La fase visual como es habitual en los vinos viejos de jerez, entre el caoba y el ambar, con un brillo muy luminoso y una lágrima relativamente rápida.

¿Oloroso o palo cortado?, es dificil de decir. Encontramos toda esa finura por la que se caracterizan los segundos, yo no lo llamaría oloroso porque la diferencia se encuentra ya en la primera nariz, menos potente, más elegante y sutil, sin aparecer la concentración de acetales (barnices) habitual ni las avellanas y cueros tan marcados. En cambio encuentro un sutil aroma a torrefacto, algo de anacardos tostados...alguna fruta escarchada o en confitura y un fondo de cueros viejos muy débil. Al agitar la copa, la cosa se pone seria, empiezan a salir notas salinas y de de un fruto seco caramelizado (cacahuetes con miel), un fonfo de caoba y especias (creo que clavo).

En boca tiene una entrada ligera pero potente, seco, con un toque salino que va ensanchandose hacia los amargos suaves que desaparecen para dejar paso a una sensación muy redonda, casi dulce sin serlo. Muy largo, al cabo de medio minuto vuelven las sensaciones amargas mucho más elegantes y redondas. El final recuerda a unos frutos secos con chocolates puros.