Brasas, pescado y vino blanco en perfecta conjunción

Tras el intenso periplo gastronómico habido durante la semana, y habiendo probado ya la mayoría de las especialidades asturianas, tocaba abordar otro de los puntos fuertes del lugar donde nos encontrábamos: el pescado, entendido en su versión producto, esto es, lo más natural posible, sin filigranas ni aderezos.

De ahí que, siguiendo los siempre sabios consejos de otros foreros, encaminamos los pasos hacía el Gueyu-Mare, a 10 escasos minutos de Ribadesella en coche. (Taxi/10 euros).

Entorno: En los aledaños de la playa de vega, se respira un evidente ambiente marítimo, y muy, muy surfero -innumerables los aficionados a este deporte que vi pasar-, sin perjuicio de cierto un aire montañés, pues, no en vano, en función del espacio en el cual te ubiquen se puede ver tanto la playa como el verdor de las montañas asturianas.

Como digo, diversos espacios -terraza frente al mar, interior, y lateral mirando a las montañas, siendo éste último en el cual nos ubicamos. Muy agradable, y con capacidad para unas 80 pax (en total). Nuestra zona, situada en una especie de exterior, con un cierto toque rústico asturiano, paredes de piedra, vigas de madera, tonos blancos y azules, cuadros con motivos marineros. Lo dicho, muy agradable-

Buen tamaño -y separación- de las mesas, bien aderazadas -mantel y servilletas blancos, de hilo, impolutos-. Las sillas, de madera, de corte un tanto rústico y, para mí, un poco incómodas. Cubertería y vajilla correcta. Vasos de agua de diversos colores y coperío Riedel -lo mejor-. Buena presentación en conjunto de la mesa. Buena ambientación, en azules y blancos. Y un sitio muy limpio, de los que te encuentras cómodo.

Servicio y servicio del vino: Muy agradables. Atención inmediata -y había parroquianos y foráneos en abundancia-, amabilidad y buen trato. Buenas recomendaciones del jefe de sala y atención excelente por parte de la camarera que nos atendió, compartiendo con ambos no sólo la experiencia -“cómo va la cosa?, está todo bien?”-, sino también diversos detalles gastronómicos del pescado a la brasa, conversación a la que se unió -ya en los gin tonics- el dueño del lugar, que salió con amabilidad para hablar con nosotros y apuntarnos su ilustre clientela (entre ellos, el día anterior, el Maestro Aduriz).

No comimos más que tres platos, pero los tempos fueron excelentes, sin prisas, dejando disfrutar. El servicio del vino consistió, en exclusiva, en la presentación del mismo y su ubicación en cubitera. Ahora bien, disponen de una pléyade de blancos ciertamente reseñables, al igual que de espumosos, siendo más parca la cosa en rosados y tintos.

Tanto es así que de blancos disponen de una carta corta -los más habituales, gallegos en lo fundamental, unos 12/14, y algún rueda y rioja-, que rápidamente fue rechazada para reclamar la carta larga, la cual dispone de aproximadamente unas 300 referencias, de las cuales unos 250 serán blancos, de prácticamente todo el mundo, incluyéndose todo tipo de variedades y de elaboración. Muy completos en este aspecto.

Y, ojo, a unos precios que da gusto (x 1 ó x 1,2), para darse un buen capricho, o dos, o ..., siendo un ejemplo a seguir en este aspecto (otro gallo nos cantaría si fuera siempre así). Siendo esto así, optamos por un Emilio Rojo 2011 (38 euros): excelente. Si a ello le unimos las ya comentadas Riedel, miel sobre hojuelas.

Comida:

Ni carne, ni paellas -reza la carta en su parte inferior-. Como a mí me gusta, las cosas, cuanto más claras, mejor. Y, si no se quiere pescado, pues no se va. Pescado, y a las brasa, sin más... pero sin menos. Y prácticamente todos los habituales, los cuales te dan la bienvenida al entrar -pues no en vano se encuentran debidamente expuestos-, siendo el género de una indudable frescura y de un tamaño -como las raciones- ciertamente considerable, y moviéndose entre los 20 y los 33 euros. Junto a ello, una docena de entrantes -básicamente marisco y pescado- que se movían entre los 12 y los 30 euros.

