Han transcurrido 16 meses de la última botella bebida de este vino y hoy por ser la fiesta de mi ciudad, la Capital del Hojaldre, he decidido abrir una de las últimas botellas de este magnífico vino en mi modesta opinión.
El corcho en perfecto estado, muy tintada la cara que ha estado en contacto con el vino y sin humedecer el corcho.
A la vista se perciben las notas tejas y rubíes. Continua con su capa alta, con una abundante, gruesa y lenta lágrima en su recorrido por el cáliz de la copa. Ribete rubí y destellos teja.
En nariz abundantes y maduras frutas rojas y negras del bosque. Madera de su crianza sin sobresalir.
En boca es donde mejor se expresa. Está muy elegante, aterciopelado, sedoso, muy frutal, con volumen y carnosidad, con la madera de su crianza muy bien integrada y sin sobresalir. ¿Los taninos?, muy domados. Mantiene una fresca acidez que le dará varios años más de vida. Gratísimo y elegante paso de boca. Continua siendo un vino muy largo. Me sigue dando una permanencia de más de 4 minutos.