No cabe duda que los parámetros y gustos cambian. Lo rústico de este vino es lo que me llamó la atención, se nota la tempranillo, con leves notas de cuero, maderas bien puestas, y un carácter térreo muy sabroso. De lo más auténtico que he probado de México. Bodega abierta en 1983, en el Valle de San Vicente, B.C. México, y de baja producción.
Rubí oscuro tenue, con ribete malva de capa media. Predomina aroma de tierra, fruta roja: frambuesa, cereza y ciruela muy madura. Ataque y paso discretos con un final largo y un poco amargo, de cuerpo medio y astringente. En resumen es un vino austero sin gracia.
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