Hay vinos que huelen y saben a muchas cosas raras: gasolina, cirio, desván, pólvora, carne podrida, caldo de ave, farmacia... Tengo un amigo que incluso fue capaz de identificar un matiz a sangre de doncella en un VS del 59 que bebimos juntos. Sin embargo, nunca me había encontrado con nada que me recordase de una manera tan clara a los pepinillos en vinagre. Ni es un defecto, ni es acidez volátil, ni es que tenga el acético disparado. Nada de eso. Está bueno, lleva abierto desde el jueves y simplemente es así. Aparte, hay tipicidad, hay definición y hay muy buenas hechuras. Marca madera y grado, y aún así, la acidez es tan buena que equilibra todo el conjunto. Suculento.
Una gran compra. Un productor a tener muy en cuenta. Gracias, Joaquín.
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