Un viejete a la semana suele ser una buena dosis. Esta vez quería ver si muchos meses después y otra botella (y los riesgos que eso conllevan) confirmaba las sensaciones anteriores.
En este caso la botella mantenía todo el nivel de vino, el corcho perfecto envinado hasta un poco menos de la mitad, salió fácil.
El color te anuncia que es un viejete, viejete pues ya todo el es muy atejado.
En nariz cuesta de abrir pero luego decae rápido.
En boca estaba casi sin acidez pero tampoco abocado.
Cada botella es un mundo y más después de tanto tiempo. Como todo ser vivo, cada uno envejece como puede.
La RCP va en función de su coste inicial. Pocos llegaría a sobrevivir más de 30 años.
Color cereza, menisco atejado, capa media-baja, lágrima fina.
En nariz aromas de frutas rojas maduras, leves especiados, tostados, caramelo toffe.
En boca se nota la evolución hay fruta, no queda casi acidez, un ligero punto de abocado. Persistencia ya escasa.
Un vino que no esperada ver la luz 30 años después y que estaba evolucionado pero no muerto. Mucho más placer ahora aunque esté envejecido, que tomarlo en su mejor momento.
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