Gran clásico renovado que no defrauda

No existe ningún síntoma en este vino que nos haga pensar que está lejos de su mejor momento. Tanto su color y su intensidad aromática, como su acidez y su elegante paso de boca están mejor que ayer pero es posible que mejore mañana y en adelante.
Su principal virtud es su armonía aromática, fruta y especias en un fondo de maderas nobles, sutiles tostados, recuerdos de fresco otoño.
En boca todo está en su sitio: fresca acidez, estructura tánica, suave paso de boca y persistencia de sabores, eso sí, reconocibles en este tipo de vinos riojanos y de esta casa.
Y todavía es un vino cuyos aromas se abren con cierta facilidad ... y se bebe sin sentir.
Además armoniza bien con multitud de platos, sobretodo con la comida tradicional de invierno, aunque con las ensaladas también se comporta.

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