Algunos comentarios del maestro Michael Broadbent sobre Parker

No podemos negar tres cosas: 1) los parches de inconsistencia de los vinateros, de todos ellos en todos lados(salvo Chateau Haut-Brion, de regularidad incomparable); 2) los estilos y las modas cambian; y 3) sí hay vinos en todos los rangos de precios que se parecen y mucho, al grado que ni se distingue la variedad.

1) Cuando hay inconsistencia, tendemos a pensar que el vinatero y su vino ya no son lo mismo, que los tiempos pasados fueron mejores, y que ahora están vinificando para darle gusto al público. ¡Bueno, señores, de algo tienen que vivir los vinateros! Pero eso no necesariamente significa, ni de lejos, homegenización en el largo plazo, una vez que la bodega recupera la forma. 2) Al cambiar los estilos y las modas, ¿que puede hacer el bodeguero? ¿Cargar contra los molinos de viento? Se tiene que adaptar; hasta Chateau d’Yquem lo ha hecho. ¿Pierde con ello su integridad y en consecuencia se homegeniza? La respuesta viene sin decirla. 3) Los vinos que nos encontramos que son todos iguales, que a veces no queremos ni llamarles ";vino"; como si la palabra fuese sacrosanta, no son tan malos como parece: ayudan a abrir el paladar de la gente. En estos tiempos globalizados de feroz competencia, ¿qué pasaría si no existiesen esos vinos? ¿Quién de nosotros empezó esta locura del vino con Haut-Brion, Bonnes Mares, Henschke o L’Ermita? No; todos (o casi todos) empezamos con vinos chambones, sin mayor pretensión que ser bebidos. El hecho de crear vinos ";homogenizados"; que gusten a todos nos ayuda a movernos más delante hacia cosas más interesantes. Pero no me digan que esas cosas más interesantes están irremediablemente homogenizadas. Hay tantos suelos produciendo vino, tantas variedades, tantos productores, que decir eso es una farsa que no resiste un análisis lógico.

El vino es bueno por lo que es, no por lo que cuesta. El tema de los precios tendemos a verlo como otro síntoma de la decrepitud que nos ha llevado a la homogenización. Es decir, para que el vino sea de verdad merecedor, debe de estar a buen precio. Eso, señores, es un error estético. Es equivalente a afirmar que Tchaikovsky compuso hermosa música, sólo para rechazarla cuando descubriste que el atormentado ruso era homosexual. No es tema de dinero. Es un tema de valores. Si el dinero está por encima de la calidad del vino, bien: no lo compremos y ya. Pero no afirmemos que el vino ha perdido su valor intrínseco sólo por eso hecho. Vamos hombre, ¿vale Pingus en realidad 500 euros la botella? No, pero tampoco los valió la cena súper lujosa que me di hace un mes, ni tampoco los vale el traje hecho a manos que ordene para mi cumpleaños.

Envío este mensaje sin revisarlo, si hay gilipolleces os ofrezco mil disculpas.

Saludos,

DPW