De Paseo por las Rías Bajas: Visita a Lagar de Pintos

Aprovechando una visita familiar me escapo a conocer Lagar de Pintos, una bodega en Ribadumia, muy cerca de Cambados, cuyos viñedos están prácticamente al nivel del mar lo que les confiere una salinidad muy peculiar.

La bodega en sí es una maravilla. Una casa familiar en la que la familia había vivido durante generaciones comienza un proyecto profesional de bodega (digo “profesional” porque vino se había producido tradicionalmente desde antes) a finales del siglo XIX. Siete hectáreas de viñedos con una edad media de 50 años y donde apenas a veinte centímetros del suelo comienza la arena, que apenas retiene agua. Esto contribuye al estrés hídrico de las viñas (sí, en las Rías Bajas durante el verano el tiempo es mucho mejor de lo que se cree por ahí; pero no lo contéis, que se nos llena esto de gente!).

Gestiona la bodega Marta Castro junto con su hermana, una vez que Pepe, su padre, ha decidido entrar en ese dulce mundo de la jubilación que disfrutamos algunos. 

Marta es todo un carácter (en positivo, lo digo) con ideas muy claras y convicciones muy fuertes. Le pido permiso para citar una frase que me impacta y me hace sonreir: “la acidez está sobrevalorada” dice de forma algo despectiva. Y entiendo lo que dice y por qué. Aquí la acidez está al servicio del redondeo del vino; no es un fin en sí misma como encontramos muchas veces por esta zona. Por eso aquí la maloláctica no está proscrita, aunque no aplique a todos los vinos ni en todas las ocasiones.

Y para tener “sólo” siete hectáreas de viñedo (la propiedad llega a las 13 hectáreas en total) produce un rango de vinos bien diferentes y muy interesantes. Con albariño todos, eso sí (durante mi visita le llama algún despistado preguntando si venden Godello y Marta le remite amablemente a otro contacto adecuado; aunque por dentro quizá esté pensando “vae cantar!”).

Sólo uno de sus vinos pasa por barrica, el cotizado (y agotado) 3000 Cepas, con una botella preciosa que lleva un sello de lacre quizá para resaltar su unicidad. Este fermenta en barricas de roble y permanece durante 12 meses más sobre sus lías en la misma barrica. Luego un año más de botella y al mercado…a agotarse en dos patadas. Yo he conseguido un par de botellas que le quedaban a un distribuidor portugués porque en España no he encontrado ni una. Lo que probé del depósito del que al día siguiente procederían al embotellado fue un vino cítrico, mineral y fresco pero con mucha estructura. Es posible que lo saquen en verano al mercado dada la falta de existencias, pero me parece que habrá buenas sensaciones para quien tenga la paciencia de darle un par de años más.

Pero el que me resulta de elaboración más curiosa es “Los Nietos”. La uva de este vino procede de viñedos emparrados (aquí no hay que agacharse para vendimiar!) que están apenas a 4 metros sobre el nivel del mar. Permanece la friolera de cuatro años en depósito de inox con trabajo de lías previo embotellado y (creo) otro año de reposo en bodega antes de salir al mercado. Otro vino cítrico, mineral y con mucha amplitud en boca.

También producen muy poquitas botellas (600) de un vino muy especial que llaman Granuja de Grano a Grano y que está vinificado “como lo hubiera hecho su abuelo”. Despalillado manual, maceran los granos y realiza la fermentación alcohólica de forma natural sin control alguno de la temperatura, tras lo que se deja con las pieles unos días más. Luego, sin maloláctica, pasa 21 meses en barrica de roble francés de 228 litros y 12 meses más en botella.

De este me he “agenciado” también una botella. Como de los otros (incluido el 3000 Cepas traído de Portugal…cuando me llegue) ya haré la nota de cata correspondiente.

No acaba aquí la variedad. Hay otras muy especiales 1.000 botellas anuales de un Lagar de Pintos Pie Franco que fermentan y crían en foudre de roble durante 10 meses antes del embotellamiento en botella para reposo. 

El vino de “alta” producción es el Lagar de Pintos cuyos viñedos de están a entre 2 y 7 metros sobre el nivel del mar. Todos hemos oído la leyenda sobre algún vino que supuestamente se dejó envejecer en botella bajo el mar. Este Lagar de Pintos casi casi crece bajo el mar!!

Una visita deliciosa que desafortunadamente no pude completar con una comida en un restaurante que tienen al lado de la bodega y que se llama Muiño de Rudiño, del que se oyen buenas cosas. La próxima vez será. Eso sí, no vayáis en miércoles (porque cierran) o si tenéis que ir a recoger a un familiar al aeropuerto. ;)

Lo que sí hice fue hacer acopio de sus vinos para futuro deleite. Aquí presento a la alineación casi definitiva (porque están pendientes de llegar los 3000 Cepas del 2018 que encontré en Portugal).

Ya sé que no está céntrico como Rioja o Ribera de Duero, pero aprovecho para proponer un Encuentro Anual Verema en Rías Baixas o al menos en Galicia. Lo disfrutaremos!