Restaurante Triciclo en Madrid
Restaurante Triciclo
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
22,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
41 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.9
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.2
Comida COMIDA
7.5
Precio medio entorno ENTORNO
6.2
RCP CALIDAD-PRECIO
7.4
Canelones de rabo
Verdinas
Setas del día
Exqueisada de bacalao con oreja
Amanita cesarea con yema de huevo
Ceviche de corvina
Opiniones de Triciclo
OPINIONES
21

Cada día se come mejor en Triciclo. Hoy puestos en manos de Javi Goya, nos ha organizado una especie de menú degustación a base de propuestas fuera de carta, ajustando los tamaños de las raciones para probar un poco de todo.

Empezamos con un tartar de atún rojo de Balfegó, productazo elevado a la enésima potencia.

Le siguieron unas sabrosas lentejas con liebre y unas sorprendentes y melosas patatas a la importancia con butifarra.

A continuación, lomo de salmonete con verduras y caldo de sus espinas.

Terminamos con un estupendo tartar de solomillo de ibérico con yema, y un taco de cabezada ibérica confitada.

Sin sitio para el postre, una tablita de quesos de tres variedades nos ayudó a acabar el vino, un tinto de la Ribera Sacra muy exclusivo, llamado Portela do Vento de Daterra Viticultores, recomendaciòn de Luis, el voluntarioso sumiller.

Por estas dos horas de disfrute pagamos algo más de 50 euros por cabeza, un precio muy comedido teniendo en cuenta el nivel de lo consumido. Pues eso, que Triciclo es una referencia, un restaurante asentado y funcionando como un reloj, y una cocina muy top con platos que siempre apetecen. Para volver muchas veces.

Como comenta mi compañero de mesa, Toni, reserva hecha con mucho tiempo, en un principio para seis, tres días antes intento cambiarla para cuatro, por teléfono inútil, durante dos días llame a todas las horas posible y aunque daba señal nadie contestaba, lo puse en su facebuke, ninguna contestación, y el mismo día de la comida recibí un mensaje de confirmación para cuatro, pésima comunicación.

Local largo y muy concurrido, nada mas ver las mesas altas, no se porque me olí, que nos iban a tocar y así fue, entiendo que exista mucha gente que este encantada de comer en este estilo de mesas, pero yo no las soporto, me resultan incomodas, y ya me tocaron la fibra, claro como voy a esperar que me avisen de esta opción, si no pude comunicarme con ellos, la cuestión es que me parece de pena que no avisen , en mi caso prefiero otro local que estas mesas , si soy muy rancio , será la edad .

Por suerte mientras esperábamos a que nos atendiesen, por cierto bastante rato, dio tiempo a que una mesa de franceses , que suerte de sus horarios , quedase libre y enseguida pregunte para cambiarnos , y hay empezó la cena .

Buena opción la de elegir, medias raciones, pruebas mas cosas y las veladas se hacen mas divertidas, cada día es mas habitual.

Carta de vinos corta, pero con alguna opción interesante, tanto que no tenían alguna referencia, eso si las que tenían a buen precio el bermejo malvasia a 19€, cuando en mi zona lo compras en tienda a 15€, el dorado 2013 a 24€, tampoco me parece nada caro, en este sentido muy bien.

Como comenta Toni , después de estar un buen rato sin que nos atendiese nadie , llegan y nos comentan alguna cosilla mas fuera de carta , no es de recibo , desde luego este día en concreto el tema sala andaba despistado .

Nos pusieron un aperitivo, tipo corteza con una salsa, pero yo como Toni, no me acuerdo muy bien de que era, eso si este aperitivo junto con el pan, subió la factura 10€.

Seguimos con el gazpacho Thai, bien descrito por Toni, fresquito y agradable.

Ceviche nikei, para algún comensal pasado de soja, no diré que no, pero como me gusta no lo note, el granizado de rocoto, yuzu y cilantro le daba frescura.

Nuestro steack tartar, como comenta Toni, le faltaba un toque más potente, pero eso dejaba ver la calidad de la carne.

Guiso de setas con huevo, aquí pedimos unas alcachofas fuera de carta que nos recomendaron, pero no entendieron o no nos entendimos y guiso de setas, rico y siempre el velito de ibérico aporta sabor.

