Ocho meses después el vino sigue estandom fabuloso, incluso todavía evolucionando; los matices de fruta mandan y eso es buen señal: notas de melón maduro, hierba fresca, recuerdos elegantes de crianza en roble. Elegante, complejo y difícil. Es sabroso, con acidez, fresco, elegante con taninos pulidos y golosos. Largo.
Color amarillo herbáceo. En nariz despuntan notas a matorral, hinojo, hierbabuena, balsámico. En boca algo licoroso aunque esa acidez le da un toque de frescura. Con personalidad, con tipicidad manifiesta. RCP alta
Color amarillo subido, con lágrima evidente, muy rápida.
Aromas desde un principio y tras un serio jarreado de hierba recien cortada, algo de fruta blanca, hierbas aromáticas (Tomillo), mineral, y recuerdos de pino mediterraneo.
Boca redonda, sin angulos evidentes y de estructura potente. Resulta levemente ácido, lo cual se agradece. Tacto algo oleoso, de buenas maneras y gran recorrido.
Retro a lavanda, mineral, y manzana Golden madura.
Muy buen vino, mantiene la compostura teniendo casi 3 años, pero un poco pasadísimo de precio, 37€...
Hoy no me ha tocado la loteria, pero encontrarme de nuevo con mi querido Clos d’Agon ha sido algo parecido. Es una maravilla, algo increíble, un vino blanco a la altura de los grandes bordeleses. De color amarillo vivo. Huele a jazmín, melón, melotón de viña; ligeros matices de roble. Boca impresionante, redondo, goloso, con un gran equilibrio entre fruta y madera. Gran cuerpo y estructura. Muy largo. La botella, entre dos, (y sin conducir) sabe a poco.
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