Calificar con un adjetivo este vino se queda corto, no podemos más que deleitarnos ante la complejidad de aromas que expresa este vino, como las sultanas, higos deshidratados, turrón de almendras, avellanas, almendras tostadas, seco en boca, pero con elegancia y finura, un paso de boca suave y aterciopelado. La acidez destacable, equilibrado, largo y persistente en postgusto. me resultó inconmensurable y placentero.

Color ambar intenso de ribete cobrizo, luminoso y de aspecto brillante.

Nariz limpia y golosa que recuerda a frutas secas junto a tonos de avellana y nuez, notas de barniz, vainilla, especias, hojas secas y miel. Fondo de solera con toques tostados de caramelo.

Boca sabrosa de orejones, dátil y frutos de cáscara con matices tostados de pastelería y tabaco. De paso cremoso, con dulzor equilibrado, estructurado y redondo. Final de grato postgusto, goloso y evocador.

Color yodado, con ribetes que se asemejan al ámbar.

En nariz es complejo, con pasas y madera muy evolucionada, como tostado y frutos secos.

Boca con sensación de solera, dulce en su punto.

Largo con un resumen de todo lo expresado.

Sorpresa agradable de mi último viaje a El Puerto, que subió al norte y mano a mano en unas cuantas noches, tras la cena la degustamos mi señora y yo, una delicia.

Sirvió de transición en la cata “Joyas de Jerez” entre secos (Palos cortados y amontillados) y los dulces. Se trata de un vino de cabeceo, es decir, un vino de mezcla, Oloroso y Pedro Ximénez. Muy interesante porque es una tipología de vinos bastante desconocida para mí. En vista era ámbar oscuro con reflejos rojizos.

La nariz se abría con frutos secos (nueces), especias y fruta pasificada, siendo evidente su larga crianza por unos agradables aromas a maderas viejas envinadas.

En boca, con alrededor de 120gr/l de azúcar es dulce, pero muy lejos de ser empalagoso, rico y de buena intensidad, aromas a pasas y un fondo cítrico con muchos recuerdos de oloroso.