Un vino que nace de la colaboración de Pablo Ortigueira, Aurelio Vázquez y Alfredor Fernández. Un vino que une la frescura atlántica y la textura dimensionada de los blancos mediterráneos. Un vino sincero, que se desnuda en copa ofreciéndonos complejidad, pero sobre todo profundidad y lo hace con bella acidez que se acomoda a la boca perfectamente. Un vino que refleja la amistad de estos magos del viñedo, porque nos da multitud de concesiones en boca para disfrutarlo, porque está en su punto álgido, un vino que huele y sabe a Ribeiro.

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P.D.: Según puedo leer, hay botellas y botellas y esta en concreto está sensacional y en su momento más altivo.

VISUAL

Vino claro, amarillo verde-limón, de intensidad pálida. Corcho de buena calidad. La etiqueta con letras de máquina escribir, cera de cápsula, gustan. Muy buen packaging.

AROMAS

Aromas de intensidad media, a flores blancas, limón, paraguayo, melón. Fondo de mar.

BOCA

Vino seco que presenta acidez media, alcohol medio (-), cuerpo medio bastante acuoso y sin peso en boca, volumen medio.

Notas verdes de hierba mojada, marinas, calcáreas. Melón, pomelo, Flor de acacia, pino.

SI bien este vino merece algo más de potencia y final en boca, donde se queda bastante corto.

CONCLUYA

Nota: Creo que el ánfora le aporta poco, no se notan sabores en si, carece de complejidad, alcohol y acidez. Está un poco caido en esta añada 2015.

Cataremos  nueva botella, pero esta es la segunda y opino parecido. La suavidad precisa de datos de cata con fundamento.