Nueva degustación de este vino y pocos cambios. Sigue precisando de una buena aireación para mostrarse en nariz y en boca sigue presentando las mismas virtudes, quizá algo más suavizadas. Muy bueno, en cualquier caso.

Apenas cinco meses después, el vino muestra cambios. Los aromas siguen siendo muy parecidos: buena fruta y algo de madera que, poco a poco se va conjuntando. En boca hay más redondez, una sensación frutal con buena sabrosidad. Taninos bien pulidos. Largo y con futuro

Granate moratoso muy intenso y muy cubierto. Nariz cerrada que precisa una buena aireación. Con tiempo -y una caña- aparecen notas de mora frescas y acarameladas, toques balsámicos y de especias -clavo. Recuerdos de tinta china y de tabaco rubio. Gran complejidad olfativa.
Potente, sabroso, intenso, concentrado, levemente astringente y un punto rústico. Buena acidez cítrica que refresca y transporta tanta materia y concentración. Deje amargo muy vicioso. Gran persistencia plena de complejida. Un monstruo por pulir y definir.

Un tinto muy original. Con color cereza intenso de capa alta. Límpio y brillante. Huele a cerezas y moras frescas, carbón vegetal y madera. Es una nariz que rebosa frescura y juventud. Potente y con un ámplio abanico de aromas. En boca tiene entrada muy fresca, con una acidez muy viva, incluso punzante. Al rato se imponen matices frutales. Es sabroso, seco y de muy buen trago.
Un vino muy original, diferente a lo que suele dar la Conca. Con potencial de guarda. Joan Ramón Escoda es un inquieto elaborador que no para de investigar sobre nuevas variedades inéditas, hasta la fecha, en la Conca de Barberá.