Vinos blancos con madera... ¿más madera?

Quizás es que ";no he sabido"; convencerte, o quizás es que no hay manera de convencer a nadie de nada...

¿Por qué se usa la barrica cuando en realidad no es la opción más cuerda? Pues te he explicado abundantemente las razones que creo que están detrás del fenómeno.

Es indiscutible que en los últimos veinte o treinta años ha habido una norteamericanización (por no decir ";primarización"; o ";embobamiento";) del gusto del consumidor de a pie en cuanto al vino se refiere.

Vuelvo a citar a Mondovino, una película que todos en este foro deben ver (el director cometió el craso error de no incluir a España entre sus peregrinajes; yo ya le he dicho personalmente que de allí hubiese sacado mucho material de verdadera comedia y de tragedia griega que hubiese enriquecido montones el documental). Cómprate el DVD, hazme caso, que no te vas a arrepentir y quizás puedas convencerte de algo:

http://www.amazon.co.uk/exec/obidos/ASIN/B0009G1IPQ/qid=1124191334/sr=1-1/ref=sr_1_2_1/202-6436603-9460639

Anywya, iba a citar a Neal Rosenthal, quien habla en la película de la ";vainillización del sabor del vino";. Esta ";vainillización"; corresponde a los gustos más infantiles que en los últimos años han llegado a dominar la industria, o sea, los de los gringos. Estamos hablando de un país con una fijación por lo dulce, que no lo empalagoso.

Digamos que para vender vino en el mercado de a pie de EEUU, que hoy por hoy es algo que todo el mundo desea hacer, el ";path of least resistance"; es hacer vino que se adapte al perfil más aceptado por el grueso (figurativa y literalmente) de esta nación comedora de ";fast food";, en cuya dieta absolutamente todo tiene por fuerza que tener ";high fructose corn syrup"; encabezando la ista de ingredientes.

En algún momento de los ochentas, algún ente brillante en cuanto a mercadeo descubrió que los vinos con vainilla ";gustaban más";. Y l;as cifras del mercado respaldaron su deducción. Había entonces--tal como la hay hoy--, como dicen Hugh Johnson y James Halliday en The Vintner’s Art, ";gente incapaz de diferenciar el gusto de la madera del verdadero gusto del vino";. En otras palabras, poco importaba la hamburguesa, en realidad. Lo crucial es que tuviese de la ";special sauce";, que era lo que el público c;aramente identificaba con ";sustancia";

Creo que tú, igual que yo, llevas suficiente tiempo en esto como para haberte dado cuenta de que este fenómeno existe y ha tenido una trayectoria de desarrollo muy clara. En algún momento el roble se convirtió en ";la esencia del vino";, o por lo menos del vino más fácilmente mercadeable en los mercados más grandes. Desde ese momento tienes sinvergüenzas (no puedo llamarles de otro modo) tratando de abaratar la forma de darle ";el toque mágico"; de roble a todo el vino que pueden. Hasta he leído entrevistas con académicos y científicos ";serios"; que nada de malo ven en lo de abaratar e industrializar el roble como aditivo al vino. ¿No te preguntas tú lo que ha llevado al advenimiento de los ";chips";, la viruta, las misteriosas botellitas de olor?

No puedo convencerte de nada yo mismo. Pero vete tú a las bodegas de algunos entre los más ";modernos"; de tus compatriotas, o de tus vecinos de Europa, y pregunta... Hay fórmulas muy claras en la industria para crear ";lo que vende";. No voy a ponerme a especular sobre quien las descubrió, ni a decir nombres de los que han llevado dichas fórmulas al ndir del descaro. Haz un poco de investigación tú mismo, abre la mente, cierra la credulidad, y verás...

Todo esto del roblismo en el vino ha ocurrido porque la vasta mayoría de los consumidores de vino hoy día no sabe más que lo que le dice gente que les está vendiendo el vino, de una forma u otra. Claro, siempre ha habido intereses creados en la industria y en sus ";comunicadores";. Pero antes había formas de educarse sin tener que absorber tanta mierda de departamento de marketing. Por desgracia, además de fácilmente endoctrinables, tenemos la memoria bastante corta y no recordamos que alguna vez existieron otras posibilidades. Somos gente fatalmente ancladas, que hemos echado unas raices de acero en la porquería que es nuestro propio momento histórico de absoluta bancarrota intelectual, moral y espiritual.

Je, je, je... ¿A que no te esperabas que iba a desembocar yo en una de éstas? El roble como síntoma de la enfermedad de nuestro tiempo, como perfume con el que queremos tapar nuestra peste a muerto...

Eso te pasa por pillarme a primera hora de la mañana. Con el tercer café entre pecho y espalda quizás sea más manso.

M.