Yo lo que soy es una bruja!!!! Me enteré a los 14 años cuando mi abuela,

Yo lo que soy es una bruja!!!!

Me enteré a los 14 años cuando mi abuela, recién enterrada me vino a visitar, ahora ya lo tengo asumido!!!En mi familia hay más de diez generaciones de mujeres con el mismo nombre.

Desde que bebo vino, hay un sentido que se me ha agudizado, el de la capacidad para llegar al alma de las cosas. Y es que el vino en si, tiene más alma que muchos humanos, sobre todo cuando encierra entre sus moléculas, todo el saber de la humanidad, viene de las raices profundas, del fruto que nace y que muere, del devenir de las estaciones, del devenir de las anyadas, del devenir de los seres humanos, del devenir de la gruta tierra, del devenir de la gruta crianza, de hecho es un elixir que nace en una cueva y se cria en otra cueva, en el fondo, es un elixir mágico. Solo corrompido por los dimes y diretes de los técnicos, aunque bien mirado, ¿Quién en su vida no tiene una pequeña corruptela?, la pureza al vino, le viene de la pureza de los tiempos, y en los tiempos, nunca ha habido pureza, por eso Dios puso entre su composición el alcohol, para limpiar.
En fin, que quien vino bebe, y es capaz de perdonar, nunca puede ser una mala persona. La maldad nace del odio, y el odio de la impureza, por eso el Vino, en su capacidad intrínseca de conservarse, nos habla de pureza.No es alimento de maldad, no es un alimento para empozoñar. Quizás es uno d elo alimentos más puros en si mismo, porque nace ya puro.
Si yo fuera una bruja >>>;))), lo utilizaría en mis akelarres, bautizaría con él a mis hijos, y me bañaría en rios oscuros, aún purificados por el carbónico de la fermentación, y a mis amigos, no les daría más que vino, fíjate que los alimentos básicos del hombre provienen o son proclives a la fermentación: pan, leche, vino.
La naturaleza es sabia, los hombres solo somos menhires, dólmenes y piedras de la gran cueva madre.Nacemos para rodar ladera abajo y quedar siempre, siglo tras siglo, sepultados por las avalanchas de otras piedras. El vino permanece en sus botellas, adormecido, sobrevive a sus creadores, como las buena sobras de arte.
Y cuando nos olvidamos de que nuestra impureza es más inmortal que nuestros miembros corporales, una buena copa de vino nos acerca a ese estado puro, superior, en que nos vemos algún día, transportados de nuevo a la cima de la ladera, mecidos por los vientos de la vida, sin avalanchas ni miedos.