Un bocado de fruta envuelto en perfume floral...

Un vino místico, sorpredente, repleto de personalidad y con enormes ganas de ofrecer un rico juego en copa y divertir a su 'dueño'.
Tras haber catado en dos semanas su blanco de blancas nobles, su brut natural, rubaiyat, borgoñón granate y ahora este 1368, me pregunto el secreto de esta bodega. Porque todos, absolutamente todos sus vinos, son de altura, no solo me pronuncio por la altitud física > 1000 metros, sino por el nivel de sus vinos. Vinos rebosantes de personalidad, vinos con muy buena evolución y capacidad de guarda, vinos que muestran una labor de vinificación que roza el concepto de sublime, una garantía para emocionar a quienes lo degustan, vinos comprometidos con su enotrno y las viñas, forando parte de un proyecto singular (V.S.P.A - Vinos Singulares de Pagos Andaluces), vinos que bien les valdría el "apellation" de Grand cru, más que una bodega un domaine, más que un domaine un chateau... Aconsejo su decantación y disfrute en copa desde ese mismo momento, así como alargar la sobremesa para ver su magistral evolución. De inicio los aromas frutales son más que intensos, fruta negra en configura -ciruela y moras- envuelto en notas de flores azules y violetas. La aireación le confiere grandeza y plenitud de aromas -especiados, tostados, cacaos- y su sello mineral de un terroir casi único, que le confiere personalidad, profundidad y grandeza. En boca se presenta muy frutal, aunque menos maduro de lo que podía presagiar la nariz, taninos redondos y de considerable nobleza, un tinto para soñar...
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