Color rojo picota con ribete granate.
Nariz de buena intensidad con predominio de la fruta sobre las notas tostadas de la barrica, en perfecta consonancia. Tiene una toque dulce, avainillado, pero con algo tostado como el caramelo de azúcar tostado. Fruta negra madura, notas especiadas, café recién hecho y un punto de humedad muy rico.
En boca tiene una entrada suave, es dócil, con buena acidez, el tanino perfectamente integrado, dando un tacto cremoso, amplio, suave. Solo al final deja una leve sensación astringente que no llega a molestar. Largo recorrido.

Buena sorpresa que compré de chiripa en unos de esos saldos de grandes almacenes.

Porque son ellas las que nos acercan determinados vinos de difícil acceso. Habrá que tomar en serio a estos vinos mejicanos tan mal vestidos.
Cereza muy subido, de borde granate estrecho algo amoratado, y una lágrima que tinta la copa.
Aroma de intensidad media, pero de buenos registros, moras negras hechas pasa, endulzadas por el alcohol, buena mezcla de especias dulces y hierbas de monte, lácteo, con notas de regaliz y brea que lo enriquecen bastante.
Sin ser muy potente, podríamos decir que llena la boca, la inunda de balsámicos que dotan al vino de frescura, y que además, se mezclan muy bien con los apuntes lácteos, con taninos algo arenosos, pero gustosos al mismo tiempo.
Interesante y bien conjuntado.

Cereza muy intenso con ribete granate vivo, de capa media alta.
Hasta que se abre del todo afloran aromas de champiñón y tierra mojada, que van dando paso a frutas rojas, café, gominola de mora, panadería, cuero, pelo de caballo. Al final se apodera de todo un marcadísimo caramelo de regaliz.
En boca muestra un extraño tacto, diferente, cálido, muy cremoso, conforme va calentándose va evidenciando los 14 grados. Pasa con una dulce acidez, algún atisbo vegetal y un sabor final a carne.
Largo, muy largo.
Gran vino de corte moderno.