Pues yo soy uno de los que representa la estadística: decir que bebo una copa

Pues yo soy uno de los que representa la estadística: decir que bebo una copa de vino dulce al mes es decir mucho.

En la familia de mi padre se elaboraba mistela (la llamaban así, pero no tengo claro cómo la hacían) y sí era muy común beberla en los postres, con porrón, y en cantidades nada desdeñables. Pero esa generación pasó a mejor vida, y las que vinimos no somos nada aficionadas a ese tipo de vinos. Las mistelas y los moscateles comunes que he econtrado por ahí són, para mi gusto, excesivamente dulces, empalagosos.

Sí me han gustado, en cambio, algunos jereces dulces (tipo cream o pale cream) y algún oporto que he probado. Yo creo que tenían algo menos de azúcar, o tenían mayor acidez y me bajaron mejor.

Me gustaría probar algún fondillón, puesto que tienen tan buena fama.

La oferta, como pasa con el Jerez y los generosos en general, tampoco propicia el consumo de vinos dulces. En los supermercados hay pocas referencias, muchas de calidad ínfima, y es raro el bar o restaurante que te ofrece vinos dulces de calidad a copas.