Sigue estando en plena forma éste Aurus 2000, de color picota opaco de buena capa, muy expresivo en aromas, mostrando un fino bouquet con buen ensamblaje, frutos negros confitados, notas de vainilla, tabaco, cuero, tostados y recuerdos de humo de chimenea.
En boca presenta buena y agradable entrada, equilibrado y sin aristas, buena estructura y correcta acidez, elegante y goloso, bastante frutal, con un final largo y de muy agradable persistencia.
No esperaba que esta añada estuviese en plena forma.

Color picota de capa alta ribete cardenalicio. Nariz mucho más intensa que la del 97, destapa un gran bouquet, muy elegante, con abundante fruta roja y negra, notas de cacao, toffe y finos ahumados. En boca tiene una estructura fabulosa, tanino graso y sedoso, con mucha presencia de fruta, balsámicos, chocolate, excelente acidez, muy redondo y con un final muy largo.
La añada que más me gustó de las cinco, la que tiene mejor armonía en conjunto a día de hoy, aunque el 2005 apunta maneras.

Picota negruzco con ribete violaceo con destellos tejosos muy cubierto
nariz inicial muy cerrada abriendose en copa lentamente, hay que tener paciencia para disfrutar, frutas negras ciruelas e higos pasas en sazon
madera suave vainillas y tostados toffe y caramelo
cueros y algo de setas
en boca seductor y atrayente con la madera bien integrada taninos dulzones y controlados por una acidez escelsa sin aristas con un largo recorrido y un recuerdo dulzon y envolvente gran vino

Vino complejo de nariz y con tonos poco seductores, los secundarios y frutales algo revueltos y muy pesado, mas aromas que boca

Un PCE español profundo y estimulante.
Potente: por su limpieza frutal, su nitidez aromática, su amplia presencia, su densidad. Luego en boca su largura, su persistencia milagrosamente desmesurada, su montaña de taninos maduros, vivísimos, excelsos.
Complejo: por sus ecos florales entremezclados con la buena fruta negra madura, el mineral, las especies, los recuerdos de regaliz que juegan a mostrarse en una sinfonía de una armonía desconcertante. En su boca se expresa con similar precisión, con el alcohol, la acidez y la dulcedumbre de sus taninos llevándose de maravilla desde el principio hasta su memorable final.
Elegante: porque se muestra equilibrado, pleno y redondo desde el primer golpe de nariz hasta el último trago, ofreciéndose sin tapujos pero sin perder nunca un cierto porte señorial. Es cercano y profundo, íntimo y misterioso.
Y luego su persistencia. Ese recuerdo que no quiere marcharse y se queda en la memoria y el paladar, y en la memoria y el paladar, y en la memoria y el paladar, y en la memori... Esa persistencia que lo situa definitivamente entre los grandes del mundo.

Esta añada del 2000, fue de ciclo vegetativo muy largo (se vendimió en noviembre).

Cereza picota mate, sin brillo, capa altísima casi opaco.
Lágrima abundante, muy lenta, casi estática.

En nariz está cerrado, pero ofrece una sensación de mucho peso (respecto al resto de vinos), aparece la ciruela negra, leves sensaciones animales, algún matiz mineral.

En boca está bastante más disfrutable, con fruta negra a raudales, cacao y con un final largo, afrutado: ciruela, mora; donde aparece un leve toque alcohólico. Es levemente astringente y de tanino dulzón.

Rojo picota de gran capa.
Tiene una nariz profunda, expresiva, de una tipicidad extraordinaria, y sobretodo, de una belleza sensual inaudita.
Terroir, lavandas, piedra, viento, pinar, fruta roja, cedro, romero.
En boca presenta estructura de rascacielos y potencia bien resuelta.
Elegante y sobrio, con caracter y magestad.
Magnífico final, largo, muy largo, con plasticidad, autenticidad y profundidad.
Un vino que emociona, del que estoy segura, que en el caso de tomar en casa, con buena compañía y con protagonismo, no baja del 9,9.
Es un vino para tomar meditando.