Nuestra rubia gallega, esta fue una recomendación de Isaac, parecía una loncha de jamón de bellota , con su tocino y todo , sobre este manjar , queso , tomate , piñones y ahumado de romero , muy sabroso , me gusto , pero con esa carne tan rica , peca de demasiado sabor añadido , con los piñones y un pelin de queso , basta , pero bueno yo que soy de contra mas mejor , en este caso note demasiadas cosas que no me dejaban disfrutar de la carne .

Saam de mollejas y calamar, coincido con mi acompañante de mesa, las mollejas pelin pasadas y la salsa picante que acompañaba, tampoco picaba mucho, mejor, yo no soy de pasote en esto.

Callos, aquí si que se lucieron, muy ricos y buen material, que callos hay muchos, pero están estaban muy ricos.

Un par de postres para compartir, brioche, muy sosete para mí y una tarta de queso, rica.

La verdad es que es un estilo de comida que esta muy de moda, con toques asiáticos, sudamericanos y demás, que me encanta, pero que para mi tampoco destaca dentro de la amplísima oferta gastronomica de la capital, cuando mi recuerdo esta con los callos y con la vaca rubia, no podría decir que no volveré , pero antes hay una oferta tan grande en los Madriles y cada vez mas y mejor , que tardare , luego la atención , para mi , que ya soy un viejo cascarrabias , dejo mucho que desear , eso si el local , hasta la bandera y lo hacen bien , pero como un porrón de locales mas de la zona , que no es poco, ojala tuviéramos un triciclo en Bilbao.

Triciclo era uno de esos lugares que, por lo que uno lee en la red, consiguió despertar una especial curiosidad, atendiendo a la calidad de la carta, lo atractivo del entorno y, sobretodo, una buena relación calidad precio. Tanto es así que decidimos visitarlo a la primera que se nos presentó la ocasión y, aún sin ser ésta la más idónea, pues veníamos de disfrutar de una gran comida a mediodía que saldrá pronto a la luz, no defraudó.

El local se sitúa en la zona cero de la ciudad de Madrid, en una calle rabiosamente céntrica como la calle de Santa maría, a escasos metros de la calle Huertas. Tanto en la fachada como en su interior se han conservado elementos propios de los bares de antaño. Un primer espacio configurado por la barra y un número considerable de mesas altas es la antesala para otro salón de mesas bajas para comidas o cenas de más larga duración. La iluminación por la noche en este salón es tenue y intimista. Ello y la concurrencia de clientela internacional me trae a la mente una cierta similitud con aquellos pequeños bistrós franceses.

A nuestra llegada recibimos con algo de sorpresa la noticia que nos ubican en la única mesa alta que hay en el salón comedor. La reserva estaba hecha de dos o tres meses atrás y nos pareció algo raro que justamente a nosotros nos correspondiese esa mesa. Si un cliente formaliza la reserva con tanta antelación está mandando claras señales que anhela conocer el restaurante y, sin exigir un trato privilegiado ni muchísimo menos, se deben cuidar los pequeños detalles como éste. Afortunadamente, la mesa aledaña acabó de cenar pronto y pagó su cuenta antes de iniciar nuestro servicio con lo que pudimos cambiarnos a esta mesa y estuvimos realmente mucho más cómodos.

La carta no es excesivamente larga y sin una distinción clara entre entrantes y principales. Una vez la repasamos y acordamos nuestra comanda llega la responsable de sala y nos “canta” otras sugerencias fuera de ésta. Para mí, hubiese sido mejor hacerlo cuando nos entregaron la carta al sentarnos pues, ante estos nuevos platos, tuvimos que reconvertir nuestra comanda. En todo ese espacio de tiempo no se nos preguntó si deseábamos algo que beber y, una vez pedido el vino, éste tardó aún bastante tiempo en llegar a la mesa.

Acabamos pidiendo:

- Gazpacho thai: A la mesa llega el plato con los tropezones: una porción generosa de ostra, una bolita de sandia, unas hojas de cilantro... Se vierte el gazpacho ante el comensal. De textura perfecta y sabor agradable, un entrante muy refrescante y sabroso.

