Bosos lo ha descrito bien. Yo no lo percibí tan, pero tan complejo; pero

Bosos lo ha descrito bien. Yo no lo percibí tan, pero tan complejo; pero es innegable que tiene una presencia que ya quisieran muchos grand vins de Saint-Emilion. La nariz es potente y elegante, austera, la crianza se percibe de enorme calidad (¡y éste es un segundo vino!) pero la fruta, particularmente el cabernet franc, se abre sin problemas: cerezas negras, chocolate, humo, tostados elegantes, ni un atisbo de vainillas macarras. Paladar enorme, de estupendo agarre y simetría; repite las sensaciones de nariz y se despide con ese golpe mineral tan típico del suelo de Cheval Blanc. La textura es densa pero no cansina, con una carga tánica de miedo pero flexible. Un vino para dejar evolucionar otros 4 o 5 años sin problemas.

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