Primera cata oficial de BO2

El viernes, como anunciamos, hicimos la primera cata oficial de BO2. La responsabilidad recayó sobre Jorge (Fombe) y Patxi (RAT) que asumieron la difícil misión de saciar nuestra avidez de experiencias enológicas nuevas. ¡Y vaya si lo consiguieron!

La cata se realizó en tres tiempos, mas o menos. Digo esto porque, como era de esperar, la cosa no transcurrió precisamente en un ambiente de férrea disciplina. Bueno, el caso es que, de alguna manera, hubo una primera fase doble ciega, excepto –lógico- para los organizadores; después, se revelaron aspectos parciales de los vinos: sus varietales y su procedencia; y, por último, se descubrieron las botellas.

La idea inicial era puntuar en cada una de las fases, con excepción de los organizadores que solo puntuarían en la última que es en la única en la que están en igualdad de condiciones con el resto. El hacerlo así obedece a la creencia de que si bien la cata doble ciega es la más aséptica e independiente, también es cierto que la información que tenemos sobre un vino influye, como otras muchas variables, en su percepción. Cuando sabemos que se trata de una determinada variedad, zona o productor, no podemos dejar de incorporar esta información al análisis del vino y encontramos nuevos matices que no habíamos captado o valoramos de forma diferente alguno de los que ya habíamos registrado. Y no hay que olvidar que, al fin y al cabo, en la mayor parte de las ocasiones disfrutamos el vino a botella vista, con todos los condicionantes que esto implica.

Después de las consideraciones anteriores, he de felicitar a los organizadores por su hábil planteamiento de la cata y selección de los vinos, que podríamos titular LA SHIRAZ EN EL MUNDO. Y, como es imperativo en toda cata de shiraz que se precie de universal, hubo representación del Ródano, Australia y el Mediterráneo por partida doble (Sicilia y Jumilla).

La gracia de la cosa estuvo en que la selección de los vinos remarcaba la variedad de registros que pueden obtenerse de una misma cepa, ya que eran vinos radicalmente diferentes, prácticamente sin ningún punto en común, salvo quizá los dos mediterráneos.

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