- Ceviche nikei: Pedimos media ración y nos supo a poco, La corvina se sirve cortada en finas lonchas con un aliño certero en el que sorprende el uso, aunque en poca cantidad, de la salsa de soja o similar. Ello le da un punto de sal un pelín subido. Por el contrario, muy adecuado el punto picante, muy presente pero sin rebasar el límite de lo exageradamente picante.

- Nuestro steack tartar: viene servido ya sobre unas tostas de pan crujiente (cuatro, tantas como comensales) y se corona con un huevo de codorniz frito. Se intuye un producto de gran calidad, cortado a cuchillo en porciones adecuadas, sin quedar excesivamente machacado. El aliño, eso sí, muy sutil, sin percibirse a penas los matices agrios, picantes... Le faltó punch.

- Guiso de setas con huevo: Variado de setas cortadas en pequeñas porciones con el huevo escalfado que mezclamos antes de compartir el plato y un fondo del mismo guiso con el que resulta imposible no tomar pan (pan que se cobra, por cierto, a 2,50 euros por persona). Un guiso que, a poco que se cuide la cocción y el sazonamiento, siempre resulta rico. También éste.

- Nuestra rubia gallega: Láminas finísimas de la carne de ternera extendidas sobre un papel de hornear (una por cada comensal), prácticamente crudas, con un majado de piñones tostados, setas escabechadas y algún trozo de queso, me parece recordar. Cada uno de nosotros enrollamos la loncha de carne haciendo un canutillo. Buen producto presentado de modo original.

- Saam de mollejas y calamar: La base de este bocado es una hoja de lechuga sobre la que se colocan las mollejas de cordero fritas con una especie de rebozado, para mi gusto muy pasadas de punto y los tallarines de calamar frescos con la única cocción del calor que le transmite el contacto con las mollejas recién fritas. Rico, aunque esperaba más.

- Callos: Es casi imperdonable venir a Madrid y no disfrutar de unos buenos callos. Los del Triciclo me parecieron excelentes con una textura muy tierna que facilita su ingesta y una salsa trabada de melosidad extrema. En ellos también encontramos tropezones de chorizo, taquitos de jamón...

- Brioche tostado: realmente se trata de una torrija bastante sencilla en su ejecución, sin acusar un exceso de azúcares ni un caramelizado empalagoso. Se acompaña con un helado de almendra.

- Tarta de queso: La base tostada resulta demasiado gruesa pero la crema de queso está realmente deliciosa, ideal para los muy queseros, motivado ello fundamentalmente por el uso del queso azul que deja una sentida huella en el paladar. Muy rica.

Para acompañar la cena elegimos dos vinos blancos: en primer lugar Bermejo 2014 (DO ) y Dorado 2013 (Alvarinho). No ojeé la carta pues había gente en la mesa mucho más aficionada que yo, pero se comentó que los precios eran muy razonables con respecto al precio en tienda.

Todo lo que pedimos nos gustó, y bastante. Resulta destacable la buena RCP del local, el aire informal y el ambiente que se genera en él. Como contra y creyendo firmemente que se trató de un fallo puntual de ese día, echamos en falta un poco más de “alma” en el personal, tanto en el trato, que fue más bien distante, como en la celeridad o ritmo de servicio. No vivo en Madrid, pero, en caso de hacerlo, no dudaría en darle una segunda oportunidad. Y alguna que otra más, seguro.

Plena Semana Santa, con muchos pero que muchos restaurantes cerrados, y cuando menos contaba con ello, sorpresa, Triciclo esta abierto y ademas, sin ningún problema, encuentro mesa.
Pues aquí que nos plantamos, dispuestos a disfrutar con la cocina tan variada y bien ejecutada como aquí estilan. Y es que, estamos en un sitio con una cocina muy abierta, donde cabe desde una clásica cocina de mercado hasta propuestas de corte internacional, y encima lo hacen bien, prueba de ello son las favorables críticas que se pueden consultar en las redes y la afluencia de clientela que hace complicadillo encontrar mesa.
Después de mas de seis meses desde la ultima visita, lo primero que observamos en un cambio en la decoración de las salas, renovación de mesas y sillas, azulejos para depositar el pan en lugar de hacerlo directamente sobre la mesa. Bien por ambos aspectos.
Sala sigue en su linea, amable, profesional, explican bien los platos.
Carta de vinos interesante, con precios correctos. Hoy, nos decantamos por un vino blanco lanzaroteño, Bermejo, del 2014, uva Malvasia. Vino del que solo tenia algunas referencias y que nos ha sorprendido gratamente.
Carta sugerente y ampliable con las abundantes propuestas fuera de carta, lo cual no ayuda, mas bien todo lo contrario, a la hora de organizar la comanda. Por cierto, la carta va a ser cambiada en muy pocas fechas.
Entre la carta y las sugerencias que nos cantan, - sin mencionar los precios-, lanzamos nuestra comanda, en formato 1/2 ración, excepto el postre.

