Esta botella fue de 750 ml. Sólo hasta el final de la botella, luego de

Esta botella fue de 750 ml. Sólo hasta el final de la botella, luego de unas tres horas, me dí cuenta que no debí haberlo descorchado. En ese momento el vino empezó a abrirse, a mostrar la cremosidad del merlot de Pomerol, con un paladar de ciruelas maduras, chocolate de leche y azúcar moreno insinúandose. Buena estructura tánica. Pero antes de esto, el vino se mostró más bien herbáceo, torpe, con una nariz entre especiada y mineral que poco (o nada) tiene que ver con Pomerol y menos con este pago ilustre. Si mis dos lectores consiguen una botella, denle un par de años más y una generosa decantación.

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