José María da Fonseca. Alambre. Moscatel de Setúbal. Quédense con estos tres nombres, y ya si quieren ir ahondando, 20, 30 años e incluso más. Se trata de uno de los mejores tintos peninsulares, todavía pagable y que además, ante los ojos de un español profano, pudiera parecer incluso exótico en cuanto a los matices que despliega.
En nariz es caoba, limpio y brillante.
En boca, pese a su vejez, inmediatamente después de abrirlo se muestra plenamente accesible: flor de acacia, piel de melocotón, higos de principio de temporada, miel de la de verdad, toques ahumados, piedra de fusil, humo dulce…
La boca es fina, que no apretada. A lo que me refiero es que aunque se trata de un vino dulce, aquí nada se desborda, ni aunque tenga algo más de 20 años de edad. Notable acidez y paso que va “al compás”.
Final refrescante y por supuesto frutal, de media/larga duración.
Vayan a por él sin piedad, que dentro 10 ó 15 años será un prodigio.
Color ámbar dorado, muy brillante
La nariz es muy sabrosa, con mermelada de melocotón ,de higo, mango y una mezcla de nueces, avellana, cáscara de naranja, algo de chocolate y dulce de nata tostada.
Dulce ataque con una increíble mineralidad, muy cremoso en toda la boca. Aparece la cáscara de naranja, la mermelada de melocotón , miel, dulce de avellanas y nata. Equilibrado, elegante, rico y suave, con final amargo (naranja)
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