A modo de entretenimiento/aperitivo, comenzamos con unos Nachos con una refrescante emulsion de hierbas con acento citrico y una muy sabrosa porcion de Atun con reduccion de vermut.
Ensalada de calçots, bacalao y salsa ronescu. Quizas el plato mas flojo. No estaba mal, pero no nos ha aportado gran cosa.
Besugo a la madrileña. Cortado a modo de tataki, sobre una base de patata panadera, ajo confitado y rematado con un aceite de ajo, soja y toques citricos. Platazo, para repetir y recomendar.
Alcachofas con vieiras y foie. Alcachofas y vieiras ligeramente plancheadas y con una salsita de foie que le aporta un contraste de sabor mas que interesante.
Rossejat de marisco. Este plato no me sorprende, ya tuve ocasión de probarlo aquí hace algún tiempo, y si entonces me pareció extraordinario, hoy me reafirmo, es un plato que no debería faltar nunca en su carta. Es un plato redondo, por la calidad de los bichos empleados, rape y langostino, por la potencia del fondo utilizado, por la preparación del fideo y por el resultado final.
Lomo de vaca vieja con pimientos rojos. Muy buena calidad de carne, pero el punto solicitado no fue el solicitado. Ello no me impide reconocer la calidad del producto.

Y ya como postre, uno denominado Marruecos en un postre. Helado de miel, granada, naranja, frutos secos, ras al hanout. Correcto.

Cafés con hielo, sin petit fours, ponen fin a esta visita a la que seguirán mas, seguro.

A veces uno comete errores. El último por mi parte tardar tanto tiempo en volver a Triciclo. En este caso, ni busco ni tengo excusa. Miércoles noche y local lleno, a excepción de una mesa bien grande, lo cual muestra el asentamiento del trío.

Cocina de elevada mise en place y temporada con multitud de opciones fuera de carta casi superan a la misma. Urta, besugo, pichón, alubias con liebre, garbanzos con pulpo, ceviche, gazpacho thai,… Para mí una auténtica casa de comidas del siglo 21, porque mira con detenimiento hacia la temporada de los productos, porque no rehúye dar guiños a la cocina internacional y su influencia, porque sus cocineros conocen las técnicas modernas y las aplican cuando es necesario y finalmente porque el lujo está en el plato mediante la calidad del producto y su tratamiento.

Comenzamos con un trío de platos de amplio sentido internacional que desbordan personalidad propia y en un par un perfil muy nuestro. Un gazpacho thai, ideal para abrir las papilas gustativas por esa mezcla de frescor, un punto de acidez y bastante bravura.

Le sigue un tataki de besugo a la madrileña de sobresaliente. Patata, tomate, ajo en pequeños trozos, para que el bocado mantenga su finura. El pescado marinado se remate con un aceite templado que lleva ajo, vinagre, soja y que lo atempera levemente. Si lo escuchan en las recomendaciones fuera de carta, no lo duden. Platazo.

Cerraríamos con la interpretación “triciclera” del ceviche. En este caso de corvina salvaje con un granizado de rocoto, lima y cilantro y una salsa ponzu a la que se ha añadido yuzu. Producto de altísima calidad. En boca una primera ingestión fue de elevado picor, mientras que en la siguiente se halló un mayor equilibrio entre la acidez, el picante y aliviado por la temperatura del granizado. Notable.

La ensalada de cardo, borraja e hinojo con moluscos y huevas me pareció de gran elegancia. Almejas, berberechos, navajas, percebes, todos ellos pelados y en su punto junto con el frescor de las citadas verduras. Un plato de alto perfil gastronómico. Refinamiento en la casa de comidas.

