Marrón muy oscuro, casi negro y con ribete caoba. La capa es impenetrable. Cuando lo agitas, el cristal se tiñe de una especie de barro. Lágrima inmóvil, petrificada. Exteriormente parece limpio, pero no veo más allá. Brillante.
Punzante, duro, firme, alcohólico. Polvo, madera, barniz, yodo, piel de mandarina, café, chocolate, mermelada de fresa, balsámico.
Naranja, mora, desván, café y muchos recuerdos más. Se deshace en la boca. Es como caramelo derretido, chocolate amargo. Se mastica el azúcar. Licoroso, amielado.
Sobrecogedor. La acidez es tremenda. Si lo dejas en boca unos segundos más de lo habitual, nos recuerda a un Cognac.
Después de la última crítica, y como me quedaba una botella en casa, me dio envidia, y la abrí. Le pongo otro 10, porque es un vino oscuro, insondable y misterioso, con matices marcados y profundos, la acidez es brutal y el final es el más largo que he experimentado jamás.