El resumen es (por aquí anda Jimena Wellintong que un día me va a ver por

El resumen es (por aquí anda Jimena Wellintong que un día me va a ver por Peñafiel y me va a partir las piernas, conste que cuando hable de guías no me refiero a ella):

- La oferta enológica es muy mejorable (por no decir otra cosa). Bodegas como Portia o Protos, de inversiones de muchos muchos millones de euros no me parece que sean un ejemplo a seguir (por inversión). Tampoco entiendo muy bien por qué después de esa inversión multimillonaria en edificios, se deja luego el trato con el turista y la visita en manos de, en la mayoría de los casos, chicas muy majas con poco conocimiento del vino que se aprenden un discurso que repiten visita tras visita. ¿Salirse del guión con alguna pregunta? Complicado.
- En general las bodegas no han sabido adaptarse al sector servicios, que es el sector que te toca cuando te quieres dedicar al enoturismo. Se les atrae, se les da un discurso, se pasa por la tienda, se cata una copa de vino y vuelta a empezar.
- Las actividades en torno al vino en la bodegas son escasas. Y cuando hay intención de hacer algo nuevo, en las bodegas grandes, te chocas de nuevo con el personal encargado del tema.
- ¿De dónde viene esa manía de los propietarios de necesitar que se enseñe el acero inoxidable y la línea de embotellado? Ojalá 10-15 bodegas con cellar door que visitar en una mañana.
- La situación geográfica es complicada, alejadas de grandes nucleos urbanos y difuminadas. Es un problema en comparación con el turismo enológico de otras zonas del mundo, pero... yo de soluciones no sé. Y en el caso en que las bodegas están en el núcleo urbano (tres en Peñafiel por ejemplo), o vas ex profeso o como pases por delante paseando y quieras catar los vinos lo vas a tener difícil (sin cita previa, sin grupo, etc).
- La oferta hostelera no invita a pernoctar más de una noche. Por ejemplo, Peñafiel, llegas una mañana, visitas una bodega, comes lechazo, subes al castillo, bajas (no hay mucha oferta para cenar y casi no hay oferta para comer más allá del lechazo), duermes... y ya lo has visto todo. Te ha dado tiempo a una bodega. ¿Quieres volver a tragarte una visita turísita al día siguiente, con sus frases hechas y demás? . Pues hemos conseguido una pernoctación. A veces ni eso. Llega el autobús a Protos, hacen la visita, se suben al autobus y siguen su ruta. Otro ejemplo es Portia. Su ubicación en la nacional Burgos-Madrid no es casual. Se busca al que está de paso.
El tercer caso que se nombra en esa bodega es Arzuaga. Bodas y restaurante que suman visitantes. ¿Ejemplo a seguir? Como modelo de negocio está bien, pero es difícil que otras bodegas se puedan sumar a esa oferta, porque entra en el sector servicios de lleno y menos en el enológico.
- Sobre el punto anterior: a veces el enoturismo no es un fin en si mismo, sino que otra excusa empuja a ir al lugar y ya que estás, pues visitas una bodega. Ejemplo de Oporto, o de Jerez. Y ni la oferta turística empuja a que venga más gente y de paso visiten una bodega (o varias), y el hecho de que las bodegas no se hayan adaptado al sector servicios hace que muchas veces la gente esté de paso. Con lo que se crea un círculo vicioso. Unas no empujan a los otros y los otros no tienen oferta para empujar a las unas.
- Y por último, ¿encuestas de satisfacción del turista tras visitar una bodega de las grandes y orientadas al turismo y de una pequeña donde les atiende alguien de la casa? Todos nos imaginamos el resultado. ¿Entonces por qué perpertuar el error de la azafata?

Y bueno, Dani, en varias pinceladas ese es el resumen.