El pulpo con garbanzos en tinta y oreja de cerdo es un ejemplo que aquí se guisa lo que les sale de los fogones (¡Sí, han leído bien!). Es decir, que existe y sienten esa mezcla entre libertad y confianza para llevar a la mesa platos imaginativos cuya propiedad común es su elevada suculencia. El pulpo en su punto, los garbanzos ligeramente aldentes y la oreja dando ese punto de grasa y melosidad resultando fina al mismo tiempo. Puro disfrute.

De la rossejat de rape y langostinos me quedo con su la textura del fideo y con la profundidad de su sabor. Se nota que han sido previamente dorados, algunos de ellos están ligeramente crujientes y que se ha trabajado un fumé de categoría. Una muestra más de la calidad de los guisos de esta casa.

Javier nos recomienda con pasión, el lomo de vaca (corte picanha) con pan, queso y escabeche de setas. Carne de treinta días que ha sido marinada durante 48 horas en sal y azúcar, se sirve ligeramente ahumada. El queso ayuda a reforzar el sabor lácteo que en este caso tiene la carne, mientras que el escabeche la da un golpe de sabor con un punto de acidez. Se degusta enrollándolo y casi de un solo bocado. Sabroso y trabajado.

En Triciclo, existe la posibilidad de degustar medias y un tercio de ración, lo cual provoca que pueda finalizar con un bocado de pichón, foie, trufa y mousse de sus higadillos sobre una tosta de pan de cristal. Poco que decir ante una degustación que se disfruta de pleno sin necesarios análisis. Placer por derecho que le llamo.

En lo relativo a postres, el perfil más dulce tiene un corte asturiano por el paso de Javier Goya por Casa Marcial con propuestas como el arroz con leche ó la tarta de queso azul. En este caso se intentó buscar algo más fresco con un postre de naranja sanguínea, frutas y helado de hierbaluisa que en este caso no proporcionó el gozo de los anteriores. Probablemente camino por recorrer en el mundo dulce o tome la menos acertada de las opciones.

Triciclo se ha convertido por mérito propio en una de las mejores opciones en Madrid para disfrutar de la gastronomía de forma directa, sin ruidos ni alharacas que nos distraigan de la verdad, de lo que verdaderamente importa que es ese instante en que te llevas algo a la boca.

Platos como el tataki de besugo a la madrileña, el lomo de vaca ó la ensalada de borraja y moluscos nos muestran que este trío tiene cocina para ir un paso más allá mientras que otros como la rossejat o el pulpo con garbanzos nos enseñan ese perfil de casa de comidas actual en la que prima la hondura del sabor.

No cometan el mismo error que me achaco tardando tanto en regresar a madrileña calle Santa María del barrio de las letras. Estoy seguro que les harán disfrutar. Como dijo, un personaje célebre: “Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir”

Triciclo: Una casa de comidas del siglo XXI

Post completo en http://www.complicidadgastronomica.es/2016/03/triciclo2016/

Si que debe ser uno de los restaurantes de moda en Madrid, estaba a tope.
Propuesta desenfadada, informal y juvenil en la estética, pero mas "madura" en lo gastronómico.
Mesas altas y taburetes, servicio joven, mas serio de lo que imaginaba, nada que destacar.

Nos decantamos por medias raciones para poder probar varias cosas.

- 1/2 de alcachofas frescas crujientes con mayonesa de cebollino y anchoa, lo mas flojo, no lo repetiría, lo mejor el relleno de jamón y la salsa, con esto ya os lo digo todo.

- 1/2 ensalada de puerros asados con romesco y chipirón fresco, el chipirón estaba buenísismo, con una textura como babosa? que aunque suene raro, lo hizo muy especial, quizá el mejor chipirón que he comido.

- 1/2 Setas silvestres, manzana e idiazabal, buen revuelto, nos gustó bastante el plato, setas bien cocinadas y un caldo muy bueno.

- 1/2 de cochinillo, bien cocinado, sabroso, piel bien tostada, bueno, como en Segovia.

- 1/2 de carrillera, tierna y gustosa, bastante bien, en realidad como muchas otras.

Dos mostos y una botella de 500ml de Emilio Moro (14,50€), en buenas copas, servido a temperatura.

