Estamos ante un vino básico de Borgoña, que se muestra con color cereza suave y con un ribete muy matizado.
En nariz nos ofrece fruta roja suave, en concreto cerezas con un matiz caramelizado. Es floral y con cierta intensidad. Posee un fondo especiado y ligeramente mentolado. Le acompañan con el tiempo aromas de suave tostado, ligera tinta china, frescura e incluso cremosidad.
En boca el tanino está presente pero pulido, es largo, con paso suave con un final de nuevo ligeramente especiado, toque mineral e incluso un ligerisimo amargor final.
El tiempo juega a su favor, en conjunto es un buen vino pero le falta algo, algo más en boca, es muy bebible, más de lo esperado.
La pega como siempre en estos vinos, es que estamos ante un buen ejemplo de Pinot Noir, pero a 25€ me parece algo excesivo.

Rojo rubí con ribetes rojizos, capa media.
Nariz de media intensidad, cerrada, necesitada de aire. Con el movimiento en copa va dejando entrever unas ligeras notas florales, un fondo de frutillos rojos del bosque, un mínimo recuerdo mineral de arcilla y grafito y un elegante fondo especiado de clavo y pimienta negra. Con expresividad.
En boca resulta un vino redondo, suave y ligero, pero siempre encantador. De cuerpo medio y fina acidez, su paso es etéreo y liviano siendo amable y bastante largo en el final que nos deja recuerdos de frutos rojos y especias. Taninos nobles y fundidos. Se bebe con gran facilidad y mejor disfrute.
De este magnífico viñedo de Marsannay, Bruno Clair ha elaborado un vino que resulta una delicia por su redondez y limpieza. Todavía joven, debe mejorar en los próximos años. Muy rico y realmente amable. Unos 30 euros, algo caro, pero muy bueno.