Vino rosado ¿Qué lugar ocupa? ¿Es el que le corresponde?
Mis primeros recuerdos del rosado se pierden en imágenes borrosas de un vino de color claro que en el norte llamaban clarete y con el que los hombres del pueblo de Cantabria donde veraneaba chateaban antes de comer.
Tras mi iniciación al vino de la mano del tinto y quedándome muy lejos el blanco todavía, me sorprendí al descubrir unos rosados elaborados en La Mancha con uva syrah y gran concentración cromática. Me gustaron mucho pero yo creo que era por su gran parecido a los tintos.
Los dejé unos años algo abandonados aunque de vez en cuando los miraba de reojo observando las variaciones que las modas iban imponiendo: los cestos de fruta, la chuchería empalagosa, la vuelta a cromática a la piel de cebolla o los tonos asalmonados...
El jueves tuve la oportunidad de tomarle el pulso al vino rosado en el I Salón Sólo Rosados. El nombre lo decía todo, no había más que vino rosado pero eso sí, de todo tipo, tonalidad y estilo, desde espumosos hasta casi tintos sin tanino.
No me pude hacer una idea de cuál era el estilo predominante y sí me llevé la sensación de que lo que se intentaba era crear un producto que "vendiera", un producto diseñado más en bodega que en viña, hasta bodegueros de renombre que habían sido reticentes a elaborarlo presentaban a sus nuevos retoños rosas.
Después de pasar por diferentes mesas tratando de buscar un hilo conductor no llegué a ninguna conclusión, pero al marcharme, me di cuenta de que había habido muy, muy pocos que me dijeran algo, que me llegaran de alguna manera.
- ¿Están los vinos rosados simplemente diseñados para gustar?
- ¿Por qué a pesar de probar tipos muy diferentes entre sí -al menos sobre la mesa- terminé con la sensación de haber probado casi siempre el mismo vino?
- ¿Sería diferente si las bodegas no se vieran "obligadas" a elaborar este vino y tan sólo lo hicieran las que realmente quieren hacerlo porque así se lo piden sus uvas?