Una experiencia agradable, con una propuesta diferente, no estoy seguro si lo incluyo en mis imprescindibles de nuestras visitas a Madrid, ya veremos.

Nueva visita después de la concesión del Bib Gourmand en la ultima edición de la guía Michelin, y de sus vacaciones. Parece que han vuelto con ganas.

Misma carta que antes de sus vacaciones y al igual que en el pasado, siguen ofreciendo fuera de carta, gran cantidad de platos.

Se consolida el buen servicio en sala, buen ritmo de salida de platos, personal atento a las mesas, cambio de platos y cubiertos, bien, han vuelto con las pilas bien puestas.

En el capitulo bebercio, nos decantamos por un clásico que funciona correctamente con esta cocina, un Valdesil de uva Godello.

Comenzamos con unos aperitivos, compuestos de un Pan de arroz con crema de lima y una Crema de zanahorias con un toque de ali oli.

La buena comida de hoy, que en comparación de otras visitas anteriores y en su conjunto ha sido la comida mas homogénea de todas, prosigue en formato media ración, excepto los postres :

Tiradito de gamba blanca, aguacate, rocoto y salsa ponzu. Intensidad de sabores, platazo.

Semimojama de bonito, salmorejo, AOVE y almendras fritas. Plato interesante con buen contraste de sabores.

Piparras fritas. Este plato parece que se esta convirtiendo, va siendo difícil encontrar un restaurante donde no este incluido en su oferta. No estaban malas, pero no son las mejores que hemos tomado.

Setas silvestres (boletus, rebozuelos y trompetas de los muertos), huevo a baja temperatura y papada ibérica. Platazo. Para levantarte y aplaudir.

Sepionets, guiso de calamar y arroz inflado. Otro gran plato. Equilibrado, muy completo.

Taco de mero con chupe thai de marisco. Otro platazo, perfecto el punto del pescado, y una salsa sabrosisima que no interfiere en el sabor del pescado, mas bien le complementa. Platazo.

Presa ibérica a la brasa con higos, melocotón y cerezas. Buena calidad y punto de la carne, pero en su conjunto es el que menos nos ha aportado.

Brioche tostado con helado de almendra. Postre ya clásico en esta casa y que sigue igual de bueno.

Fruta fresca, mojito de la fruta de la pasión y sopa de hierbabuena. Para cerrar la comida remontamos otra vez el vuelo, un gran postre, muy conjuntado, excelente contraste de sabores, refrescante. Platazo.

Con cafés con hielo, sin chupitos, cerramos esta nueva visita, en la que hemos apreciado una notable mejoría respecto a anteriores visitas, tanto en cocina como en sala.

Creo que al hacerme mayor me esta cambiando el paladar. Cada vez me gustan mas las comidas “francas”. Y con “francas” me refiero a percibir la calidad y el producto por encima de todo.
Aquí en Triciclo me ha vuelto a pasar que me cansa tanta especia y condimento exótico que no vienen al caso y que no aportan nada mas que enmascarar la materia prima.
El local, ya descrito, es el típico modernillo con aire dejado que tanto se lleva. Aunque reservamos con una semana solo quedaban libres las mesas altas que son incomodas no… lo siguiente. El calor era terrible y solo a mitad de la cena encendieron el aire acondicionada tras pedirles las cartas de comida para abanicarnos las 4 personas que estábamos en la mesa.
En fin, que el entorno no puedo decir que me encantara.
La carta de platos es larga con 3 bloques que no entendí muy bien que significaban. Casi todo se puede pedir por medias y tercios de racion lo cual celebro porque eso nos permitio probar muchos platos.
La camarera nos recito fuera de carta , sin exagerar , 8 platos por supuesto sin decir precio. Y digo yo… si tienes 8 platos fuera de carta no seria mejor que cambiaras la carta???
La carta de vinos no me gusto nada. En tintos Riberas y Riojas y algunos de otras zonas pero poca cosa. Tomamos la Casilla 2013 que no me gustó mucho ( lo recordaba mas potente) y un Brunus del Montsant que si que nos encantó. Los precios x2-2,5.
En cuanto a la comida casi todo fueron medias raciones y fue lo siguiente:
• Aperitivo de la casa : pan de gambas y una salsa de menta ( jo… con la menta ¡¡) y chupito de yogur con menta y pepino . Si llega a tener cilantro me bordan el aperitivo. Les dije que no me lo pusieran porque no soporto pepino y menta y me trajeron un chupito de gazpacho de cereza. Malo. Sabia a kétchup. Ya podrían poner mejor aperitivo por los 2,50 que cobran por el pan y cubierto…
• Sardinas humo y pan. Una sardina ahumada regular de tamaño sobre una mermelada de tomate. 18 € ¡¡ o sea 4,5 € cada sardina..
• Tartar de atun rojo picante. Tocamos a un mini bocadito cada uno. Bueno
• Cocochas de bacalao. Quiza de lo mejor.
• Tataki de buey: bueno. Sobre setas escabechadas muy buenas

