Al principio no trae nada que impresione ni menos que justifique el precio

Al principio no trae nada que impresione ni menos que justifique el precio. Con el tiempo cambia y se revela como un verdadero malbec argentino: tabaco, balsámicos, bosque de coníferas, con tonos de cereza que les falta presencia, también violetas. Y en boca, es un enigma. No es una bomba frutal, discurre con una densa tanicidad entre tostados, chocolate amargo, vainilla, alguna nota herbácea y un potente gusto a trufa. En el final vuelve a cambiar, y el cabernet finalmente se deja ver entre grosella y lápiz. Para guardarlo y ver qué pasa.

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