Había gana relativa, por lo que tras un pequeño aperitivo de la casa -salmorejo (en realidad, un mix entre sopa de tomate y gazpacho) con anchoa marinada, rico-, optamos por compartir un entrante y un segundo.

Optamos por elegir las andaricas (nécoras) a la plancha, lo cual fue desaconsejado por el maître, al indicarnos que, al no ser temporada, posiblemente no darían la talla a la brasa-bien hecho!!- Se nos aconsejó ½ ración de salpicón de bogavante, explicándonos su elaboración y las piezas de este último que se utilizaban para ello.

Buen consejo: un muy buen salpicón, con trozos de bovagante de excelente tamaño, aderezado con un rico aceite y una suave salsa de pimiento. Hubiera agradecido un sabor con un punto más de vinagre, pero esto va por gustos. En todo caso, magnífica textura del elemento principal, excelente cocción y buena presentación. La ración (insisto, ½), adecuada como entrante, por lo que no me puedo imaginar lo que debe ser para uno una ración entera.

El segundo, un pescado tradicional por estos lares: el pixín (rape). Fenomenal pieza, con perfecta cocción y todo el sabor y frescura que se le puede pedir a un pescado. Carnoso y tierno. Sin más, cierto, pero lo suficientemente bueno para que, añadido al aspecto y tamaño de los salmonetes de los de la mesa de al lado -dos señores mayores que estaban reventados de comer-, sugerirle a mi propia si seguíamos con el festín, pero mi gozo se quedo en un pozo.

Pues nada: un buen queso asturiano a las brasas para acabar, rico, cremoso, acompañado de una mermelada de higos que fue el perfecto colofón para darle matarile a la botella antes mentada.

Panes: De tres tipos, y muy ricos, parecían caseros. Acompañados de unos grissinis de dos tipos y de una excelente calidad que no suelo ver más que cuando me garbeo por alguna ciudad de la “bella” Italia.

Estábamos tan a gustito (cuidadín con los chistes) que aún cayeron un par de GT de Martin Millers (8 euros/GT), para dejar una cuenta total de 106 euros.

Excelente atención, muy buen producto, generosas raciones y un buen precio. Vayan y disfruten. Por el precio de uno seguramente comerán y beberán por 1,5. ¿Qué más se puede pedir?

  1. #1

    Gabriel Argumosa

    Lugar especial, donde las cosas estan como tu dices claras, se va lo que se va y se como lo que se come.

    El primer comentario de este local es de nuestro compañero Jacomur y acudio a él por recomendacion de otro veremero: Pepe Iglesias. Y ahi empezó la rueda.

    Un saludo.

  2. #2

    Joaquin1965

    en respuesta a Gabriel Argumosa
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    Efectivamente, y te hacen sentir a gusto. Si señor, un sitio especial.

    Saludos!!

  3. #3

    G-M.

    Te veo poco "socarrón", el verano te ha sentado bien, te ha apaciguado...

    ;-)

  4. #4

    Joaquin1965

    en respuesta a G-M.
    Ver mensaje de G-M.

    Es que estamos aún en la primera parte del veraneo y andaba yo relajao ... Ya llegarán los comentarios de Andorra la Vella, ya :-)

  5. #5

    oscar4435

    queso a la brasa , leches eso tiene que estar cojonudo.

  6. #6

    Joaquin1965

    en respuesta a oscar4435
    Ver mensaje de oscar4435

    :-) Si estaba bueno, sí... Lo que no me acuerdo como se llamaba el queso en cuestion.

    Saludos!

  7. #7

    oscar4435

    en respuesta a Joaquin1965
    Ver mensaje de Joaquin1965

    Da lo mismo , nunca sale igual comerlo en restaurante que en casa , pero lo d ela brasa si que es curioso , solo conocía el provolone a la plancha.

  8. #8

    oscar4435

    en respuesta a Joaquin1965
    Ver mensaje de Joaquin1965

    da igual en casa no sale nunca igual , lo d ela brasa es curioso , si señor.

  9. #9

    jacomur

    Es un rte que merece coincidir el "paso" a la hora de comer y hacer un desvio. Saludos desde Comillas.

  10. #10

    Joaquin1965

    en respuesta a jacomur
    Ver mensaje de jacomur

    Jejeje.. Sí, bien dices, para comer e inflarse a pescado. O-ño que raciones dais por el Norte :-)

    Saludos!

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