Y hasta aquí se salvaba con un aprobadillo la cena. A partir de aquí con los platos calientes mas contundentes empezó el declive total:
• Cochinillo confitado crujiente. Sin pena ni gloria. Un trozo de costillar de asador segoviano sin mas historia. Me quedo con los de Segovia
• Carrilleras con salsa tremendamente pesada con todo tipo de condimentos y tapioca. No puedo decir que tenia porque era de los platos fuera de carta
• Pollo de corral con carabiinero. Malisimo con un marcado sabor a clavo? O lo que fuera. El carabinero si que era muy bueno .

Cafes para terminar.
Ni me gustó la comida, ni me gustó el sitio. Creo que Tandem no lo visitare …
La cuenta ascendió a 152 € .

El éxito de TRICICLO es incuestionable, sábado por la noche hasta los topes (varias mesas de grupos con diversas celebraciones -altos niveles de decibelios-), local de un tamaño muy superior al imaginado, con una excelente trabajo de decoración (sencilla y de muy buen gusto), en un ambiente y propuesta mucho más informal de la que me esperaba.

La oferta gastronómica me ha parecido que está a un nivel muy alto (con accesibilidad a raciones enteres (1/1), medias raciones (1/2) o inferiores (1/3)). De inicio, como aperitivo, bocado de “hinojo con salmón marinado en la casa” (correcto).

Como entrantes, los dos fuera de carta, “pulpo a la brasa, oreja crujiente y trinxat con ajillo de carne” (1/2), una fantástica combinación de mar y montaña en el que desgraciadamente el pulpo estaba muy duro (lamentablemente), y un muy bueno “revuelto de setas salvajes de temporada” (1/2) sobre un fantástico caldo de carne y cubierto por láminas de tocino ibérico. Muy buena y recomendable propuesta.

Como principales, “ventresca de bonito asada al carbón con ensalada de vainas y jugo de pimientos asados” (1/1), muy buen producto con un toque “ahumado” al carbón soberbio, y el “bacalao asado, su pil pil, espinacas, garbanzos y butifarra negra” (1/1), en el que todo era perfecto, excepto tal vez el caldo de espinacas, me pareció un tanto flojo de sabor, aunque lo devoramos sin remordimiento.

La cena, según he comentado, sería muy buena si no fuera porque los distintos platos fueron presentados en la mesa de manera frenética y sin finalizar el anterior, por lo que tuvimos que tomar alguno de ellos algo frio. Tal vez el ambiente informal permite cierto descontrol (y aceleración) con los tiempos, pero reconozco que me incomodó bastante. En apenas 45 minutos habíamos terminado.

De postre pedimos unas “texturas de chocolate y especies”, que sorprendentemente tardaron más de 25 minutos en llegar. Pero valió la pena la espera, sin duda un postre de 10.

Posibilidad de tomar copas por vinos, pero gracias a la excelente oferta en cervezas, en concreto, la edición especial de CASIMIRO MAHOU (elegí la rubia: Pack AMANIEL) me permitió disfrutar de la cena con una magnifica bebida. Cerveza absolutamente sobresaliente, no la conocía.

Me encanta este restaurante, los platos, diferentes cada vez y la mayoría sorprendentes.
El servicio muy bueno, te aconseja respecto a cantidades, puedes probar muchas cosas porque hacen medias raciones y tercios.
Interesante, diferente y divertido.
Lo peor, si vas en coche, es aparcar aunque el parking de la Plaza de Santa Ana no está demasiado a desmano.

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