Popeyes Louisiana Kitchen
Cuando mi hija me dijo que era su restaurante preferido para comer pollo frito, pensé que se trataría de soul food, algo similar al Sylvia's de Harlem. Nada que ver. Se trata de algo similar al KFC, pero más cutre.
Fuimos al local del 240 W 40th St en Manhattan. No es demasiado grande comparado con otros. Decoración triste, anodina, como de madera de imitación. Un mostrador para los pedidos bajo un enorme cartel luminoso con el menú. Servicio triste, como si de autómatas se tratase. Bandejas de plástico bajo cajas de cartón, bolsas y servilletas de papel y sobrecitos de plástico para las salsas. Cubiertos inservibles para comer los enormes pedazos de pollo.
Mis hijos se encargaron de pedir: un montón de pollo frito, unas alitas picantes que no picaban, unos panecillos pesadísimos cuyo aspecto recordaba a una mezcla entre un polvorón y un alfajor argentino, patatas fritas con un sabor raro, macarrones con queso y un montón de bolsitas de diferentes salsas.
Apenas probé unos bocados. El olor me resultaba desagradable y no me apetecía tocar con los dedos la comida.
A mi hijo y a mí nos sentó mal la comida, pese a que no comimos mucho y sobró muchísima comida. No pedimos que nos la preparasen para llevar, como hacía mucha de la clientela.
Lo único que le encontré positivo es su bajo precio, al alcance de prácticamente cualquiera.
Acabo de descubrir que hay varios locales en Madrid y alrededores... Poz fale ;-P
¡Qué mal rato pasé!
Menjar per pensar, pensar per menjar.