Tengo opiniones contrapuestas respecto a este tema.  Por un lado no me parece

Tengo opiniones contrapuestas respecto a este tema. 

Por un lado no me parece correcto que se hipoteque el futuro de un sector que puede ser dinamizador de una zona como lo es el vino y el enoturismo. Como señalan en el artículo que nos enlaza @ SantiRodriguez, la instalación de parques eléctricos no genera puestos de trabajo en la zona y solo crea riqueza para los propietarios de los terrenos, o sea que en ese sentido hará más mal que bien,

Por otra parte, y no nos engañemos, la queja viene porque algunos ven amenazados sus intereses económicos. Hoy en día el vino no se vende solo por lo que es, sino también por la historia que se cuenta. Y parte de esa historia es la que ven peligrar. Álvaro Palacios lo dice bastante claro: "Por este viñedo pasan cada año decenas de importadores y prescriptores de todo el mundo a los que les explicamos una tradición vitícola milenaria con un compromiso medio ambiental suprageneracional, pero no podemos hacerlo electrificados". O sea, que su temor no es tener que dejar de hacer vino o que vaya a hacer vino menos bueno, sino tener que venderlo más barato. Y eso, siento decirlo, no es problema mío ni del conjunto de la sociedad.

A mi modo de ver, los viñedos de valor no se verán amenazados por dos razones:

1. Muchos de ellos están situados en zonas de orografía complicada, donde a nadie le pasará por la cabeza instalar parques solares. Como mucho puede ser interesante para la eólica, pero no veo imposible compatibilizar ambas actividades.

2. Los viñedos de valor valen demasiado dinero. Habiendo tierras de coste mucho más reducido (los viñedos productivistas, por ejemplo, o el monte baldío), es difícil que alguien tenga interés en los primeros.

O sea, que las viñas que tienen más números de ser transformadas en campos de placas solares o de aerogeneradores son las que dan uvas a pocos céntimos el kilo, sobre todo las de zonas llanas. En el caso de la solar pienso en los extensos campos de la Mancha, por ejemplo, en los que se cumplen ambas condiciones.  

Además, en un escenario en el que la viña tenga que competir con otros usos del suelo, puede que incluso la uva se revalorice y dejemos de ver como año tras año se habla de precios ridículos que apenas dan para tirar para adelante y hacen imposible cualquier inversión que haga evolucionar ese tipo de producción vitícola. O sea, que lo que es malo para los que venden unos miles de botellas a precios altos puede llegar a ser bueno para los que venden millones a precios mucho más modestos.

Lo que tengo claro es que habrá que buscar un equilibrio entre intereses claramente opuestos. Los instrumentos de protección pueden ser una herramienta, pero tampoco se puede abusar de ellos. Pensemos que en cualquier rincón hay gente que vive del paisaje y del entorno, porque enoturimo no lo hay en todas parte, pero sí turismo rural, y no se puede proteger todo el territorio y preconizar a la vez el cambio a las energías renovables, cuya necesidad creo que es muy evidente.