetir.