Restaurante Güeyu-Mar en Vega-Ribadesella
Restaurante Güeyu-Mar
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
40,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
68 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.9
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.5
Comida COMIDA
8.6
Precio medio entorno ENTORNO
7.4
RCP CALIDAD-PRECIO
7.8
1/2 ración de "pulpo de aquí"
Salpicón de bogavante
Opiniones de Güeyu-Mar
OPINIONES
19

Tras el intenso periplo gastronómico habido durante la semana, y habiendo probado ya la mayoría de las especialidades asturianas, tocaba abordar otro de los puntos fuertes del lugar donde nos encontrábamos: el pescado, entendido en su versión producto, esto es, lo más natural posible, sin filigranas ni aderezos.

De ahí que, siguiendo los siempre sabios consejos de otros foreros, encaminamos los pasos hacía el Gueyu-Mare, a 10 escasos minutos de Ribadesella en coche. (Taxi/10 euros).

Entorno: En los aledaños de la playa de vega, se respira un evidente ambiente marítimo, y muy, muy surfero -innumerables los aficionados a este deporte que vi pasar-, sin perjuicio de cierto un aire montañés, pues, no en vano, en función del espacio en el cual te ubiquen se puede ver tanto la playa como el verdor de las montañas asturianas.

Como digo, diversos espacios -terraza frente al mar, interior, y lateral mirando a las montañas, siendo éste último en el cual nos ubicamos. Muy agradable, y con capacidad para unas 80 pax (en total). Nuestra zona, situada en una especie de exterior, con un cierto toque rústico asturiano, paredes de piedra, vigas de madera, tonos blancos y azules, cuadros con motivos marineros. Lo dicho, muy agradable-

Buen tamaño -y separación- de las mesas, bien aderazadas -mantel y servilletas blancos, de hilo, impolutos-. Las sillas, de madera, de corte un tanto rústico y, para mí, un poco incómodas. Cubertería y vajilla correcta. Vasos de agua de diversos colores y coperío Riedel -lo mejor-. Buena presentación en conjunto de la mesa. Buena ambientación, en azules y blancos. Y un sitio muy limpio, de los que te encuentras cómodo.

Servicio y servicio del vino: Muy agradables. Atención inmediata -y había parroquianos y foráneos en abundancia-, amabilidad y buen trato. Buenas recomendaciones del jefe de sala y atención excelente por parte de la camarera que nos atendió, compartiendo con ambos no sólo la experiencia -“cómo va la cosa?, está todo bien?”-, sino también diversos detalles gastronómicos del pescado a la brasa, conversación a la que se unió -ya en los gin tonics- el dueño del lugar, que salió con amabilidad para hablar con nosotros y apuntarnos su ilustre clientela (entre ellos, el día anterior, el Maestro Aduriz).

No comimos más que tres platos, pero los tempos fueron excelentes, sin prisas, dejando disfrutar. El servicio del vino consistió, en exclusiva, en la presentación del mismo y su ubicación en cubitera. Ahora bien, disponen de una pléyade de blancos ciertamente reseñables, al igual que de espumosos, siendo más parca la cosa en rosados y tintos.

Tanto es así que de blancos disponen de una carta corta -los más habituales, gallegos en lo fundamental, unos 12/14, y algún rueda y rioja-, que rápidamente fue rechazada para reclamar la carta larga, la cual dispone de aproximadamente unas 300 referencias, de las cuales unos 250 serán blancos, de prácticamente todo el mundo, incluyéndose todo tipo de variedades y de elaboración. Muy completos en este aspecto.

Y, ojo, a unos precios que da gusto (x 1 ó x 1,2), para darse un buen capricho, o dos, o ..., siendo un ejemplo a seguir en este aspecto (otro gallo nos cantaría si fuera siempre así). Siendo esto así, optamos por un Emilio Rojo 2011 (38 euros): excelente. Si a ello le unimos las ya comentadas Riedel, miel sobre hojuelas.

Comida:

Ni carne, ni paellas -reza la carta en su parte inferior-. Como a mí me gusta, las cosas, cuanto más claras, mejor. Y, si no se quiere pescado, pues no se va. Pescado, y a las brasa, sin más... pero sin menos. Y prácticamente todos los habituales, los cuales te dan la bienvenida al entrar -pues no en vano se encuentran debidamente expuestos-, siendo el género de una indudable frescura y de un tamaño -como las raciones- ciertamente considerable, y moviéndose entre los 20 y los 33 euros. Junto a ello, una docena de entrantes -básicamente marisco y pescado- que se movían entre los 12 y los 30 euros.

Había gana relativa, por lo que tras un pequeño aperitivo de la casa -salmorejo (en realidad, un mix entre sopa de tomate y gazpacho) con anchoa marinada, rico-, optamos por compartir un entrante y un segundo.

Optamos por elegir las andaricas (nécoras) a la plancha, lo cual fue desaconsejado por el maître, al indicarnos que, al no ser temporada, posiblemente no darían la talla a la brasa-bien hecho!!- Se nos aconsejó ½ ración de salpicón de bogavante, explicándonos su elaboración y las piezas de este último que se utilizaban para ello.

Buen consejo: un muy buen salpicón, con trozos de bovagante de excelente tamaño, aderezado con un rico aceite y una suave salsa de pimiento. Hubiera agradecido un sabor con un punto más de vinagre, pero esto va por gustos. En todo caso, magnífica textura del elemento principal, excelente cocción y buena presentación. La ración (insisto, ½), adecuada como entrante, por lo que no me puedo imaginar lo que debe ser para uno una ración entera.

El segundo, un pescado tradicional por estos lares: el pixín (rape). Fenomenal pieza, con perfecta cocción y todo el sabor y frescura que se le puede pedir a un pescado. Carnoso y tierno. Sin más, cierto, pero lo suficientemente bueno para que, añadido al aspecto y tamaño de los salmonetes de los de la mesa de al lado -dos señores mayores que estaban reventados de comer-, sugerirle a mi propia si seguíamos con el festín, pero mi gozo se quedo en un pozo.

Pues nada: un buen queso asturiano a las brasas para acabar, rico, cremoso, acompañado de una mermelada de higos que fue el perfecto colofón para darle matarile a la botella antes mentada.

Panes: De tres tipos, y muy ricos, parecían caseros. Acompañados de unos grissinis de dos tipos y de una excelente calidad que no suelo ver más que cuando me garbeo por alguna ciudad de la “bella” Italia.

Estábamos tan a gustito (cuidadín con los chistes) que aún cayeron un par de GT de Martin Millers (8 euros/GT), para dejar una cuenta total de 106 euros.

Excelente atención, muy buen producto, generosas raciones y un buen precio. Vayan y disfruten. Por el precio de uno seguramente comerán y beberán por 1,5. ¿Qué más se puede pedir?

Que Güeyu Mar está en este momento de moda es un hecho, restaurante lleno, doblando mesas en un día no excesivamente playero. Que no es una moda, y también ha venido para quedarse es un hecho. El restaurante dispone de tres terrazas y un pequeño interior; así como de parking privado, y una zona de chiringuito con una oferta totalmente distinta a la que ha dado fama a este restaurante de Playa de Vega al oeste de Ribadesella. En el exterior se muestran, diría hasta con orgullo las botellas que se van consumiendo, destacan por su cantidad las de champagne, albariño y ginebra, teniendo esta última su propio rincón decorativo.

El fuego y el conocimiento como únicos instrumentos para sacar el máximo rendimiento al producto, que cada día provoca un reto, y requiere una intervención parecida pero diferente. El tiempo, la observación, las pruebas y el sudor como vías de aprendizaje, para llegar a ser un verdadero maestro de las ascuas.

Comenzamos con una nécora a la brasa, pieza de unos 200-250 gramos, muy prieta de su carne en su interior, como debe de ser. La brasa en este caso tiene una aportación ligera, casi únicamente de sensación olfativa, y para nada tiene un sabor predominante; manteniendo el del crustáceo que es inmejorable. Sobresaliente.

A continuación, el desfile de pescados comenzaría con la merluza, sin ningún tipo de aderezo adicional más que el calor y el fuego. Pura sutilidad, con unas lascas que se separaban por sí mismas con nuestra mirada. El sabor de la brasa alcanza un mayor grado ante la elegancia frágil de la merluza.

El tataki de rape ofrece la oportunidad de degustarlo tanto cocinado como cuasi crudo, como en el caso de la andarica las ascuas aparecen de forma más tenue. El interior del pixin muestra un color entre rosáceo y blanco. Personalmente me quedo con la parte exterior, algo más cocinada, que evidencia un gusto más reconocible, y una textura más agradable.

En nuestra anterior visita, en Enero de este mismo año, no pudimos probar el virrey. Así que esta vez no podíamos dejar pasar la oportunidad de degustar ese pescado que Abel tanto reivindica, habiéndolo convertido en el diamante de su joyería. Carnes prietas, jugosas, punto perfecto, en el cual las espinas parece que se apartasen solas al notar los cubiertos acercarse. De gran suculencia, sobre todo en las partes más cercanas a la cabeza. Recuerdos familiares que aparecen gracias a personas que ya no están con nosotros, y que nos enseñaron a succionar las cabezas de los pescados apelando a su mayor jugosidad. Solo por este pez merece la pena el viaje. Entre los mejores.

Siguiendo la recomendación de Abel, también se incluyó en este quinteto de pescados titulares el mero, al que en las redes sociales él había denominado chuleta blanca. Después del virrey, nos pareció que estaba uno ó dos escalones por debajo. Sin tanta jugosidad como el anterior, posiblemente le faltará un poco de infiltración de grasa para apreciar mayor gusto.

Luisa nos había dado la pista sobre una bonita de unos 50kg, bonito dije yo, bonita insistió ella. Ahí se quedó el diálogo por incapacidad de contestación por mi parte, y por su conocimiento frente al mío, más bien escaso. Una buena pieza de la misma estuvo atemperando en el mostrador cercano a las brasas durante al menos dos horas. Según el saber de Abel, etapa necesaria del proceso para que la grasa del pez aflorara. Y tanto que apareció, como si de la ventresca se tratara pero con mayor potencia de sabor, y ese toque pantagruélico que le da el tocino de este “pescado”. Con este plato, nos asombran, por la calidad del producto, su tratamiento y posteriormente su corte, todo da como resultado, saborear el bonito como no lo habíamos hecho antes. Suculencia y máximo esplendor para rematar un diálogo entre las brasas y el pescado.

Focalizarse, convertir la especialización en el pescado en peregrinaje de gastrónomos a un pequeño pueblo de la costa asturiana, a través de una selección severa del producto, y la sabiduría de los rescoldos de la lumbre. La evolución de las brasas vía la profundización en ellas, de su continua y obsesiva observación, y de lo que éstas insinúan cada día, junto con los frutos de la mar que también expresan sus diferencias de forma continua. El refranero español modificado, “las brasas, con sudor entran”. una vez más nos vamos impregnados, nos llevamos en nuestra memoria, las brasas, la delicadeza del fuego, y esa andarica, el virrey, y la bonita.

Por otra parte, el servicio algo lento, y sobrepasado por el número de comensales, pero tenemos presente que estamos en la semana más álgida del año; lo cual también provoca cierta severidad en los precios que en Güeyu Mar son variables en función del precio al cual el mejor pescado se paga. Aquí se compra lo mejor, y eso se paga.

La voluntad de la mar, el esfuerzo de los pescadores, la selección del producto, y la pericia brasera son los pilares de una inmersión en el mundo del pescado de manos de Abel “El parrillero” y su mujer Luisa.

Ya saben como siempre post completo con fotos, y maridaje musical en
http://www.complicidadgastronomica.es/?p=3955

Chiringuito cool a pie de playa, de esos en los que puedes disfrutar de copa post-comida sin que la silla se te clave al culo, coperio riedel a pie de playa, mesas con manteles blancos impolutos...y una señal infalible de que comeras bien , cientos de cadaveres de botellas de champagne del que no me cansaria, de vinos que no encuntro en mi provincia (tondonias blancos)...sin duda la carta de vinos es uno de los puntos fuertes del local, jerez (que placer tomar un buen jerez pre comida,) champagen a casacoporro (que mejor que un buen champagne frio en verano, blanquitos de alsacia, quiza tengas un exceso de tintos para el tipo de comida que sirven (pero los excesos sobre todo si son en la carta de vinos nunca me parecen mal), y por si esto fuera poco unos precios más cerca de lo muy barato que de lo razoble, aqui si puedes (y casi debes) tomarte una segunda botella. Hasta aqui genial pero, la carta pescados (perfecto el sitio lo pide a gritos), si vas hacia los baños (limpios) puedes verlos...soy consciente de que la calidad y el buen producto se hay que pagarlo, pero...dos sardinas (una y dos) 8€, cuatro mini.bocados de atun escachado 12€... todo el pesacado rico pero muy caro, me consolo el homanaje a precio de tienda que me di de champagne. Postres ricos , y servicio muy atento quiza un poco encorsatado (aunque lo prefiero así), para darse un homanje de pesacado y champagne.

Noche de principios de enero, desde Arriondas nos dirigimos hacia la Playa de Vega donde se encuentra Güeyu Mar (ojo de mar). La oscuridad es total, la noche cerrada y no nos permite visualizar nada de esa playa en mar abierto que en verano se llena de turistas y surferos. Tiene pinta que una sobremesa en este rincón de Asturias debe ser muy placentera.

Comenzamos por un indispensable de la casa, salpicón de bogavante, denominado en carta bogavuelos por el tamaño del bicho. Apenas una vinagreta a la que se ha añadido yema de huevo muy picada, y grandes trozos de bogavante. Carne tensa, y sabrosa. Sencillez y generosidad (media ración).

De los pescados en carta nos decantamos primeramente por un lenguado. Nos acercamos a las brasas donde Abel nos enseña la parte superior del pescado, dorada, crujiente; en definitiva una delicia. Como somos pocos, Abel parece que solo tiene ojos para nuestro lenguado; un privilegio. En mesa, el servicio lo desespina y emplata sirviendo por persona tanto una mitad superior como una inferior para notar las diferencias. Está totalmente en su punto, pudiendo notar la musculatura del pescado, carne tersa. Se acompaña de lombarda con un refrito de ajo.

Hemos visto tapar al pescado sobre las brasas con una especie de plato metálico. La razón que se provoque un efecto campana de cara a que no pierda jugosidad, nos dice Abel que es como “si se humedeciese”. Remarcándonos que no siempre es así, que cada pez y cada combustión son diferentes, y se tiene que ir adaptando al medio.

A continuación un pescado del que nos consideramos fans, y con un mayor sabor que el anterior, salmonete. Piezas que podían rondar los setecientos u ochocientos gramos. También a las brasas utilizando como en la anterior ocasión madera de roble. Las láminas salen solas, resultan cuasi hermosas y con un sabor final muy ligero ahumado que resulta agradable.

Finalizamos con la tarta de queso de Afuega’l Pitu que se acompaña con una mermelada de higos robados (según Chema que nos atendió inmejorablemente). Tarta horneada pero que se sirve fría, muy sabrosa, y densa con la parte inferior algo menos cuajada y por tanto más cremosa y suave. Esta tarta degustada, treinta minutos después de su paso por el horno, desde nuestra perspectiva mejoraría ostensiblemente; sin desmerecerla en absoluto. Se nota la calidad del queso utilizado. No más Philadelphia ni similares en las tartas de queso.

Una cocina sencilla que no fácil, un foco total en el producto, mucho conocimiento, cariño, y un esmero al mando de las brasas fuera de lo común. La búsqueda de la perfección en la pareja pescado-brasas.

Una visita totalmente recomendable, difícil de encontrar un lugar donde comer peces de tal calidad a tan buen precio, resultando la rcp excelente, como es denominador común por estas tierras asturianas.

Para ver el post completo con fotos

http://www.complicidadgastronomica.es/?p=3091

Pasando unos días en Asturias, aprovechamos nuestra llegada para acercarnos a este restaurante situado en la playa Vega.
Primera premisa nada más llegar, sólo tienen pescado y marisco. Como ya íbamos preparados por los comentarios del foro, ningún problema. Precisamente a eso íbamos.
Vestimenta de la mesa sencilla, cubiertos correctos y buenas copas para el vino. Cesta con diferentes panes a elegir.
Comimos una ensalada de atún y media lubina a la brasa, para compartir los dos.
Que decir que nos encantó. El pescado con un punto de preparación muy bueno y con mejor sabor.
Esto acompañado de agua y una botella de Albariño Abadía de san campio de 37,5 ml, única opción de tamaño pequeño, ya que todavía nos quedaban unos kilómetros para llegar y no era plan de excederse. El servicio del vino se reduce a su colocación en la mesa dentro de una cubitera con hielo. Decir que la carta de vinos no era muy extensa y me pareció algo inflada en cuanto a precios.
De postres tomamos helado, muy apetecibles en un día bastante caluroso.
Cafés y una copita de orujo cortesía de la casa.
Algún problemilla para conseguir la nota y pagar, pero sin mayor importancia.
La calidad del pescado que ofrecen es intachable.

Este restaurante, ubicado en la playa de Vega, es una buena opción para las excursiones de la zona de Tazones, Rodiles...

En la carta puedes encontrar gran variedad de pescados (anchoas, sardinas, rodaballo, merluza, mero, lenguado...) pero únicamente productos del mar, ya que es curioso como en la propia carne dice textualmente "carnes y arroces........ no tenemos".

Empezamos como aperitivo con una cerveza y un vermouth Izaguirre, servido en copa triangular. Sobre la mesa habían unas rosquillas saladas con pipas.

Como habíamos leído que las raciones eran grandes, consultamos al camarero sobre nuestra elección y la cosa quedó así:
~ Salpicón de bogavante. (21 €) Con grandes trozos de bogavante y otros muchos desmenuzados, pimiento rojo, cebolla picada, huevas?, abundante aceite de oliva y acompañado de una rica salsa de pimiento probablemente del piquillo. Simplemente espectacular! (Adjunto foto).
~ 1/2 ración de "pulpo de aquí". (12 €) Pese a ser media parecía una entera. Base de patata troceada y cocida de suave textura, pulpo de pedrero, sabroso y una buena cantidad de pimentón. Muy bueno pero para mi gusto un poco picante. (Adjunto foto).
~ Tacos de bonito con ajo. (19 €) Buen plato de grandes tacos acompañados de tomate troceado y cebolla picada. Sabroso pescado, aunque para mi gusto, demasiada plancha.

Cestillo con varios tipos de pan: chapata con miga amarillenta sabrosa, de semillas... Buenos y correctos.

Para beber Alhambra reserva bien fresquitas y mi marido un par de copas de Terras Gauda 2011.

Dos cafés, puesto que tras la comilona era misión imposible intentar probar los postres por falta de espacio.

El servicio amable y correcto pero un poco limitados por la cola de pescados esperando la plancha.

El local dispone de un pequeño reservado para unas 10 personas, un comedor interior no muy grande y una terraza cubierta con unas 10 mesas. Decorado con estilo rústico con paredes de piedra, vigas de madera, suelo de tarima... Estaba a tope y nada más sentarnos nos recomendaron un poco de paciencia por el atasco en la plancha, pero me dio la impresión de que la espera no fue para tanto. Recomiendo la terraza ya que la plancha está en la barra del comedor interior, y por muy bien que funcionen los extractores, imagino que los humos serán inevitables.

En resumen, muy buen producto del mar, tratado con corrección, servicio amable y una RCP correcta.

  • 1/2 ración de "pulpo de aquí"

    1/2 ración de "pulpo de aquí"

  • Salpicón de bogavante

    Salpicón de bogavante

A la vuelto de nuestra visita por Galicia, alto en este restaurante para la comida del mediodía, tras una reserva el día anterior, llegando más bien entrada la tarde (nos comento el responsable del ligar que ahora cierra los domingos noches y sirve comidas sin limite de hora, de hecho vimos sentarse a alguien a comer sobre las 5 de la tarde.
El lugar está perfectamente definido por los dos comentarios que me preceden, y sólo comentar, que si el camino en pleno día resulta difícil, de noche debe ser bastante complicado, si llegas a dicho lugar por una primera vez.

Como se ha comentado el producto es el pescado y marisco, el predominio de la elaboración es la plancha y no se dispone al menos en la carta que yo vi, ni carnes ni arroces, haciendo especial mención a ello, en la misma. Creo que en pleno verano en una zona lateral de la propiedad se ofrece otro tipo de cocina más sencilla.

Nos ubicamos los seis comensales en un comedor individual situado a la izquierda de la puerta de entrada, con abundante luz natural.
Lo comido fue un poco para compartir entre todos:
Pulpo de la zona.
Dos de salpicón de marisco (a 21 euros)
Una de salmonetes
Un bogavante a la plancha de 0, 750 kg (45 euros)
Una dorada, que en teoría correspondía para cuatro raciones. (a 23 euros)
Y seis postres que en este momento no recuerdo cuáles fueron.
Carta de vino ya comentada anteriormente y en este caso tomamos dos Mágnum de Quinta Apolonia 2010, (30 euros).
El resto de la comida se compuso de: cinco cervezas (tres euros) dos de agua y cinco cafés.
Precio en total: 368 euros.
La comida: excelente materia prima, muy bien tratada y con raciones de buen tamaño.
Servicio del vino: acorde.
Servicio en general del personal: muy amable, con profesionalidad y simpatía.
En conjunto, local al que se va a comer pescado y marisco, con precios acordes al producto y con un buen servicio de sala.
Espero repetir.

Cuesta llegar, sobre todo de noche. Pero merece la pena.

El restaurante se encuentra en un bello lugar.
Sencillo, sin grandes alardes. Un expositor con los pescados del día y mariscos. Más 2 planchas grandes donde se cocinan.
Todo ello nos da la bienvenida.
Lo restante un excelente producto y un magnifico punto de plancha.

-Andaricas, estupendas, potente sabor.
-Pulpo de roca. De menor tamaño que el gallego, muy bueno.

-Salmonetes enormes, lubina , pixin. Todos ellos extraordinarios.

-Como postre buena tarde de queso afuega´l pitu.

Lo acompañamos con albariño Terras Gauda y rematamos con gintonic de Citadalle. Como curiosidad el vaso con los hielos viene nitrogenado.

Como indica la carta, no hay carne ni arroz. Solo pescados y marisco, y creanme con eso basta.

Recomendable.

Aconsejado por nuestro ilustre veremero Pepe Iglesias nos fuimos a comer a este escondido rincón de la costa cantábrica. Está situado en una playa "salvaje", sin urbanizaciones, todo naturaleza. Su aspecto exterior no te dice nada, pero en cuanto entras. ¡Sorpresa! Expléndidos expositores llenos de pescado y mariscos fresquísimos, merluzas, lubinas, salmonetes de roca, rodaballos, meros,rapes, pulpos "de alli", etc.. Tiene un comedor y dos terrazas cubiertas, ideales para verano e invierno.
El servicio es agil, muy atento y profesional. Las mesas están bién vestidas, vajilla y cristaleria adecuadas.
Tiene una magnífica carta de vinos, con precios "dulces". En ella te encuentras con: Cirsion, Salón(250,00), Emilio Rojo, La Plazuela, As Sortes, Alvaro Palacios-La Ermita, El Perro Verde, etc.
Dos personas comimos:
De entrantes: Chipirones de Potera, 12 piezas (32,40), magníficos, extraordinarios, en su punto de plancha, puro mar.
Media ración de Pulpo "de alli" (9,75), no sé como serán las enteras, pero esta media era enorme, acompañado con patatas cocidas aliñadas con aceite de oliva virgen y buén pimentón.
Salpicón de Bogavante y rape (22,70), magníficamente elaborado, con el punto justo de vinagre y cebolla, y eso sí, abundantes y gruesos trozos de cola de bogavante.
De segundo: Unos magníficos salmonetes de roca del Cantábrico (23,75), dos piezas de 300,00 gr/Unid., extraordinarios, en su punto de elaboración, fresquísimos, puro sabor a mar.
De postre: Helado de higos (6,50), muy rico y digestivo.
Acompañamos la comida con un Emilio Rojo (36,75), magnífico vino, muy elegante, muy frutal, aterciopelado, glicérico, acompañó muy bién la comida. Agua mineral(2,70) y dos cafés Nespresso, invitación de la casa. Solamente tengo que decir: ¡Gracias Pepe!, por compartir ese extraordinario rte.. ¡Ah!, y no es tan caro, dado la abundancia de sus raciones y magnifica calidad
Aconsejo reservar y advierto que las raciones son muy grandes.

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