Color caoba intenso de ribete amarillento y de capa media baja.

Toques dulzones maduros de fruta. Intensidad  buena, fruta negra y tabaco, potente, toques de animales y caldo de carne, tostado, muy profundo, desarrollo de bouquet.

Boca pletórica, el tanino aún se percibe, acidez, fruta a tope, tanino maduro e integrado, muy largo, café en grano en el final. Vino brutal. Afianza que el Barolo evoluciona muy bien.

De nuevo en contacto con un Barolo, en este caso de la añada 1.964 y de la cual encuentro estos comentarios: "1964 (majestuosa) GRANDE DE LA VENDIMIA - vino magníficamente equilibrado, de cuerpo entero, aroma intenso y pleno, tal vez un poco 'demasiado duro, apto para una larga vida".  Respecto a la bodega: "El pequeño pueblo medieval de Barolo cuenta con apenas 733 habitantes y una de las DOCG más prestigiosas de Italia. Una localidad que embriaga a primera vista, entre colinas arrebatadas de viñedos verdes y antiguas edificaciones de piedra desniveladas. Cuna que le dio nombre al vino, también se lo debe a la familia Falletti, marqueses de Barolo, que iniciaron la producción del viñedo hace más de 200 años. Marchesi di Barolo, la bodega insignia de la región de Piamonte, se encuentra en el propio Castillo del Marqués Falletti, en dónde fomentan el arte, la historia y el encanto del mismo".

Pero vamos con nuestra botella. Nivel espectacular, apenas 1 cm por debajo de la vitola del cuello. Abrimos la botella con el abridor de lamas aunque una pequeña porción del corcho se queda adherida al cuello interno. Sin problemas porque lo podemos retirar tranquilamente. Tapón curioso, muy corto, tan solo tintado 1 cm desde su base pero muy compacto. Abrimos la botella y la dejamos respirar por espacio de 4 horas y media previas a su cata a 18°C:

VISUAL: Increiblemente presenta un impactante color rojo picota de capa alta con el ribete en tonos rojo-anaranjado. Lágrima gruesa, escasa y lenta al principio que se torna en abundante y esbelta al cabo de unos minutos. Impresionante aspecto con 53 años (99).

OLFATIVA: A copa parada emanan intensos aromas a higos secos, uvas pasas y unos potentes fúngicos de setas silvestres y trufa negra. Cuando agitamos el líquido es todo un espectáculo aromático: castañas asadas, flores marchitas, un curioso recuerdo a alcahofas, especiados de fenogreco y pimienta, montebajo (romero y tomillo), apuntes sanguíneos y un puntito mineral de arcilla húmeda. Colosal e interminable nariz. En la pátina terciaria hay cacao en polvo, café en grano, cuero curtido, caja de puros y un fondo amaderado de increible elegancia a roble y abedul con un sutil toque a duelas envinadas. Estratosférico al olfato, complejo, equilibrado y de alta intensidad (96).

GUSTATIVA: En boca se desata el animalito, que poderío amigos. Punch seco y directo, carnoso, de alta acidez y de una amplitud que acongoja inundando lengua y velo del paladar con su presencia. Los taninos firmes, secos, aportando una personalidad hercúlea casi intimidante. ¡Madre del amor hermoso! qué bien estructurado está y qué presencia la suya. En retronasal aparecen de nuevo recuerdos a pan de higo seco con almendras, herbáceos de romero, apuntes a compota de ciruela negra y al final ese puntito mineral tan elegante. Su persistencia es de 3 min y 50seg, algo bestial. De nuevo nos hemos encontrado un Barolo en estado puro, haciendo honor a su fama. Longevidad eterna pues no le veo un final. Color que desconcierta por su capa, aromáticamente una mala bestia pero además en su fase gustativa es un portento, con todos los atributos para aguantar 50 años más sin inmutarse. Alucinante este Barolo de una afamada añada la de 1.964 tambien para esta D.O. Vinazo el que acabamos de disfrutar! (97).

La RCP fue excelente. Por casualidad nos pudimos hacer con esta joya por 23 euros allá por 2015. Un regalo en toda regla!

Y para envolvernos en su ambiente maridamos este Barolo con un risotto de gamberetti y funghi el primer día. El segundo acompañó nuestro surtido de ibéricos de los lunes. Con el embutido una delicia, con el suficiente carácter para lidiar con potentes apuntes cárnicos y grasos, incluso con nuestro queso ahumado. Pero con el risotto realmente acertamos. Un mar y montaña para abarcar tantos matices como los que nuestro caldo nos regala. Los apuntes fúngicos armonizaron maravillosamente con los aromas herbáceos y especiados transportándonos a una lluviosa tarde de otoño en el Piamonte. Un señor vino que recordaremos toda la vida. Grandioso Barolo!!

Salud-os!!