Una historia eclécticamente provenzal

Imaginemos a un Cuvée des Celestins de Henri Bonneau…digamos para neófitos que es un (gran) vino que no está nada de moda y pensemos que es un catedrático, nacido y criado en Chateauneuf du Pape. Divagamos después con un Chateau Pradeaux, que igualmente se trata de otro gentelman de los de antes, totalmente fuera de los metrosexuales de hoy en día (que van de sensibles, pero ni puta idea) y vamos a pensar que es todo un profesional en pleno ejercicio. Nacido y criado en Bandol, en plena Provenza. Por último, descorchemos, previa limpieza del lacre, un Curii, en este caso haciendo compañía a dos viejos conocidos como la Manzanilla AB y el Torralvo en plenitud. ¿por qué volvía yo una y otra vez sobre la copa del Curii?...porque NO ESTÁ DE MODA.

Si Celestins es catedrático y Pradeaux todo un profesional, este Curii está aún en “primero de carrera”, pero no lleva ni un solo suspenso. Hay que darle un par de horas de aire, joder con el vino! Al principio está imbebible, del todo. Y al final, insisto, no está en absoluto de moda (me encanta). Hay que buscar cosas que nos provoquen sentimientos, que nos provoquen a secas incluso. Y sentimientos son también el odio, la repulsión…cosas que nos descoloquen y nos dejen, por unos momentos al menos, perplejos, desubicados, pensantes…

Las llamadas “catas a ciegas”, en mi opinión, no sirven absolutamente para nada, te dejan conociendo aún menos todo que antes de realizarlas y tras ese velo de falsa humildad, provocan justo lo contrario: egos henchidos de sinrazón enfrentándose a vinos a ciegas, con el único propósito de quedar “por encima” (si te interesa este mundo, culturízate y déjate de estas sandeces). Sin embargo esto que hago aquí sí es una “valoración a ciegas”, porque no tengo la más remota idea de qué ha intentado hacer en este vino el amigo y ecléctico gran Sumiller (véase la ese mayúscula, de una mano sobran dedos en todo el país, él lo es) Alberto Redrado, pero a mí me “sonó” a eso, a Provenza antigua, a reaccionarios de Chateauneuf du Pape, a bodegas sin medios ni modernidades, a “antes de antes”, a “aprendiz de Pradeaux” y a “promesa de Celestins”, a rancia autenticidad, a “defectos” maravillosos…a nostalgia en definitiva. Y ahora, si él y su encantadora pareja y también interviniente en este vino Violeta Gutiérrez quieren, que recojan el guante, me corrijan en la disertación o me ponga los puntos sobre las íes. El caso es que yo, “a ciegas”, volvía una y otra vez sobre la copa (con un Torralvo a la derecha del 09 redondo y amplio y una Manzanilla AB a la izquierda salinizando el mar), porque me provocaba más y más según pasaban los minutos de aire y sobre todo, porque me llevó hasta la Provenza y el Ródano Sur, pero a sus vinos de antaño, esos que estaban “peor hechos” y esos que yo, a ratos, tanto echo de menos.