Buen futuro.

Botella borgoñona de presentación elegante, fina y seria.

Visual: vino tinto tranquilo de color picota con reflejos púrpura y ribete con recuerdos violáceos, signo claro de juventud; capa muy alta. Lágrima de caída lenta y gruesa, que tinta la copa.

Olfativa: intensidad media, aromas iniciales frutales, muy francos, a frutas negras, pimienta, tinta china, balsámicas muy notables, en segundo plano, pero presentes, aparecen olfativas de barrica sana, con ligeros tostados. Suaves notas alcohólicas (lo tengo a 16 grados)

 Al agitar durante un rato, aparece una mineralidad muy marcada, pasando la fruta a un segundo plano y tomando el protagonismo las notas de su crianza.

Gustativa: Ataque sorprendentemente fresco, paso fluido pero con presencia, notas de crianza y frutas, acidez elevada, marcada astringencia de taninos muy vivos pero bien trabajados. Final con amargor marcada y carácter. Postgusto largo, con recuerdos de su crianza, ligeramente alcohólico, chocolate y ciruelas pasas. Su tanicidad se queda en las encías largo rato.

  Un vino que promete, pero que para mí, en este momento, se encuentra en fase de clara mejora y debe tranquilizar y redondear un poco esa tanicidad. Con un chuletón, quedaría fenomenal, pero o te faltará carne o te faltará vino...

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