Al principio no trae nada que impresione ni menos que justifique el precio. Con el tiempo cambia y se revela como un verdadero malbec argentino: tabaco, balsámicos, bosque de coníferas, con tonos de cereza que les falta presencia, también violetas. Y en boca, es un enigma. No es una bomba frutal, discurre con una densa tanicidad entre tostados, chocolate amargo, vainilla, alguna nota herbácea y un potente gusto a trufa. En el final vuelve a cambiar, y el cabernet finalmente se deja ver entre grosella y lápiz. Para guardarlo y ver qué pasa.

Un chasquillo (de chasco pequeño)
Yo también esperaba más.
LLega muy deprisa y haciendo mucho ruido, tanto, tanto ruido, que está desequilibrado.
Yo creo que 10 años en el calabozo hará que no chille tanto.

Color rojo picota oscuro con pequeñísimo ribete violeta. En nariz hay aromas de frutas negras muy maduras y en compota, sensaciones de tabaco rubio, ligeros tostados, pequeños vegetales – hojarasca con matices terrosos. Final de nariz con un matiz goloso de dátiles y fruta acompotada, con recuerdos lejanos de mineralidad ( piedras ). En boca tiene un ataque con sensaciones de ligereza, en la evolución hay percepciones golosas de fruta negra muy madura con especiados y de tabaco rubio, posgusto de intensidad media con atisbos de mineralidad, que en su final se hace goloso otra vez con la fruta negra muy madura. Vino desconcertante, ya que es algo camaleónico en copa, catas ligereza y sensaciones acuosas y enseguida vienen percepciones golosas y de fruta sobre madura con especiados. Todo con intensidad buena, pero siempre media. Me espera más, sobre todo por estar Cheval Blanc detrás de esta Joint Venture con una bodega Argentina.