Vaya casualidad que con el poco verdejo que bebo vaya a caer en uno que valoró mi amigo Oti citándome por chicuelinas.
El color, pajizo intenso con destellos cobrizos... ya me avisaba de alguna manera...
Pues eso, evolucionado, con armas a armario viejo cerrado, a manzana pasada, a flor marchita...
En boca es muy intenso, no tiene ninguna frecura, sabores como fermentativos (como una manzanilla mala).
En año y ocho meses ya cae de esa manera o sería mi botella? Por si acaso no puntúo.
Para un día de playa, o como menú del bar de la piscina o polideportivo. Y esto es precisamente lo que hace que algunos tengan cierta manía a los Rueda, ¿verdad Aurelio?. Vinos de arrebato, que llenan las páginas de una D.O. perjudicándola por una parte, y dándole cifras por otra.
Buscar algo más que el puro fescor de un vino blanco del año es absurdo.
De color pálido con algún reflejo verdoso.
Primer envite fresco y algo resultón, de transcurso anodino, con aldo de fruta tropical verde y demás hierbas que afortunadamente no agreden.
Ligera boca, fresca, y un punto herbáceo.
No dice mucho, practicamente nada. Igual hay que agradecérselo.
¡Ah! y a veces está a 2x1.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.