Amarillo dorado.
Nariz de buena intensidad con las notas típicas de la moscatel, esos toques terpénicos de pétalos de rosas, uva de mesa, algo de naftalina, almizcle y piel de naranja y melocotón en almíbar.
En boca es golosa, con el alcohol y los toques amargosos marcando el desarrollo en boca. Sensación parafinada en boca con un toque dulce y buena amargosidad final como de ralladura de limón.

Botella sobreviviente un año más y ha ganado un poco más de color pasando casi a un moscatel tinto.

En nariz es un auténtico caramelo de uva pasa pero mantiene un punto cítrico amielado que permite equilibrar.

En boca tiene un buen equilibrio de dulzor, pasificación, acidez pero con elegancia y estabilidad. Persistencia larga.

Es un vino distinto de su juventud.

Unas botellas guardadas durante años en buenas condiciones ha proporcionado un vino de color ambarino intenso y que mantiene una nariz muy de uva pasa y amielados cítricos; en boca es intenso y persistente con ganancia en elegancia y todo bien integrado.

Ha merecido esperar y ver esa evolución en emjoría.

Una cooperativa que lleva haciendo vino dulce desde casi siempre.
Esta última vez me ha parecido más ligera, más clara de color, menos dulce en nariz y en boca, aunque tampoco por mayor sensación de acidez.
No se ponen añadas pero es diferente la producción de cada año por la maduración de la uva, por la lluvia final, por múltiples circunstancias, y al menos en éste, se nota.

Es verdad que las reminiscencias de tiempos pasados parecen que dejan recuerdos mejores de lo que la realidad fué. Quizás tenemos un mecanismo para olvidar más lo malo y para idealizar lo bueno del pasado y así seguir sobreviviendo.

Esta es una mistela del pasado que sigue viva, y en casa sigue y seguirá porque la familia de allí lo trae para aquí todas las navidades (como el turrón). Bueno es de vez en cuando y entre navidad y navidad, tenerla en la nevera y aprovechar para una dosis de recuerdo fresquita en el verano. Quizás el frescor le quita aromas pero también sensación alcohólica y se hace agradable como suplemento a una fruta de temporada recien cortada.

Vale que las mistelas que acompañaron mi infancia y adolescencia no dejan de ser un vino menor... un mosto al que se le añade alcohol y que vive de las rentas de una variedad, la moscatel, que al ser tan aromática le dota de ese caracter exuberante y perfumado. En boca también es muy fácil, denso, goloso, con dulzor intenso, ligeros amargos y bastante longitud...

El precio es a veces determinante a la hora de elegir una bebida, pero en casa tiene menos importancia. A pesar de no elegir por precio, a veces eliges por valor seguro y cuando ofreces una mistela para el postre sabes que esta mistela va a ser bien aceptada.
Una ronda de copas para el postre (melocotones de Calanda) y unos chocolates que envuelven datil con almendra en el centro son buenos acompañantes

Siempre es fácil aceptar un final dulce aunque la tendencia actual vaya a no tan dulce como hace años de cuya época es un fiel representane esta mistela de la cooperativa de una zona (Turis, Monserrat..) que hacían ya buenas mistelas hace más de 40 años y tienen que hacerlas bien porque no puedes vender un mal producto durante tantos años.
Ahora la tendencia es más a dulces sin azúcar añadido, pero sigue teniendo su público. Como su botella, que la gente entre una mistela y otra, a veces compra por el envoltorio.

Pues eso, que la llevas probando años en los santos de la familia.
Color amarillo dorado. Aromas de intensidad media, a miel típica de la moscatel con algo de cítricos. En bpca sabrosa, bien de dulzor, con buena acidez y persistencia correcta.
Poco se puede pedir más por el precio que tiene. La botella, la etiqueta y el tapon casi lo valen.

Amarillo dorado algo palido. En nariz aromas de hierbas con fruta balnaca y algo de paja. En boca almibar con detalles tipicos de moscatel , quizas algo demasiado de almibar.Para tomar con pastas, en vez del te de la tarde.